Cien mil feministas vuelven a hacer historia en las calles de Gijón

J. C. G. GIJÓN

ASTURIAS

Rotundo éxito de la huelga del 8M, que consiguió movilizar más manifestantes que en su convocatoria de 2018 en demanda de la plena igualdad y la garantía de derechos para las mujeres

09 mar 2019 . Actualizado a las 09:26 h.

A Mari Paz le hubiese gustado estar, como en otras ocasiones, abajo, en la calle, manifestándose. No pudo hacerlo. Su madre -95 años y en silla de ruedas- no podía de ninguna manera quedarse sola en casa. Tampoco su hija, enfermera en servicios mínimos, pudo unirse a la gran marcha del 8M de 2019 en Gijón. Así que Mari Paz, en nombre de las tres generaciones de mujeres de su casa, tuvo que conformarse con ver discurrir bajo el balcón de su segundo piso en la Carretera de la Costa un clamor de solidaridad, resistencia y esperanza pocas veces visto en Asturias: decenas de miles de feministas -mujeres casi todas, pero también muchos hombres- exigiendo la plena igualdad en una muestra de poderio que, por segundo año consecutivo, hizo historia en los anales de las movilizaciones sociales congregando una de las mayores concentraciones de este 8M en España.

Pero Mari Paz, además de como testigo, estuvo también de otro modo en la gran movilización de ayer en GIjón. Su situación era la de muchas otras mujeres que a lo largo del día fueron recordadas por las que, en distintos grados y de distintas maneras, sí quisieron y pudieron secundar la huelga laboral, de cuidados y de consumo y, sobre todo, se sumaron desde todos los puntos de Asturias a un río morado aún más caudaloso que el del pasado 8M. Cien mil personas, según la organización, apiñadas en un desfile reivindicativo y festivo que recorrió casi dos kilómetros entre El Bibio y El Humedal que requirió dos horas y media de caminata y de espera antes de que los últimos manifestantes pudieran arribar al punto de destino.

«Asturias será la tumba del machismo», corearon una y otra vez los manifestantes. Y demostraron que manos para enterrarlo a esta parte de la cordillera no habrán de faltar. Ni entusiasmo para hacerlo: ingenio afilado en consignas y carteles contra todas las manifestaciones del patriarcado -institucionales, políticas, laborales y en cualquier otro aspecto de la vida-, tambores de batucada y charangas, humaredas moradas, canciones compuestas exprofeso o versiones para el caso acompañaron la manifestación que partía pasadas las siete de la tarde y llegaba al Humedal una hora y media después. Lo hacía justo en el mismo momento en el que echaba a andar aún con mucha lentitud la cola de una marcha que provocó momentos de auténtico colapso a lo largo de la ruta. Entre cánticos, reivindicaciones y un ambiente de fiesta grande, los miles de personas que se agolpaban en el entorno de la plaza de toros aguardaron con paciencia el momento de emprender el camino hasta El Humedal, que se vio casi desbordado -desde la Casa Rosada hasta la iglesia de San José- según iba desaguando en su explanada la gran manifestación.

Fue allí donde, encaramadas al graderío de la plaza, varias integrantes de la organización dieron lectura al mismo manifesto que se había leído al mediodía en la concentración de la Plaza Mayor antes de que el Coru Antifascista Matriarcal 'Al Altu la Lleva' volviese a poner los pelos de punta de las decenas de miles de concentrados -como lo hiciera ya el pasado año- con la interpretación de dos clásicos anglosajones de la lucha social adaptados al asturiano (y a las circunstancias de la lucha feminista): Pan y Roses y Muyeres de la clase obrera.

