El polémico mapa del «sexo público» en Asturias

J. C. G. GIJÓN

ASTURIAS

Uno de los mapas de lugares de encuentros sexuales públicos en Asturias disponible en internet
Uno de los mapas de lugares de encuentros sexuales públicos en Asturias disponible en internet Gayscruising

La indiscreción de los practicantes de encuentros sexuales al aire libre en La Providencia, denunciada por el PP, incomoda también a sus practicantes. Asturias cuenta con más de 40 puntos habituales de contacto

22 may 2018 . Actualizado a las 07:13 h.

Sexo al aire libre, sexo en lugares públicos, sexo azaroso y con desconocidos... pero sexo discreto. Esa ley no escrita del cruising, el dogging, el cancaneo o el perreo -que con todos esos nombres se pueden designar las prácticas sexuales en espacios que nada tienen de domésticos- ha hecho que salga a la luz con todo el estruendo mediático la existencia de uno de esos puntos donde parejas o grupos de adultos buscan disfrutar una modalidad sexual bastante más extendida, también en Asturias, de lo que podría pensarse. La denuncia del concejal popular en el Ayuntamiento de Gijón Manuel del Castillo de la existencia de una de estas zonas francas del sexo en la que se mantienen relaciones a plena luz del día en las proximidades de un campo de fútbol frecuentado por menores recoge la indignación de sus usuarios, pero también ha causado disgusto entre los practicantes de unos encuentros que solo en territorio del Principado se desarrollan en más de 40 puntos, casi todos ellos repartidos entre Gijón, Oviedo y la costa oriental.

Este tipo de encuentros están tradicionalmente más asociados a las prácticas homosexuales entre varones por una evidente herencia de clandestinidad, pero se ha generalizado a todas las variantes sexuales en el contexto del llamado sexo liberal. El boca a oreja semiclandestino de épocas en las que el código consideraba delitos de escándalo en las prácticas sexuales realizadas en público ha pasado a la publicidad abierta en internet, con el amplificador exponencial de las redes sociales. Hay numerosas webs y foros y espacios específicos en las redes y aplicaciones más populares -y menos pacatas- dedicados a cartografiar, programar y facilitar el acceso, GPS incluido, a los enclaves del sexo sin techo (o con el de un automóvil por todo techo) que se extienden por Asturias.

Periferia y centro

No todos, ni mucho menos, requieren desplazarse a zonas periurbanas como La Providencia, a playas, a polígonos industriales o a áreas de descanso de la «Y». Céntricos parques o jardines como el de Isabel La Católica en Gijón o Purificación Tomás en Oviedo son territorio de encuentros que se conciertan en direcciones web, por lo general previo registro, pero no siempre. Algunas son nacionales, como la específicamente gay Gayscruising o la hetero-homo Dogging Spain, y las hay también locales, o bien son webs de contactos en las que se incluyen apartados para estas modalidades, como la local www.asturiex.com.Tampoco en todos los casos los encuentros se concretan in situ, y las zonas calientes lo son simplemente para realizar el contacto, que luego se consuma en otro lugar

A partir de ahí, con el contacto hecho y el enclave del encuentro localizado, lo que se muestre o se oculte va en la discreción de los participantes y en la tolerancia o el rechazo de quienes puedan estar cerca de las playas, rutas costeras, parques y jardines, aparcamientos o polígonos industriales donde se busca la acción. En principio, el Código Penal no contempla delito si no hay exhibicionismo que fuerce a ver los actos o la desnudez de genitales que se asocia a la obscenidad desde un punto de vista legal. El exhibicionismo, si lo hay, es en todo caso consentido, en la medida en que se tolera o se busca la mirada de los voyeurs que también acuden estrictamente a ver, pero no a tocar ni ser tocados. Existe, por ejemplo, un código de luces en los coches para advertir de si se desea o, al menos, no importa ser visto: luz encendida, visibilidad tolerada o buscada; luz apagada, deseo de intimidad.

Pero, con códigos internos y con sin la ley de su parte, hay quien considera que la visión de una pareja hetero u homosexual disfrutando del sexo ocasional es, como poco, molesta y poco edificante para chavales que acuden a un campo de fútbol, a pocos metros del campo de cancaneo. Estos descuidos o indiferencia crean disgusto no solo para los espectadores obligados, o casi, donde las brozas y matorrales dejan de ser tan espesos o altos como en principio buscan los doggers y cruisers. Uno de ellos, por ejemplo, saltaba a las redes al tener noticia por la información publicada ayer para reprochar a otros practicantes su indiscreción. «Ha salido hasta en el informativo de Antena 3. Estoy cansado de decir que hay que ser discretos y que a ciertas horas en según que sitios no se pueden hacer ciertas cosas, que después pasa lo que pasa y terminan pagando justos por pecadores». Los pecadores, en este caso, no son los que incurren en los pecados de la carne sino en los de una indiscreción que incluso podría ser interpretada peligrosamente como exhibicionismo si las denuncias pasan de los medios a los tribunales. O, como poco, podría acarrear el desbroze, limpieza y eliminación de este refugio del sexo plenairista en enclave privilegiado y con vistas al mar, si es que se escuchan las exigencias hechas públicas por Manuel del Castillo.

No es eso, por cierto, lo que este aficionado al sexo público reprocha a sus iguales. No solo le preocupa dar imagen en general, sino también dar mala imagen. Y por eso afea a los usuarios ser, literalmente, «guarros»: «Lo de dejar la mierda tirada, que también ha salido en la tele todo lleno de condones y demas» «A ver si nos comportamos con un poco mas de civismo para que nadie pueda protestar ni llamar a la tele, no creo que sea mucho pedir ni tan dificil ser discretos y no dejar basura tirada. En fin que me parece que es predicar en el desierto visto la cantidad de guarros incivicos que hay por ahi».