Así fue la emboscada a Ardines, según un sicario: «Siempre pensé que lo dejamos vivo»

La Voz

ASTURIAS

Uno de los detenidos por el asesinato del concejal de IU en Llanes (Asturias) Javier Ardines, es conducido por miembros de las GAR de la Guardia Civil, tras buscar indicios en su domicilio de Bilbao.
Uno de los detenidos por el asesinato del concejal de IU en Llanes (Asturias) Javier Ardines, es conducido por miembros de las GAR de la Guardia Civil, tras buscar indicios en su domicilio de Bilbao. LUIS TEJIDO

La declaración de Djelali B. confirma todas las hipótesis sobre el modo en el que se produjo el ataque, salvo un hecho crucial

22 feb 2019 . Actualizado a las 12:22 h.

Los dos sicarios que atacaron a Javier Ardines querían «darle un susto, no matarle», y lo  intentaron sin éxito días antes de la emboscada que terminó con la vida del concejal llanisco. Su declaración confirma las hipótesis de los investigadores de la Guardia Civil, salvo en un extremo capital: la acusación de haber dado muerte por asfixia a su víctima. Interceptaron el paso del vehículo del edil, le rociaron con gas pimienta, le golpearon, le persiguieron cuando emprendió una carrera desesperada, volvieron a golpearle y lo dejaron en el suelo en la convicción de que «estaba vivo». Así se recoge en la declaración realizada en la noche de este jueves ante la titular del Juzgado de Instrucción nº  de Llanes por Djelali B, el delincuente de origen argelino al que se acusa de ser el autor material de la muerte de Ardines junto a un compatriota que en estos momentos se encuentra encarcelado en Suiza y a la espera de la extradición. Según la transcripción de divulgada por Antena 3 de dicha declaración, ambos realizaron un primer intento del que Ardines salió indemne a causa de la torpeza de los asaltantes. 

El primer intento

«A mediados de agosto, mi compañero y yo fuimos a casa de Ardines a cumplir el encargo de Pedro, que era darle un susto, no matarle. El plan era ponerle una valla de esas amarillas en mitad de la carretera, como una trampa, y asaltarle cuando se bajase a quitarla. Pusimos la valla en mitad de la carretera y esperamos. Estábamos escondidos los dos en el lado izquierdo del camino», relató el acusado ante la juez. Pero las cosas no salieron como habían previsto: «Vimos venir el coche. Cuando los faros iluminaron la valla, casi paró. Pero como solo habíamos colocado una valla y había hueco por los lados la esquivó con el coche. Pasó por un lado».

El segundo intento

Decidieron dejar que transcurriesen unos días para repetir el intento. Lo hicieron en la madrugada del 16 de agosto intentando subsanar el error que había salvado a su víctima la primera vez. «Esta vez subimos tres vallas del camino, una al lado de otra, para bloquear la carretera, y una tercera en medio, sujetando las otras dos para que no se fuera al suelo. Esperamos agazapados donde la otra vez. Vimos venir el coche de Ardines. Esta vez se tuvo que parar. No podía pasar. Abrió la puerta, se bajó del coche y caminó hacia las vallas para quitarlas», prosigue la declaración.

El ataque

Djelail B. relataba ante la juez los terribles sucesos que acaecieron a continuación: «Entonces saltamos a por él. Los faros del coche le deslumbraban y no pudo vernos bien, y además mi compañero lo primero que hizo fue rociarle la cara con gas pimienta. Le dio un golpe en la cabeza. Ardines tiró una valla y salió corriendo. Le perseguimos. Yo llevaba un palo en la mano, y mi compañero un bate de béisbol. Ardines corría mucho. Yo intentaba darle en las piernas para tirarle, pero nada. Mi compañero sí consiguió golpearle en la cabeza, fuerte. Al final se cayó al suelo. Le dije a mi compañero: "Corre, vámonos, esto ya está". Salí corriendo de regreso pero él se quedó allí. No lo vi bien, pero escuché como le volvía a golpear en la cabeza», declaró el sicario, que reitera:  «Siempre pensé que lo dejamos vivo, porque se trataba de darle solo un susto».