Tal fue el acúmulo de personas que discurrieron encajonadas por la Carretera de la Costa que muchos de los manifestantes optaron por tomar vías alternativas para dirigirse hacia la meta de la marcha. En su transcurso, consignas aparte, hubo tiempo de sobra para echar cuentas y evaluar el significado de este nuevo éxito de convocatoria, que algunos y algunas encaraban con cierto temor al retroceso después del éxito sin paliativos de 2019. No sucedió así. El desbordamiento de la lucha feminista parece haber llegado para quedarse, y los analistas sonbre la marcha -muchos ellos líderes y militantes de partidos politicos y sindicatos- tuvieron tiempo de considerar factores de movilización como el 'efecto respuesta' a la irrupción de Vox o a los pactos de Andalucía: incluso de cargar de optimismo las baterías de cara a las inminentes rondas electorales desde el punto de vista de la izquierda.

Lo único cierto, a falta de ver si ese entusiasmo tiene traducción contante y sonante en las urnas, es que las reivindicaciones feministas fueron de nuevo masivamente respaldadas en Asturias. «Asturias será la tumba del machismo», «mi abuela empezó y ahora la lucho yo» o «tranquila, hermana, somos tú manada» «Aquí estamos, nosotros no matamos», «Aquí estamos, nosotros no violamos» y «Vamos a quemar la justicia patriarcal», han sido las consignas más pregonadas por los manifestantes, que también se ha lanzado mensajes para el dirigente de Vox, Santiago Abascal. «Abascal, criminal, aquí estamos» o «que somos cinco o seis, luego diréis» han sido algunos de ellos.

Asimismo, durante la marcha se ha reclamado una sociedad libre de violencias machistas y se ha apostado por cambios culturales que ayuden a lograr este objetivo. Entre sus consignas, se ha pedido, además, una Justicia en la que se deje de aplicar una lógica «patriarcal», una sociedad en la que se respete y valore la diversidad sexual e identidad de género y se reconozca la dignidad del trabajo doméstico y de cuidados que realizan las mujeres, eso sí, sin dejar de exigir que se asuma su corresponsabilidad en esta tarea por parte de todos los hombres.

Se ha arremetido, además, contra la división sexual del trabajo que condena a la mujer a la precariedad, la discriminación laboral y los trabajos «peor pagados, no remunerados, invisibles e ilegales». Por parte de Sara Combarros, del movimiento 8M Asturias, se ha destacado que esta va a ser otra jornada histórica, como ya se pudo comprobar en las exitosas concentraciones de en las plazas de los ayuntamientos.

Ha reconocido, eso sí, que los objetivos que persiguen se enmarcan en un horizonte muy amplio de transformación, desde conseguir una educación feminista, el fin de la brecha salarial, de la precariedad laboral, la derogación de la ley de Extranjería y lograr la visualización del trabajo de cuidado, que sigue siendo invisible.

Asimismo, ha considerado el auge de la extrema derecha como una reacción al éxito de la lucha de las mujeres y la pérdida de privilegios de los hombres. «Ni un paso atrás, mujeres adelante», ha conminado antes de afirmar que «este es el siglo de las mujeres». Alejandra Matallanas, por su lado, ha resaltado de la manifestación de este día que tiene un recorrido más ambicioso para que la gente pueda disfrutar más de la manifestación.

El manifiesto proclama la necesidad de la huelga del 8M ante la necesidad de que «se consideren las violencias machistas como una cuestión que atañe a toda la sociedad». «Para que la justicia nos crea y deje de aplicar una lógica patriarcal, para que se apliquen de forma efectiva las leyes contra las violencias machistas y se amplíen para incluir la violencia sexual», subraya el comunicado.

Añade que las mujeres desean ser dueñas de sus propios cuerpos, sus deseos, y sus decisiones y aboga para que la educación afectivo-sexual esté contemplada en el currículo escolar y sea integral. También pide que el aborto esté fuera del Código Penal y que «se reconozca como derecho de las mujeres y personas con capacidad de gestar a decidir sobre su cuerpo y su maternidad».

En la movilización han estado presentes, entre otros, el secretario general y candidato del PSOE a la Presidencia del Principado, Adrian Barbón, con otros dirigentes socialistas. «Los socialistas nos sentimos feministas porque la igualdad es un camino a la libertad», ha subrayado Barbón, que ha criticado al PP por no haber participado en la manifestación y ha considerado «una patraña» el argumento de que el feminismo limita los derechso de los hombres.