Izquierda menos Unida y más Xunida

L. O. REDACCIÓN

ASTURIAS

Ramón Argüelles y Alberto Garzón
Ramón Argüelles y Alberto Garzón

La coalición llega a la triple convocatoria de elecciones locales, autonómicas y europeas, distanciada de la dirección federal

19 dic 2018 . Actualizado a las 18:12 h.

En las elecciones de mayo, cuando coincidan los comicios locales, los autonómicos y los europeos (con pocas posibilidades aunque alguna haya de que también se llamara a las urnas generales) Izquierda Unida de Asturias tendrá que bregar con una cierta confusión de alianzas. La organización en Asturias votó en un referendo interno que concurría en solitario a las elecciones la Junta General, sin compartir coalición con Podemos; pero dejó la puerta abierta a que sí se cerraran acuerdos con los morados a nivel municipal (muy avanzados en concejos como Avilés y Langreo) mientras que la marca Unidas Podemos será la que figure invariablemente en las elecciones para el parlamento Europeo.

Ninguna de estas decisiones se alcanzó sin polémica. Izquierda Unida de Asturias es una de las agrupaciones más potentes del Estado (con un grupo parlamentario de cinco diputados en la Junta General) y que además es la segunda fuerza que más alcaldías gobierna en el Principado y, pese a todo, arrastra desde hace meses un malestar creciente con la dirección federal en el que ha habido desde roces hasta enfrentamientos directos. La última polémica saltó después del inicio de la constitución de las listas electorales para los comicios europeos. Alberto Garzón y Pablo Iglesias cerraron un acuerdo en el que se establece un modelo de primarias en el que los morados copan los primeros puestos de la lista y en el que no hay asomo de ningún nombre asturiano. Los sectores más críticos (que son minoría a nivel estatal, pero mayoritarios en Asturias) llegaron a denunciar que se «laminaba» a quien no fuera un «garzoner».

Es por todo ello que en el documento de conciliación sometido este lunes a la coordinadora regional por Ramón Argüelles rechaza «la decisión de la dirección federal de excluir a Izquierda Unida de Asturias de la lista europea por primera vez en 32 años» pero además hace una referencia explícita a «manifestar el reconocimiento y la felicitación por el trabajo que viene desarrollando nuestra eurodiputada Ángela Vallina con una coordinación permanente con IU de Asturias y la aplicación de nuestro programa electoral». Desde Asturias se interpreta que se ha señalado a Vallina de forma maniquea desde la dirección estatal en un proceso que arrancó cuando Marina Albiol denunció prácticas de acoso contra trabajadores del grupo parlamentario en Bruselas de las que luego se retractó. Pero a raíz de la investigación interna abierta por ese caso se apuntó que Vallina habría incumplido varios artículos de los estatutos de la organización, que no llegaron a especificarse, y que según indicaron podrían acarrear faltas de leves a graves que tampoco se especifican. Desde Asturias se ha llegado a comparar este caso con «El Proceso» de Kafka, por su desarrollo y porque no se llega a conocer nunca de qué se acusa a la asturiana y por qué se liga su investigación a las denuncias de acoso.

Meses atrás, en el momento en el que las agrupaciones debían votar si acudirían en coalición con Podemos a las autonómicas, Asturias y Madrid llegaron a un enfrentamiento directo, con amenazas de intervención por parte de Garzón, con denuncias de inflado del censo desde Asturias y una tregua aceptada casi a regañadientes en la que se aceptaron dos tipos de consultas (la propuesta por la dirección federal abierta a militantes y simpatizantes) y la asturiana (sólo para afiliados) de tal manera que sólo la asturiana fuera vinculante. Más del 50% votó no a acudir con Podemos a las urnas. Pero la brecha a un lado y otro de la cordillera cantábrica se había agrandado.

En su amenaza de intervención, Garzón llegó a exponer en su carta que se reservaba «el derecho a ejercer directamente y en exclusiva todas las competencias de Izquierda Unida sobre el territorio de Asturias, incluyendo el uso de la simbología y denominación de la organización en procesos electorales». No fueron pocos los que desde Asturias vieron un intento de controlar el patrimonio de la organización. Pero además se guardaron un as en la manga por si la sangre llegaba al río y advirtieron de que en Asturias se poseé la marca Izquierda Xunida, que la federación astur se constituyó antes que la estatal y que en un momento determinado podrían usar su propio nombre en solitario.

Argüelles brega entre dos aguas, firme defensor de un arreglo con Garzón ha tenido que apagar demasiados fuegos encendidos desde Madrid. El último de ellos por el caso de la lista de las elecciones europeas. De forma paralela, y aunque no ha afectado a Asturias directamente, semanas atrás corrieron los comentarios por el caso de una cuenta creada en tuiter y llamada «Rancios Izquierda Unida» que se dedicaba a atacar sistemáticamente a la dirección de la coalición en Zamora (la única capital de provincia que gobierna IU) y que en un momento determinado trató de pasar una cuenta por gastos a la propia agrupación. Tras una denuncia se descubrió que la cuenta era gestionada por un responsable de comunicación en el parlamento europeo, afín a Garzón. Cuando la demanda en los juzgados avanzaba, la dirección de Garzón quitó los poderes al abogado de Zamora para que se frenara el caso.