«Esta sociedad está orientada a hacernos desarrollar conductas adictivas»

J. C. G. GIJÓN

ASTURIAS

El gijonés Francisco Prados, director general de CCAdicciones
El gijonés Francisco Prados, director general de CCAdicciones

El gijonés Francisco Prados, director general de CCAdicciones, analiza los nuevos perfiles de una enfermedad «cada vez más compleja» por el aumento de los estímulos

26 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El gijonés Francisco Prados habla de la adicción con la experiencia de una docena de años al frente de una cadena en crecimiento de establecimientos para el tratamiento de este tipo de patología en todas sus variantes. Pero también con la visión que le da el hecho de ser él mismo una persona rehabilitada de una de ellas. El primer centro de CC Adicciones, la empresa de la que es director general, ha cumplido ya 12 años en Barcelona, suma ya cuatro clínicas en España -incluida una en Gijón- además del centro principal de ingresos en Tarragona, y prevé abrir dos nuevas el próximo año en Madrid y Alicante. En ellas trabajan 40 profesionales de diversas disciplinas -algunos de ellos también exadictos- ante la creciente demanda de tratamientos en una sociedad donde cada vez es más las conductas supuestamente 'normales' convergen hacia la compulsión.

-Para usted, la cuestión de la adicción fue antes personal que profesional...

-Bastante personal. Llegué a Barcelona hace 17 años precisamente para hacer una recuperación por adicción. Una vez hecha la recuperación, pensé qué hacer con mi vida. Me quedé a vivir allí, con idea de abrir una consultaría para ayudar a personas que tenían familiares con problemas de adicción y no sabían adónde acudir. Empecé con esto, continué estudiando y poco a poco pasamos de ser una consultoría a tener un centro ambulatorio. La empresa fue creciendo, abrimos la primera clínica de ingreso en Mataró, seguimos creciendo, temos clínica en Madrid, en Gijón y hace tres años dimos el salto a Tarragona donde ampliamos bastante las instalaciones. Tenemos un hospital grande en un pueblo que es donde hacemos el tratamiento de ingreso. A partir de esta clínica madre hacemos la desintoxicación y deshabituación para después pasar ya al tratamiento ambulatorio en los lugares de origen de los pacientes. En Tarragona tenemos in equipo pluridisciplinar: monitores, psiquiatras, terapeutas, integradores sociales, educadores sociales, enfermeras… Trabajamos las 24 horas como cualquier hospital.

-Una oferta con demanda al alza: las adicciones crecen y se diversifican.

-En singular, porque es una sola patología grave, crónica y mortal que siempre tiene una droga estrella, dependiendo del paciente: cualquier sustancia, ludopatía, conductas compulsivas… Hace años, vamos a decirlo de esta manera, el adicto era adicto puro: la adicción se asociaba a una sustancia con sus conductas, hábitos, actitudes, habilidades negativas desarrolladas. Poco a poco fueron creciendo otras conductas adictivas, sobre todo la ludopatía y la adicción a las nuevas tecnologías a través de las redes sociales, la facilidad de acceso a la compra o el juego on line, que provocan el desarrollo de este tipo de patologías. Y desde hace cuatro o cinco años hemos tenido que especializarnos en patología dual.

-¿Qué es una patología dual?

-Una patología psiquiátrica que viene asociada a la adicción: trastornos obsesivo-compulsivos, ansiedad generalizada, bipolaridades, esquizofrenias… Son patologías asociadas al consumo que se tratan y que generalmente desaparecen después de haber hecho el tratamiento de adicción.

-Luego nuestra adicción se hace cada vez más diversa y más compleja.

-Sí, correcto. Para tratarlas hay que especializarse muchísimo más, tener un equipo muchísimo más amplio porque estamos ante una enfermedad multifactorial. No se puede abordar desde un solo punto de vista: estamos hablando de emociones, problemas fisiológicos, psicológicos o mentales. Hay una enorme cantidad de cosas que trabajar, aparte de la adicción en sí: aptitudes, actitudes sociales… Y es además una enfermedad que no solo toca al paciente sino sobre todo al entorno. Trabajamos muchísimo con los familiares, las parejas, los hijos... En definitiva, cuando las personas de su entorno han de saber tratar al paciente que sigue un tratamiento y vivir con él.

-La forma en la que está organizada la sociedad y la economía no lo ponen fácil a quien tiene alguna tendencia a la adicción. 

-Tanto quien tiene cierta alguna tendencia como a quien no la tiene. Hace ya años que se está trabajando sobre la parte genética de esta enfermedad. El adicto nace con una predisposición a desarrollarla, como quien desarrolla cualquier otra enfermedad. Y es verdad que muchas de las cosas que vivimos hoy día, el funcionamiento de la sociedad, está orientado a que al final se genere un cambio que nos hace desarrollar esta enfermedad. A nivel psicobiológico, tenemos centros de recompensa y un sistema límbico que es el que controla el placer de las emociones; y si lo sobrecargas, acaba por volverse disfuncional. Los centros de recompensa necesitan cada vez más. Estás, por ejemplo, recibiendo constantemente estímulos sobre juego: si al final te metes en esto vas a querer más y más. Es el funcionamiento de esta enfermedad: de manera antinatural estamos dando recompensas a nuestro sistema que al final nos sigue pidiendo. Es lo que se llama neuroadaptación: adaptamos el funcionamiento de nuestras neuronas a unos estímulos que no son naturales.

