Sentirse como en casa en un entorno inigualable

Natasha Martín REDACCIÓN

ASTURIAS

El Frade

El Frade lleva catorce años cuidando de sus huéspedes para que cada estancia sea especial

13 ago 2017 . Actualizado a las 11:46 h.

 

Hace catorce años, la familia Pérez-Blanco decidió emprender la aventura de montar un alojamiento rural donde todos los huéspedes pudieran sentirse acogidos. Así nació El Frade, una Casa de Aldea ubicada en medio de un entorno excelente, que limita con las montañas del Cuera al Sur y al norte con Ribadesella y el Mar Cantábrico, para poder descubrir los puntos más atractivos del oriente asturiano.

Cerca de playas vírgenes, del parque nacional de Covadonga y de los Picos de Europa, los huéspedes de El Frade tienen la facilidad de adentrarse en las rutas montañosas y llanas de esa zona del Principado, así como disfrutar de otras actividades al aire libre, como piragüismo y quad.

El Frade

Esta Casa de Aldea regentada por Trini Blanco, lleva desde 2003 cuidando de sus clientes para que se sientan «como en casa». Así lo asegura Elena Pérez, hija de la dueña, que se encarga de combinar su vida familiar con la de los turistas con el objetivo de que tengan la mejor estancia posible. «Al cliente le gusta mucho el entorno. Las vistas de la montaña sorprenden a todo aquel que no está acostumbrado a tanto verde. También les encanta pasear por los jardines que rodean la casa», asegura Pérez.

Construida sobre una antigua y típica casona asturiana que ha sido reconvertida en alojamiento rural, El Frade dispone de una finca de 3,000 metros cuadrados, cuyas habitaciones están decoradas al estilo tradicional rústico. Cada detalle está pensado para relajarse y disfrutar de la naturaleza.

El Frade

Todo ello hace que haya clientes que «llevan 13 viniendo y hasta hay quienes dejan su estancia reservada de un año para otro», cuenta Pérez. Tal asiduidad se debe principalmente a que «a la gente le gusta el trato familiar que se les da. Así lo comentan al llegar. Cuando van a un hotel les dan las llaves y no hay más comunicación. En cambio, aquí intentamos que el cliente se sienta acogido, les damos mapas y todas las facilidades para que aprovechen el entorno sin necesidad de consultar ningún punto turístico». Aun habiendo recorrido muchos kilómetros, el cuidado de la familia Pérez-Blanco a sus clientes es tan especial que sus clientes se sienten como en casa, e incluso mejor.