La mancha con millones de pequeños crustáceos se extiende hasta Galicia

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

Francisco Muñiz

El banco de anfípodos cubre las playas asturianas de Tapia a Cabo Peñas. Luis Laria explica que no tienen impacto para el ecosistema

16 nov 2018 . Actualizado a las 14:06 h.

Millones y millones de pequeños crustáceos cubren la arena de las playas asturianas del occidente, de Tapia de Casariego a cabo Peñas. Son los denominados anfípodos hipéridos, organismos característicos del área atlántica similares a la quisquilla pero con una cabeza sobredimensionada. Comenzaron a llegar a la costa asturiana el miércoles por la tarde y todavía continúan en la línea de mareas, por lo que es posible que en las próximas horas el manto sobre la arena siga engordando. Aunque la playa más afectada es la de Xagó, también se han detectado grandes cantidades en el Aguilar, el playón de Bayas, San Juan de Nieva, Luarca o Tapia de Casariego. Luis Laria, responsable de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma), señala que mueren en tierra porque no tienen capacidad para regresar al mar. El vídeo grabado por Francisco Muñiz y compartido por Laria en Facebook que ilustrra esta información muestra la magnitud de la mancha.

Laria matiza que no tiene ningún impacto negativo para el ecosistema marino asturiano. Este biólogo explica que los anfípodos hipéridos son animales pelágicos que viven en aguas medias o cerca de la superficie y que son la base alimentaria de muchas especies. Deshidratados forman parte del alimento que se da a las tortugas en cautividad. Son organismos abundantes, con más de 1.000 especies diferentes. Los pescadores asturianos, por ejemplo, están familiarizados con una de ellas, la denominada pulga. «Los profesionales saben que en determinadas zonas no puedes dejar el aparejo de palangre muchas horas en el mar, porque si te caen tres o cuatro rodaballos, cuando los saquen, pueden haberlos limpiado las pulgas por completo. Entran por los ojos y la boca y los devoran. Pueden limpiar el cadáver de un delfín o incluso de una persona», explica.

No tienen un impacto ambiental pero sí visual. El responsable del Cepesma reconoce que la imagen es «impresionante», con las playas cubiertas de millones de pequeños crustáceos que mueren en tierra incapaces de volver al mar. En Asturias se han dado otros varamientos de especies similares pero nunca en cantidades tan grandes. Hubo uno en 2007 que afectó fundamentalmente a la playa de Serantes (Tapia de Casariego) y otro, en 2011, en San Juan de Nieva (Castrillón). También se han registrado de otras especies diferentes, como ocurrió en La Griega, hace más de una década, con los bocartes.

No obstante, las razones por las que bancos de otras especies terminan varadas en la costa son diferentes. Laria comenta que en el caso de los bocartes hay factores de depredación. En estos crustáceos está más relacionada con un choque térmico en el agua que los pilla por sorpresa. Los bancos terminan a merced de las corrientes que los arrastran y pueden acabar cerca del litoral, porque no tiene capacidad para moverse por sí mismos. «Es impresionante ver la cresta de la ola donde rompe el mar llena de miles de estos organismo», admite Laria.

Las corrientes marinas se extienden hacia el este. Ese es el camino que ha seguido este macrobanco de anfípodos. De momento, tienen controlado el límite en cabo Peñas, pero es complicado determinar hasta dónde alcanzará ni durante cuánto tiempo.