El bilingüismo no progresa adecuadamente en Asturias

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

Un aula vacía
Un aula vacía PEPA LOSADA

Un informe de expertos cree que el nivel de la enseñanza bilingüe en la región está «entre deficiente y muy deficiente»

02 dic 2017 . Actualizado a las 08:40 h.

Un programa no puede depender del voluntarismo de los profesores. Eso es lo que sucede en Asturias con el programa de enseñanza bilingüe. Así lo constata el primer informe nacional sobre la situación de esta creciente modalidad educativa realizada por la Asociación de Enseñanza Bilingüe. Este colectivo ha realizado una primera evaluación por comunidades autónomas que pretende ampliar en los siguientes meses. La nota que le otorga al Principado, rotunda: «está entre deficiente y muy deficiente». Esa nota se basa en un amplio listado de argumentos que van desde el hecho de que no se ofrece la oportunidad al 100% de los alumnos, por lo que rompe la equidad, a que se elijan por sorteo los beneficiarios, que el nivel del idioma exigido a los docentes es bajo o que solo el 50% de los contenidos sean en inglés. «Está condenado al fracaso», señala esta investigación, ya que ni aprenden el contenido de la materia ni tampoco la segunda lengua.

«Si fuera padre de un hijo en esos colegios asturianos no lo matricularía en el plan bilingüe». Son palabras de Xavier Gisbert, presidente de la asociación. Gisbert fue director general en la Consejería de Educación en la Comunidad de Madrid, en la que se puso en marcha el primer plan integral de bilingüismo. Junto a él, una nómina de especialistas en la materia está tratando de evaluar la situación en todas las comunidades de esos programas que utilizan como lengua vehicular de todas las asignaturas o de algunas una lengua extranjera, mayoritariamente el inglés. El objetivo es detectar sus debilidades y también tratar de apuntar al sistema más adecuado. Este trabajo está aún en una fase inicial. La primera evaluación se basa únicamente en la normativa que cada Gobierno regional está aplicando. En este caso, la última actualización normativa del Principado, que ha ido introduciendo modificaciones en el plan piloto inicial.

La propia Consejería de Educación del Principado mantiene una actitud muy diferente sobre el programa bilingüe. No solo no cree que tenga deficiencias sino que presume de él. En primer lugar, continúa extendiendo el modelo a más centros y considera un éxito su amplia implantación sobre el territorio. Además, hace justo un año hizo público un estudio que había encargado para conocer cómo van esos alumnos que reciben clases en otros idiomas. Había un cierto malestar porque el plan llevase una década funcionando sin ningún tipo de evaluación y la Administración encargó una investigación interna. Su evaluación interna, no externa, fue satisfactoria. Resolvió que los alumnos adscritos a la enseñanza bilingüe mejoraban más en el idioma y no flojeaban en los contenidos de la materia. Incluso señala que son más brillantes.

Análisis críticos

El modelo, sin embargo, no parece resistir ni un primer análisis de los expertos. Gisbert apunta como primera crítica que el programa no se oferta al 100% de los alumnos, lo que crea dos grupos diferentes de alumnos incluso dentro de un mismo centro, lo que considera una clase de «segregación». Tampoco se asegura la continuidad en Secundaria de este tipo de enseñanza a los estudiantes que ya estuvieron matriculados en Primaria. Si estos dos aspectos le parecen graves, peor le parece que cuando hay más demanda que oferta -es decir, más alumnos que quieren asistir a una clase bilingüe que plazas disponibles- se resuelva por sorteo. «Eso dice muy poco de calidad», argumenta.

La segunda parte que cuestionan los expertos de la Asociación de Enseñanza Bilingües es que a los docentes solo se les exija la certificación internacional B2 del idioma extranjero. Esto siempre conduce a la mediocridad, lamenta Gisbert, quien indica que como mínimo habría que pedir un C1. Explica, por experiencia, que puede darse el caso -con el B2- que haya alumnos que sepan más que los propios docentes y también que su bajo dominio de esa segunda lengua perjudique el aprendizaje de los estudiantes. Para el colectivo, incrementa el nivel es una prioridad.

En cuanto al modelo en sí, les parece curioso que la norma diga expresamente que se tienen que dar como mínimo el 50% de los contenidos en la lengua extranjera. No entienden cómo es posible que comentan «esta barbaridad». Señalan que así el alumno en aprenderá ni el idioma ni los contenidos, y que se les podría generar una gran confusión. «No tiene sentido. está condenado al fracaso», insiste Gisbert. Asegura que si se implanta el programa en inglés toda la clase tiene que ser inglés y así debe ser toda la planificación. Bucenando más en la normativa, explica que, por ejemplo en Primaria, es totalmente insuficiente dos sesiones de 50 minutos a la semana de una asignatura en inglés, además de las tres de la asignatura de Inglés. «Son cinco horas a la semana y encima en dos de ellas con un porcentaje del 50%. Es totalmente insuficiente», comenta. También la parece «tremenda la horquilla de organización que dejan en Secundaria, donde los institutos puenden decidir que los planes bilingües tengan desde una única asignatura hasta cuatro. «Es una diferencia tremenda».

La asociación señala que el programa de Asturias es un «desorden caótico». Reconoce que puede haber centros en los que esta modalidad funciones muy bien pero precisa algo muy importante: «Depende del voluntarismo de su claustro. No de la norma. De hecho, irá bien porque no seguirán la norma a rajatabla». este apunte es importante, ya que este informe analiza precisamente la normativa. El modelo que propone el colectivo es el original de Madrid, lo que no coincide con el que se está desarrollando y con el modo que el que se está haciendo. 

¿Cómo debería ser ese modelo perfecto? El colectivo propone un sistema inclusivo, que garantice la igualdad de oportunidades para todos los alumnos. Primero cree que es el centro el que tiene que pedir ser bilingüe, tras tomar la decisión en el consejo escolar. Esto es importante porque tendría que ser para el 100% de los alumnos, por lo que implica la unanimidad de la comunidad educativa. La administración debe garantizar la formación previa de todos los docentes antes de que comience a funcionar, para asegurarse de que va a a funcionar, sin prisas por extender ni crecer de forma desmedida y con pies de barro. Desde el principio, los profesores tendrían que acreditar el C1 en lengua extranjera. También habría que reforzar las horas de Inglés. 

«No es un mal solo de Asturias. Todas las comunidades hacen lo mismo. todas venden que cada vez lo implantan en más centros en lugar de velar por su calidad», comenta Xavier Gisbert, que indica que hay que cumplir una regla de oro: una asignatura, un idioma y un maestro. No duda que los informes de satisfacción de las familias pueden ser buenos. Otra cosa es la calidad de la enseñanza y lo que el alumno está aprendiendo.