Rugen las motos, calla Cabañaquinta por Enol

Carmen Liedo CABAÑAQUINTA

ASTURIAS

Un centenar de moteros y conductores de quad despidieron al joven deportista fallecido tras un accidente en la competición de motocrós de Rueda, en Valladolid

14 mar 2019 . Actualizado a las 11:55 h.

Silencio absoluto en Cabañaquinta a las cinco de la tarde. Cientos de personas hacían duelo en la calle principal de la capital allerana mientras esperaban la llegada de la comitiva con el féretro de Enol Megido, comitiva que hacía unos minutos había salido del tanatorio de Moreda también con un rotundo silencio sólo roto por el rugir de más de un centenar de motos y quads que quisieron despedir al joven deportista fallecido tras un accidente en la competición de motocrós de Rueda, en Valladolid. A las cinco y veinte, diez minutos antes de la hora prevista para oficiar el funeral por Enol, de 19 años, comenzaban a tañer las campanas de la iglesia, indicando también la llegada de la comitiva fúnebre a la localidad.

La gente mantuvo un silencio estremecedor que los moteros que acompañaban a Enol alteraban mínimamente mientras se colocaban haciendo un pasillo hasta justo el acceso al templo y en un tramo de unos 150 metros. De nuevo, un silencio absoluto y sepulcral en Cabañaquinta durante unos minutos que se rompía de repente con el rugir de las motos cuando comenzaban a avanzar por ese pasillo el féretro con los restos del joven a hombros de los familiares y compañeros, seguido de sus padres, familia, amigos y vecinos. Todos los moteros aceleraban al máximo sus vehículos al paso rindiéndole homenaje al deportista apasionado por las motos. De hecho, todas esas motos y quads que rugieron llevaban una pegatina con un «va por ti, Enol», el número 27 con el que este competía y un crespón negro con su nombre. En la cabecera del pasillo lo esperaban Edgar, Jorge y Pablo, compañeros de Enol en el Motoclub Valdesoto, también con sus motos en marcha, una rosa blanca y lágrimas incontrolables en sus mejillas. También esperaba el casco de Enol, casco que recogía su hermano antes de entrar en la iglesia para que no falte en su despedida.

Una despedida emotiva dirigida por el presidente de Motoclub Valdesoto, Noel Gutiérrez, a petición de la familia del motociclista fallecido para rendirle homenaje en su funeral con lo que más le gustaba a Enol Megido: las motos. Así, al término del sepelio, el mismo manifestaba su agradecimiento a la familia de las motos por estar presentes en «el peor golpe que te puede dar la vida». Y es que en el tiempo que lleva Noel Gutiérrez en el mundo de las motos y las competiciones, asegura qua nunca le había tocado algo así. Él fue, justamente, el primero que llegó hasta Enol Megido el domingo cuando minutos antes de las doce del mediodía se caída desplomado tras un salto «sin dificultad». Explicó que «cuando llegamos hasta él, estaba inconsciente y el médico inicio la reanimación cardiopulmonar», lo que permitió que al Hospital Clínico Universitario de Valladolid llegara con pulso. Sin embargo, Enol fallecía unas horas después, aunque la autopsia preliminar, y a falta de los resultados definitivos, parece indicar que pudo haber sufrido un desvanecimiento que derivara en la caída.

Visiblemente afectado por la muerte de Enol Megido, al que entrenaba desde hacía dos años, Noel Gutiérrez destacó el carácter afable y amable de este joven allerano apasionado por las motos. «Siempre tenía una sonrisa en la cara y tenía una forma de ser con la que se hacía querer», manifestó el presidente de Motoclub Valdesoto, que puso de relieve también «la fuerza de voluntad» del deportista que incluso se había puesto a trabajar como camarero en un pub de Mieres para poder costearse los gastos que derivados de entrenar y competir «sin tener que pedir dinero a nadie». Así, añadió que «era sorprendente, porque era una persona mayor cuando trataba con personas mayores y también era un crío cuando trataba con críos, y siempre con esa sonrisa en la boca», reiteró para explicar el carácter alegre del joven fallecido.

Noel Gutiérrez comentó que la cabecera del pasillo quisieron formarla Edgar, Jorge y Pablo, compañeros de andaduras, competiciones y entrenamientos de Enol Megido. Los tres con una rosa blanca en sus motos. El presidente de Motoclub Valdesoto señaló de forma anecdótica que Pablo y Enol coincidieron en el club compitiendo con el número 27, dorsal que Enol que se había quedado cuando Pablo pasó a competir en el Campeonato de España aunque con el 227. Gutiérrez afirmó que Enol sentía mucha responsabilidad por llevar el dorsal de un campeón. «El mayor orgullo es llevar el número de un campeón. Fue la frase que él me dijo», recordó el máximo responsable de Motoclub Valdesoto.

Toda la familia motera quiso acompañar a Enol Megido antes de ser enterrado en el cementerio de Santibáñez de la Fuente, en Collanzo, acompañándole desde el tanatorio de Moreda hasta Cabañaquinta en un trayecto que realizaron por la antigua carretera entre ambas localidades, la AS-253; haciendo un pasillo para su fénetro mientras rugían los motores; asistiendo a su funeral en la iglesia de la capital allerana, que se quedó pequeña para acoger a todas las personas que acudieron a despedir al joven; y volviendo a hacer sonar sus motos más fuerte si cabe que a la entrada para despedirlo cuando, de nuevo a hombros de familiares y amigos, el ataúd fue llevado desde la iglesia hasta el coche funerario.

En todo momento, los padres, el hermano y los familiares de Enol Megido estuvieron arropados por una multitud que quiso acompañarles en este momento tan difícil por el que se calló a Cabañaquinta para que sólo se sintiera el rugido de las motos que apasionaban al joven deportista allerano.