-Una especie de gratificación patológica.

-Además de inmediata y recurrente.

-¿No es un perfil que hoy nos retrata a casi todos de una manera u otra?

-Sí Mi mujer me decía el otro día, oyéndome hablar de la adicción a las compras: «¡Es que soy adicta yo también!» Yo tengo dos niñas pequeñas, y lo van a pasar mal seguramente porque además cierto tipo de conductas sociales se convierten en una obligacion. Por ejemplo, respecto a la adicción a las nuevas tecnologías, llevar hoy un móvil en la mano a cierta edad, es indispensable. Las complejidades que se van sumando a la recuperación enfermedad son crecientes. Nosotros somos un punto libre de drogas. Cuando un paciente es adicto al consumo de drogas, el fin de esta recuperación es que viva bien sin consumir nada de nada. Pero en conductas compulsivas sobre nuevas tecnologías o en casos de compra convulsiva no puedes aplicar un tratamiento de este tipo. No puedes decirle a un paciente que no vuelva a utilizar las nuevas tecnologías, que no vuelva a a comprar.

-Eso supondría un completo aislamiento de esta sociedad. Estar en un búnker.

-Se trata más bien de inculcar un uso responsable de aquello que te genera la dependencia. Pero es complejo. Los estímulos están por todos los sitios. Es patología muy poco estudiada aún, muy avanzada, muchísimos tratamientos, muchísimas metodologías que no están unificadas. Desde un psicólogo hasta un médico de familia pueden utilizar sus propios métodos. La cuestión está en la cantidad de profesionales de distintas áreas que puedan abordarla. Cuantos más, mejor.

-Aunque insisten en que siempre hay salida.

-Hay recuperación, no cura. Y se vive muy bien, te lo aseguro, sin consumir lo que te hizo adicto. Se trabajan muchos valores, porque son muy importantes. Pero lo básico es no volver a consumir nunca; si vuelves a hacerlo, el centro de recompensa se activa y vuelves a estar donde estabas, lleves los años que lleves.

-Habla con la convicción de su experiencia personal...

-Correcto, correcto. No solo yo: parte de mi equipo terapéutico y de monitoraje llevan el mismo tiempo que yo recuperados y otros estuvieron en recuperación, salieron, hicieron su vida, se formaron y ahora están como terapeutas en el centro.

-Usted es asturiano y tienen centro en Gijón. ¿Marca Asturias algún perfil particular en cuanto a adicciones?

-Hay, en general, tres sustancias que en Asturias detectamos en nuestra clínica como las que provocan mayor adicción: alcohol en primer lugar. Es muy tópico y muy típico, pero es verdad que la adicción al alcohol, en Asturias, en el norte en general, es muy elevada. Es una barbaridad el consumo que se da en Asturias. Cocaína y hachís, en este orden, van detrás. Se consume muchísima cocaína y el THC [tetrahidrocannabinol, componente más psicoactivo del hachís] está relativamente bien visto en sociedad, lo cual es un problema añadido.

-¿Y otro perfil, este sociológico y económico, detrás de esas adicciones?

-A nivel general, en toda España, la conducta social está muy asociada al consumo de alcohol a cualquier hora y en cualquier situación, y en Asturias muchísimo más porque tenemos bebida propia, la sidra. El clima, fresco y lluvioso, también facilita este tipo de consumo. Y el fondo socioeconómico es bastante problemático. En la clínica también tenemos muchas consultas, sobre todo informativas, de amas de casa de mediana edad en relación al consumo de pastillas, de benzodiazepinas. La crisis hizo mucha mella. Cuando hay algún problema afectivo o emocional, se acude con facilidad a las benzodiazepinas, que son muy adictivas.

-¿Dónde está la clave en el camino de la recuperación?

-Primero -y es una enfermediad muy agradecida en este sentido- el paciente tiene que manifestar disposición para empezar el tratamiento. Cuando tienes un cáncer y te dicen que tienes que hacer quimioterapia, no lo dudas. Aquí, la disposición a hacer el tratamiento te asegura ya el 80 por ciento del éxito. Es la lucha que tenemos: que el paciente se quede, que no entre en un mecanismo de negación que es muy frecuente. La familia es también muy importante. El paso de entrar en la web, llamar por teléfono y pedir información es clave. Y, sobre todo, pedir ayuda porque a menudo no se sabe cómo actuar: vamos guiando a la familia, a la pareja, a quien conviva con el enferemo para ir cerrando puertas, cerrando grifos, orientándolo hacia una primera visita, y nosotros aquí ya tratamos de hacer ver cuál es la situación real. Porque la irrealidad en la que se vive es tremenda.