«Desde Madrid, Podemos ve con prudencia el acercamiento de Javier Fernández»

J. C. GEA

ASTURIAS

Sofía Castañón
Sofía Castañón

Sofía Castañón traza el mapa de la situación desde la doble perspectiva de diputada en el Congreso y de militante asturiana, y reflexiona sobre las violencias machistas como secretaria de Feminismos y vocal en el Pacto de Estado sobre la materia

28 nov 2017 . Actualizado a las 16:40 h.

La diputada gijonesa por Podemos Asturies en el Congreso Sofía Castañón asistía el pasado sábado en Gijón la concentración en torno al acto institucional organizado con motivo del día contra las violencias de género. Su perspectiva ante este asunto es la de la mujer y la feminista, pero también la de la portavoz de la Comisión de Igualdad y vocal de la Subcomisión de Pacto de Estado en materia de Violencia de Género, y también la de la secretaria de Feminismos Interseccional y LGBTI en la Ejecutiva de la formación, de cuyo Consejo estatal forma parte. Junto a varios cientos de personas, escuchó en el paseo de Begoña la lectura de la dolorosa lista de mujeres y menores asesinados en el último año por sus parejas, exparejas o padres. Pero además, Castañón forma parte del Consejo Estatal de Podemos y es una de las personas más afianzadas en el entorno político de Pablo Iglesias desde el congreso de Vista Alegre II; un hito este en la andadura de Podemos al que se equipara el proceso de reelección de cargos que aguarda a la vuelta de unos meses a la formación en Asturias, en un contexto muy agitado políticamente más acá y más allá de la cordillera.

-Podemos encara su particular Vista Alegre a la asturiana. Con la perspectiva que le da tener un pie fuera y uno dentro, ¿cómo dibujaría el mapa actual en Asturias?

-En estos años han pasado cosas, ha habido subidas y bajadas porque es algo inherente a una organización tan joven, que ha entrado de una manera tan potente en las instituciones. Hay que recalcarlo, porque estamos ante un fenómeno que históricamente no había pasado y es necesario verlo desde esa perspectiva. Desde ahí, la pata que tengo fuera de Asturies me permite verlo más en el contexto de todos los territorios, no solo el de Madrid. Hay algunas cuestiones inherentes al propio partido en movimiento que somos y especificidades propias de aquí. Es necesario que nos repensemos desde lo constructivo; evidentemente, ha habido un impulso del proyecto. Hace falta que tengamos en cuenta esos versos de Laura Casielles. «Llegar antes es solo llegar antes», y que pensemos que estamos haciendo ahora y cómo lo podemos hacer mejor, y para eso hace falta todo el mundo. En Vista Alegre 2 se nos dio un recado: unidad, unidad y unidad, y esto es necesario tenerlo que cuenta en todos los procesos. Vamos a aprender más y a ser mejores escuchándonos en nuestros disensos, que nos hacen de más si los escuchamos con atención y eso no va reñido con que estemos juntos y unidos. Tenemos una responsabilidad enorme.

-Hace un par de días, alguien muy implicado en otros momentos en Podemos en Asturias hablaba en las redes de hacer otro tipo de mapa: un «mapa del desencanto»…

-Respecto a todas las expectativas puestas es verdad que podemos caer en ese mapa. Pero es lo cómodo. Es cómodo porque es obviar el desgaste que tiene que haber en esto. No íbamos a poner un pie en la institución y que nos fuesen asfaltando el camino para ir cómodos nosotros. Esas alfombras que nosotros pisamos nos hacen muchos bultos y muchos baches, y no pisamos las alfombras como las pisan los grandes partidos. Lo complicado, lo que se nos pide, es entender que todo no ha salido como queríamos, pero que quizás hay que trabajar con un aliento un poco más largo. Tenemos que entender que las voces críticas están participando de algo que es colectivo y que eso puede ser perfectamente unitario.  Sí creo que hay que escuchar a los círculos, que demandan que este proceso tenga otro tiempo.

-¿En qué sentido?

-En el sentido de plazos, de puro timing. Mi percepción con el pie que tengo aquí y sobre todo con quien tiene los dos pies bien arraigados que son los círculos y las militancias han dicho que los plazos han sido apurados y que no han podido participar, y que la consulta que se hizo porque se tenía que hacer nos tiene que llevar a una reflexión profunda: quizás no ha habido tiempo ni espacio para poder pensar esa propia consulta y su organización. Si queremos algo que sea participativo no podemos acelerarlo. Las personas tienen que participar y tener sus vidas. No podemos tener militantes que sean esclavos del movimiento, porque es irreal. Somos otra cosa.

-Antes hablaba de ser constructivo y de unidad. Son las dos expresiones que se utilizan en política cuando se advierte un riesgo de que suceda lo contrario.

