Un alojamiento lleno de misterios que busca huéspedes-detectives

N.M. REDACCIÓN

ASTURIAS

Molino de Tresgrandas

El Molino de Tresgrandas fomenta actividades de turismo participativo para ofrecer estancias diferentes a las esperadas

17 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

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Casonas

Hay lugares donde uno se puede evadir de todo el estrés de la vida cotidiana y desconectar de la rutina ajetreada. Si además se le añade un entorno bello, a un paso del mar y a otro de la montaña, con actividades diferentes y un encanto especial, se estará hablando de un lugar como el Hotel El Molino de Tresgrandas; un pequeño hotel rural enclavado a los pies de los Picos de Europa, cerca de la conocida localidad costera de Llanes. «Allá por el año 94 surgió la idea», recuerda Luis Sanz, propietario de un hotel con un gusto especial por la aventura.

Molino de Tresgrandas

La casa que es hoy el alojamiento estaba entonces totalmente en ruinas y el objetivo estaba claro: elaborar un poyecto que no se saliera con la tipología de construcción rural de la época. «Hicimos el hotel a 24 km de Llanes y el efecto llamada venía de la villa de Llanes, así que deducimos que era necesario pensar algo más». Tras mucho pensar, Sanz dio con la solución en la planificación de actividades totalmente diferentes a las que se ofrecían a los turistas en la época, es decir, hacer el descenso, pasear a caballo u optar por rutas de senderismo. El Molino de Tresgrandas quería ser la guinda del pastel y empezaron por ofrecer -aprovechando que Sanz es cocinero-, además del desayuno, las cenas, detalle que muy pocos hoteles daban entonces. Pero el valor añadido más importante fue la creación de una serie de actividades para un turismo que denominaron participativo.

«Nosotros empezamos con la actividad de elaborar la propia sidra, desde prensar la manzana hasta el embotellamiento», comenta Sanz. Para ello se basaban en el método de la fidelización en tres fases. «El cliente venía en noviembre para hacer el proceso del prensado, volvía en febrero y luego en mayo para llevarse ya la sidra», cuenta. Una iniciativa que fue premiada por Fitur Active y sirvió para dar impulso a otras actividades como las jornadas de elaboración del queso o la plantación de fabas, siempre relacionadas con la tipología de vida asturiana. El problema es que estas actividades eran muy temporales, adscritas a fechas concretas, por lo que decidieron pensar en una actividad completamente atemporal: el fin de semana detectivesco. «Se trata de convertir a los clientes en detectives que tienen que investigar unos hechos que han sucedido en el hotel por la muerte de un cliente en extrañas circunstancias», explica Sanz; una actividad inspirada en novelas de Agatha Christie.

Molino de Tresgrandas

El fin de esta estancia diferente es colaborar con el propio entorno. «Tenemos colaboradores en un radio de unos 25 kilómetros como el Museo Etnográfico, un par de sidrerías y tiendas de gastronomía... diferentes sitios donde los clientes tienen que buscar pistas para resolver el enigma».

Para grupos también tienen otras actividades como los cuentacuentos: «Se contaban una serie de cuentos, propiamente asturianos, y se incitaba a los clientes a que prepararan uno con alguna temática asturiana que hubieran vivido durante un día de su estancia». La variedad de ocio es tan infinita como la tipología de sus clientes, que abarcan desde «trabajadores de empresas que vienen con un viaje de incentivo a celebraciones de bodas de oro, cumpleaños, cuadrillas completas de la zona vasca y hasta despedidas de soltera», cuenta Sanz.

Molino de Tresgrandas

Ahora, las aventuras del Molino de Tresgrandas permanecen cerradas pero volverán en Semana Santa dispuestos a acoger a todo aquel que esté dispuesto a disfrutar de experiencias nunca vistas. «Esto nos caracteriza como un hotel único», mantiene Sanz. Todo ello unido a una estancia personalizada propietario-cliente; cliente-propietario, o mejor dicho, detective-propietario.