Un enclave mágico entre Asturias y Cantabria

Claudia Granda REDACCIÓN

ASTURIAS

Casa de Abajo y Casa Mesilda se encuentran en Para, Panes. Junto al Pico Peñamellera, ambos alojamientos ofrecen absoluta tranquilidad y espectaculares vistas

12 nov 2017 . Actualizado a las 10:00 h.

En la aldea de Para apenas se cuentan 10 casas. En la parroquia de Panes, se encuentra este pequeño pueblo escondido entre montañas, junto al Pico Peñamellera. Entre el verde predominante de este paisaje asturiano destacan la piedra y el color amarillo de las dos casas que regenta Sofía Rugarcía junto a su familia.

La más pequeña, Casa Mesilda, se construyó en 1800 como un llagar de sidra. Allí el abuelo de Rugarcía la elaboraba cada año. En la Casa de Abajo, construida en 1880, nació su padre. Con el paso de los años ambas se quedaron deshabitadas hasta que, en 1999, con el auge del turismo rural, Rugarcía y su familia decidieron reconvertirlas en casas de alojamiento turístico. «Las derribamos por dentro y las estructuramos de nuevo», cuenta su gerente. «Delante las dos casas se hizo jardín y aparcamiento. Además, delante de la Casa de Abajo hay una parcela con 120 manzanos». La costumbre no la han dejado atrás y la familia sigue elaborando sidra con esas manzanas en un garaje situado detrás de la casa.

Ambas viviendas se encuentran situadas al final de la aldea, separadas por un camino y a 50 metros la una de la otra. Es por eso por lo que las familias con niños son lo que más predomina entre sus huéspedes. «Aquí no tienen peligro, no pasan coches», asegura Rugarcía. Al igual que familias españolas, también acuden muchas otras procedentes de Francia, Inglaterra y, sobre todo, Holanda. «No vienen más extranjeros que españoles, pero sí se quedan por temporadas más largas», cuenta.

Durante los meses de mayo y junio se celebra en Panes la pesca fluvial del salmón. El río Cares-Deva se llena de pescadores procedentes de distintos puntos de Europa, que buscan alojamiento en las Casas de Para. Por lo que es un sitio ideal para los amantes de la pesca. «Alquilamos durante tres meses seguidos nuestras casas a los pescadores», cuenta su gerente.

Según Rugarcía, lo que más valoran los huéspedes es que pueden contar con ella durante las 24 horas del día. Además de las casas, su familia también regenta un hotel en Panes, por lo que «si en la casa echan algo en falta o necesitan cualquier cosa siempre pueden pasar por la recepción». «El hotel está abierto todo el día, siempre estamos disponibles», asegura Rugarcía. Esta proximidad con los huéspedes de las casas les hace conseguir un trato muy cercano. «Hay muy buen rollo. Siempre les invitamos a acercarse al hotel a tomarse un café y, el día que se marchan, les convidamos a desayunar en la cafetería. Eso les gusta, lo tienen muy en cuenta», asegura.

Pero lo que más valora Rugarcía de sus casas es la situación. «Estamos muy cerca de los Picos de Europa y a apenas 20 minutos de Arenas de Cabrales» cuenta. Pero lo más interesante es que se encuentran en un punto intermedio entre Asturias y Cantabria. «Si vas hacia la derecha te encuentras con San Vicente de la Barquera, apenas a 20 kilómetros, pero si tiras hacia la izquierda están Covadonga y los Lagos». Un enclave estratégico para los amantes de la naturaleza, que podrán disfrutar sin apenas moverse de lo mejor de cada una de las comunidades.