-Se supone que somos una formación diferente, y tenemos que estar a la altura de esa diferencia. Lo cómodo sería sentir una amenaza o una crítica. Personalmente, enfrentarme a los espacios donde se puede formular esa crítica me ha reportado muchísimo aprendizaje y me ha servido para demostrar esta tesis: que cuando acudes allí donde sabes que tus acciones pueden ser puestas en cuestión, el conjunto sale más fuerte. También puede haber errores en las críticas por falta de conocimiento y porque necesitamos comunicarnos mucho más. Una organización que no hace autocrítica está condenada a cometer los mismos errores.

-Con su patita de fuera, ¿cómo ve los asomos de aproximación que se han escenificado entre el gobierno de Javier Fernández y Podemos en el último debate regional?

-Con bastante prudencia, y creo que es como se debe de ver. Con prudencia y todo el contexto muy presente.

-¿Qué contexto?

-A nadie se le escapa que la Cámara del Congreso tiene unas tensiones como no ha tenido en tiempo. Que afloren por el problema territorial cuando tenemos problemas que están afectando al conjunto de la sociedad, es algo que a nuestro grupo parlamentario le da rabia. El eje para estar viviendo las tensiones no es territorial y no lo debe ser; es lo que se nos ofrece a la ciudadanía como problema. El problema es que nuestras entidades locales están atadas de pies y manos para dar respuesta inmediata a los problemas de la gente; que, con bastante probabilidad se van a prorrogar unos presupuestos y esto es una vergüenza. El Gobierno no comparece sobre muchos temas y a la vicepresidenta le parece muy bien, en general, estar dando respuesta sobre cuestiones territoriales, pero rechaza todas las preguntas que tengan que ver con que la mitad de la población estemos expuestas a violencia por el hecho de ser mujeres. Todas esas tensiones se están vinculando a lo territorial de una manera totalmente intencionada y no representa los problemas de la ciudadanía; lo que no quita para que haya un recorte de derechos y libertades en pugna para todo el territorio, no para Cataluña.

-También hablaba antes de las especificidades asturianas. ¿Cuáles?

-El café para todos no sirve. La correlación de fuerzas en Asturies quizá tenga algo más que ver con la de Andalucía, pero es evidente que no tiene que ver con Castilla-La Mancha, donde hay un acuerdo de cogobierno ahora, ni tampoco con Cantabria o Galicia. También en cómo nos relacionamos con otras fuerzas políticas hay también especificidades, y en particular con quienes en el Congreso estamos compartiendo grupo parlamentario, IU, y en cómo son las cosas con IU en Asturies. Y luego, es nuestra propia disposición geográfica, nuestra ruralidad, la propia participación y cómo la enfocamos, cómo están las alas de integradas o no en el proyecto... No podemos tener esa forma de funcionar en la que está el centro y las alas, hay que tener más capacidad y autonomía para que nuestra participación esté más relacionada entre todos. Ahí creo que es necesario tener claro el anclaje del proyecto, un proyecto de país de países en el que no vale el café para todos sino la defensa de los derechos sociales y laborales, de la justicia social, en definitiva, común para todo el Estado y es la que nos da un marco, entendiendo además que tenemos una identidad que la organización en Asturias está en construcción, y toca remangarse.

-Inevitable preguntarle como firme defensora y practicante del asturiano. ¿Cómo ve el de la oficialidá en la agenda política asturiana?

-Celebro el protagonismo. Personalmente, es una de la causas donde se tiene que cambiar para qeu tengamos una lengua que sea reconocida como cooficial, que el asturiano tenga esa oficialidad, es en la Xunta Xeneral. Pero desde el Estado tamos puxando por ello, para que así sea en ese espacio de privilegio a la hora de decir públicamente que el asturiano es una lengua y que tiene que tener ese reconocimiento a nivel adminsitrativo; que ya lo tiene a nivel científico y que se tiene que reconocer como tal. Celebro que entre en agenda. Es un logro de quienes vienen décadas pidiéndolo y reivindicándolo; es un logro de la Xunta pola Oficialidá, de Iniciativa pol Asturianu y de toda la sociedad que lo viene diciendo. Hay algo fundamental: dejar muy claro que hay mucha gente peleando porque el asturiano sea oficial, porque es una cuestión de derechos, de que tengas los mismos derechos lingüísticos; no es una imposición, es un derecho, y además la mayor parte de la población que no está peleando no tiene ningún problema con esto. Quienes lo tienen son, como se vio en una manifestación, eran cinco personas, algunas de las cuales iban como cargos municipales en Xixón. En realidad, es una cuestión de sentido común que, administrativamente, para lo que tiene que ver con lo bilingüe se viene funcionando con bilingüismo para muchas cosas, y que esto es un reconocimiento de derechos que es una vergüenza que no se haya dado a día de hoy.