El topo de la CIA en la guerrilla asturiana

ASTURIAS

Tropas nacionales entrando en Oviedo en la Guerra Civil
Tropas nacionales entrando en Oviedo en la Guerra Civil

Documentos recientemente desclasificados revelan que la agencia de espionaje norteamericana contaba con informantes entre los comunistas y socialistas asturianos

01 mar 2018 . Actualizado a las 17:36 h.

Diciembre de 1948, un duro invierno en de posguerra en Europa. Mientras el mítico fundador del FBI Edgar Hoover se dedicaba a perseguir comunistas en Estados Unidos, la agencia de espionaje norteamericana, la CIA, ya estaba plenamente inmersa en la guerra fría y los acechaba por todo el mundo. Y a sus ojos no escapaba ni siquiera el puñado de valientes o desesperados, perdedores de la guerra civil, que luchaba en los montes de Asturias. Junto a ellos, uno o varios agentes encubiertos operaban desde el territorio asturiano para informar sobre los movimientos de la insurgencia comunista y socialista. Así lo desvelan algunos de los 930.000 documentos con 13 millones de páginas recién desclasificados por la agencia norteamericana y accesibles a todo el mundo. Basta con saber leer en inglés para adentrarse en un mundo que parece de película; lo es en realidad, pero basada en hechos muy reales.

Uno de esos documentos, de tres páginas, viene encabezado bajo el título Communist guerrillas in Asturias y fechado el 2 de diciembre de 1948. Seguramente, como es posible que algunos de los agentes implicados y sus familiares estén vivos, se han suprimido con tachones negros los nombres de los informantes, lugares y otros datos, pero el texto principal es legible. La guerra civil aún late en muchos puntos de Asturias.

El informe clasificado como confidencial, aunque no de alto secreto, comienza hablando de una traición de Líster a los que no le eran afectos. Estos, dice, «fueron enviados a España donde los capturaron o mataron».  Enrique Líster, militar de la República afiliado al PCE, había luchado en Europa con el grado de general y estaba entonces exiliado. Murió en 1994.

Lo más interesante es que la información que sigue es tan asombrosamente descriptiva y minuciosa que resulta evidente que sólo la pudo facilitar un topo, un infiltrado entre los guerrilleros; de esto no cabe duda. Y la segunda conclusión es que, dado que la guerrilla siguió operando algunos años más en España, la CIA no compartió esa información, o al menos toda la información y en aquel momento, con la policía franquista. Hasta dos años más tarde no sería abatido Cajigal en una refriega con la Guardia Civil cerca de Laviana.

Así, el topo o los topos hablan de Manolo Cajigal Díez, «jefe de las guerrillas en Asturias» (un tanto exagerado este tratamiento, dada la disgregación de grupos que operaban por razones obvias casi sin coordinación), de quien dice que había enviado a dos guerrilleros a Francia para probar la lealtad de dos hombres que habían llegado a Asturias en marzo de 1948 enviados desde el país vecino por la dirección comunista para hacerse con el control de toda la guerrilla. «El guía, un tal Eloy, era conocido y confiaban en él, pero Cajigal no se fiaba del todo de los enviados», por eso le encomendó verificarlos. Pero, refiere el espía, Eloy no volvió ni se comunicó por radio, de modo que el líder guerrillero temió una emboscada como la que ya antes se había producido con 16 guerrilleros muertos. Los emisarios debían encontrarse en Francia a Santiago Carrillo, Vicente Uribe o a la Pasionaria, Dolores Ibarruri.

También topos en el socialismo insurgente

El informe sobre la guerrilla comunista acaba refiriéndose a unos «treinta o cuarenta» insurgentes socialistas, actualmente inactivos o huidos a Francia y con orden de distanciarse de los comunistas. Corrían los años de la política realista de los socialistas, también incluso de los comunistas, que ya veían imposible su sueño de derrotar al fascismo por las armas en España.

Bajo un nuevo documento fechado también el 2 de diciembre de 1948, la CIA explica que 29 guerrilleros del asturiano Indalecio Prieto habían escapado a finales de octubre de ese año a Francia. Amador Fernández habría preparado con Prieto la fuga. «La mayoría no quería irse a Francia, pero fueron obligados por el partido (socialista). Algunos volverán si es posible a Asturias, con el fin de elevar la moral de los camaradas que allí quedaron y proseguir como puedan haciendo oposición». Más tarde, asegura, recibieron órdenes de Prieto de dejar de colaborar con los guerrilleros comunistas.

Después de esto la mayoría de los miembros del PCE fueron «eliminados» o estaban fuera de combate porque no conocían el territorio y andaban escasos de armas y munición. Vuelve a repetir aquí que los socialistas también conseguían armamento pagando en oro a las fuerzas franquistas.

«La situación», concluye, «es desesperada tanto para comunistas como para los demás» debido al acoso de la policía y a que «el contraespionaje está muy bien organizado». Acaba revelando que la mayoría de los socialistas del exilio está en un campo de trabajo en Besançon, y que ocho miembros del Partido Socialista (José Mata, Mario Fernández, Faustino Helguera y Manuel Fernández Casas) y de los mineros de UGT (Arístides Llaneza, Manuel Fernández Villanueva, Juan Helguera y Manuel Fernández Peón) se iban a encontrar con Prieto en San Juan de Luz.

Si el o los topos estaban entre las filas de socialistas o comunistas, lo que parece bastante probable dada la información, ello avalaría la tesis de numerosos autores que señalan que las direcciones de ambos partidos quisieron desembarazarse de los guerrilleros para seguir un camino político en Europa y esperar tiempos mejores para oponerse a Franco activamente. La oposición habría de esperar aún tres décadas para ver morir al dictador y la vuelta de la democracia . El último guerrillero echado al monte murió, dicen, a principios de los años sesenta, abandonado a su suerte y muy lejos de sus sueño.