91.000 asturianos buscan trabajo

Raúl Álvarez

ASTURIAS

PACO RODRÍGUEZ

Una FP mejorada con el modelo dual alemán, que compagina la formación académica con las prácticas en las empresas antes de recibir el título, y la diversificación de la actividad económica aparecen en la nueva receta para reducir la tasa de paro y acercarla a la media europea

08 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El paro, siempre el paro. El problema estructural más arraigado de la economía asturiana sigue muy presente. Con más de 91.000 personas a la caza de un trabajo antes del verano, según la segunda oleada de 2016 de la Encuesta de Población Activa, y más de 80.000 personas registradas para buscar trabajo en las oficinas del Servicio de Empleo a finales de julio, el desempleo en el Principado aún rebasa el 19% de la población activa y está muy lejos de las cifras consideradas normales o aceptables en Europa. Hace casi diez años, mediado 2007, parecía llegado el momento de la convergencia real. Al calor de la fase expansiva de la economía, el tercer trimestre de aquel ejercicio acabó con la tasa en poco más del 7% y la sensación de una mejora indefinida, pero los primeros vientos de la crisis demostraron que el mercado laboral tiene bases endebles. Uno de cada cuatro asturianos asistió sin tener trabajo a los momentos más heladores de la recesión, a principios de 2013. Aunque la tímida recuperación lograda desde entonces ha rebajado aquel insostenible 25,5% de paro, la economía regional se muestra lenta a la hora de absorber a todo ese contingente de personas que buscan la vía de regreso a un salario y a las cotizaciones sociales.

«Si no damos con unas políticas activas de empleo capaces de reinsertar a los colectivos peor cualificados, el problemas será de muy difícil solución», opina el secretario general de UGT, Javier Fernández Lanero. «También es necesario que a la industria, que es nuestro motor económico, le vaya bien. Con el motor gripado, no crearemos empleo. Ni el turismo ni el comercio tienen esa capacidad». El problema es acuciante tanto por la magnitud de las cifras como por la situación a la que condena a los parados. Más de la mitad, alrededor de unas 50.000 personas, ya han agotado las prestaciones sociales. Existe la tímida esperanza de que algunas multinacionales, como ya ha sucedido en Estados Unidos y algunos países europeos, se planteen la estrategia de deslocalizaciones que han perseguido desde los años 90 y organicen su regreso a regiones de tradición industrial con una fuerza de trabajo apta para el desarrollo de innovaciones. Asturias podría hacer valer ahí sus bazas.

Faltan empresas

El otro sindicato mayoritario, CC.OO., echa de menos una diversidad mayor en el paisaje económico de Asturias. «Tenemos un déficit de empresas. Siempre hablamos de las mismas, las sempiternas. Hay pocas novedades», expone su secretario general, Antonio Pino. Las centrales ni siquiera se felicitan en exceso por la cuesta abajo que ha iniciado el desempleo. «El 80% de lo que se crea es empleo precario y mal remunerado», recuerda Pino. Su organización pide aprovechar el cambio tecnológico y, sin caer en el exceso de poner el sistema educativo al servicio de las empresas, afinar la sintonía de la formación profesional con las oportunidades del mercado laboral. «Ahora no es atractiva para muchas personas ni para muchas firmas. Ahí hay un filón por explotar. La FP debe ser atractiva y de calidad y, a cambio, debe dar acceso a empleos con buenos salarios y condiciones laborales decentes», defiende.

En los últimos años, el Principado ha empezado a experimentar un modelo de FP dual, inspirado en el sistema alemán, que combina la formación teórica con prácticas en las empresas del sector elegido por el estudiante. La implantación, sin embargo, avanza con lentitud y la oposición ha cuestionado repetidamente sus resultados. A juicio de los sindicatos, esa refriega política, con un Gobierno autonómico en minoría y sin apoyos suficientes para marcar una línea continua, limita algunas posibilidades de desarrollo. La situación nacional, con el bloqueo prolongado, tampoco ayuda.

En el sentido contrario al que defienden los sindicatos, también a las empresas les gustaría ver cambios en la legislación laboral. «Si fuera otra, la situación de España sería diferente», afirma el director general de la Federación Asturiana de Empresarios (Fade), Alberto González. La patronal no insiste en ese punto cuando participa en negociaciones con el Principado, porque el Gobierno regional no tiene competencias para influir en una reforma, pero su postura favorable a esa medida es una premisa para muchas de sus opiniones sobre otros asuntos relacionados. «Defendemos actuaciones sectoriales. El crecimiento económico y la creación de empleo funcionan de manera distinta en la industria que en el turismo o el sector agroganadero», expone. A Fade, en todo caso, no le gusta aparecer como fuente de toma de decisiones políticas. «La responsabilidad de la legislación es de los gobiernos. Nosotros damos nuestra opinión, si nos la piden, y trasladamos propuestas a la comunidad autónoma o al Gobierno central», advierte su directivo.

La patronal quiere ir de la mano de los sindicatos en el diseño de una Asturias renovada, competitiva y con presencia en los mercados globalizados. «Tenemos una ventaja que no se improvisa: nuestra cultura y tradición industrial. Ese activo nos diferencia y lo perderemos si no lo cultivamos. No es importante por decir que lo tenemos, sino porque de verdad nos permite tomar posiciones en un grupo en el que entran muy pocas regiones de Europa», argumenta González.

Treinta años después del diseño de la reconversión industrial, Asturias aún busca su nueva identidad. Unas 90.000 personas tienen más motivos para la impaciencia que las demás.