«Esto puede volver a pasar. En otras ciudades europeas han golpeado más de una vez»

Roberto Rodríguez / S.D.M. REDACCIÓN

ASTURIAS

Los asturianos residentes en Barcelona han visto en la ciudad mucha más seguridad que en Asturias pero son conscientes de que sirve de poco cuando se lucha contra suicidas

17 ago 2017 . Actualizado a las 21:59 h.

Han visto Mossos d'Esquadra armados con metralletas, controles en las carreteras, barreras en las calles peatonales. La seguridad en Barcelona es mucho mayor que en cualquier ciudad del Principado. Pero poco ha servido. «Cuando se lucha contra suicidas no vale para nada. No es como cuando se enfrentaban a ETA», razona Héctor Pandiella, un ingeniero de Caminos que lleva un año en la ciudad. Los asturianos residentes en la ciudad asisten horrorizados a las escenas del atentado. Todos han paseado en algún momento por Las Ramblas, sobre todo cuando aterrizaron allí o cuando les visitan amigos o familiares. Es el corazón turístico, un golpe a la economía y también un puñetazo en la vida cotidiana. Todos se plantean si es mejor seguir con el día a día o adoptar nuevas medidas de precaución. Pero cuáles, se pregunta. Cómo luchar contra aquellos que no conoces. Lo peor es que «puede volver a pasar. En otras ciudades europeas han golpeado más de una vez», argumentan.

José Martínez es un ovetense que reside en Barcelona aunque como él cuenta «yo vivo en la zona más alta de Barcelona, a una media hora de donde ha sucedido». Martínez salía de casa a la hora a la que se produjeron los ataques, y se encontró «un montón de coches de policías, ambulancias … «De primeras piensas que esto es Barcelona, así que no me sorprendió tanto, pero después me llamó la atención un coche de policía que iba de paisano. Era un coche normal y de repente empezó a ir muy rápido, con la sirena. Ahí me empezó a parecer muy gordo», explica.

José Martínez reconoce que las redes sociales ejercieron de informador mucho más rápido que ninguna otro medio y que «enseguida me empezaron a llegar mensajes preguntando si estaba bien y contándome que había habido un atentado». Martínez, que vive con su hermana, enfermera del hospital Sant Pau, recibió un audio de ella informándole del atentado y confirmándole que «llegaría muy tarde a casa. Ella trabaja justo en el banco de donantes de sangre». Sobre el miedo confirma que «yo en el momento de enterarme me fui para casa. Notas que todo el mundo va con el móvil en la mano».

En el centro

Otro asturiano, en este caso gijonés, que trabaja en Barcelona es José Manuel Antolín. El ataque le pilló en el trabajo, cuando recibió un mensaje contándole el atropello. Antolín afirma que «al principio había mucho caos, no se sabía si había muerto mucha gente». Además, este gijonés vive en la zona del Raval, «a escasos metros de la plaza de La Boquería, donde se detuvo el coche finalmente». Antolín afirma que por los vídeos y fotos que ha visto «el coche debió recorrer unos 500 metros, así se entiende las víctimas que ha habido». Aunque lo esperado sería que el miedo se hubiese apoderado de la ciudad, Antolín afirma que «hay bastante gente en la calle, menos que ayer, claro. Todo el mundo está en shock».

También un tercer asturiano vivió muy de cerca el atentado. Se trata de Sergio Palomino, un gijonés que cuenta que «la gente está muy nerviosa por aquí. Ha sido todo bastante rápido». Palomino se encontraba en un autobús en la Plaza de Cataluña, muy cerca de donde se desarrolló el ataque, y confiesa que «estaba un poco tenso. Había informaciones confusas». El autobús pasó por las Ramblas apenas quince minutos después del ataque y estuvo retenido casi una hora, con el consecuente nerviosismo de sus ocupantes. Otro amigo de Palomino vive en el Raval y «pasará la noche en mi casa. Ahora mismo en su zona hay muchos agentes».  

Más testimonios

Lo primero que hizo fue llamar a su novia, con la que vive en Barcelona, y a amigos que podrían estar por el centro. Todos estaban a salvo. Héctor Pandiella se enteró de lo sucedía por los trabajadores de la obra en la que estaba. Pronto le llamó su madre. El regreso a casa fue más rápido de lo habitual. Su trabajo está dentro del cinturón de seguridad montado por las fuerzas de seguridad, por lo que evitó controles y, además, el tráfico era mucho menor. Desde casa está siguiendo la actualidad, todavía conmocionado. «Es como si pasase en la calle Corrida o en el paseo de El Muro, en Gijón», suspira. En realidad, está aliviado porque solo le faltan 24 horas para irse de vacaciones. Cuando vuelva, es muy posible que la presión haya descendido. Pero 

«Sabíamos que estos podía pasar. Madrid y Barcelona eran objetivo. Estaba claro. La sensación de inseguridad es completa», explica este joven de 25 años. Entiende que las fuerzas de seguridad tienen las manos atadas porque es muy difícil luchar «contra gente que no planifica nada que un día se les enciende la bombilla y lo hacen».  Tiene clara la repercusión que han conseguido porque está convencido de que entre las víctimas habrá turistas de muchos países.