«Operación rescate» para la playa de Barayo

s.d.m.

ASTURIAS

Playa de Barayo
Playa de Barayo Alfonso Suárez

La Universidad de Oviedo impulsa un proyecto para recuperar arena, salvar el ecosistema dunar y eliminar especies invasoras de la reserva natural

01 abr 2019 . Actualizado a las 11:35 h.

Pérdida de arena que genera fuertes taludes, la proliferación de especies invasoras y la reducción de la biodiversidad en el sistema dunar. La reserva natural de la playa de Barayo se enfrenta a un momento delicado que la Universidad de Oviedo, a través del programa europeo Arcos Life, trata de revertir de manera inmediata. Ya el año pasado se realizaron algunas actuaciones urgentes. Para este 2019, el plan es más ambicioso. La idea es suavizar la pendiente que se ha producido por la pérdida de arena para que la aportación de material a las dunas vuelva a producirse con regularidad. Se plantarán especies estructurales que se han multiplicado en un vivero de la Dirección General para la Sostenibilidad de la Costa y el Mar. Se instalarán captadores de arena en puntos estratégicas. Se colocarán cierre en las zonas sensibles para protegerlas de la presión turística. Además, se realizará una limpieza de especies invasoras, especialmente de la Spatina patens y se colocará una cubierta de plástico negro de aproximadamente 500 metros cuadrados. 

Este proyecto está coordinado por la Universidad, a través del Indurot y el departamento de Biología de Organismos y Sistemas. Su presupuesto total es de 1,3 millones de euros, de los que 945.428 euros que proceden del programa europeo LIFE. Arcos LIFE se centra precisamente en la ejecución de una serie de medidas para mejorar el estado de conservación de los ecosistemas dunares de la costa cantábrica, mediante la restauración de 10 ecosistemas diferentes, uno de ellos el de Barayo, repartidos entre Asturias, Cantabria y País Vasco. 

Los puntos del proyecto

La Universidad de Oviedo explica que las fuertes tormentas de los últimos años han acelerado la destrucción del frente lunar y de la primera banda de vegetación de la reserva natural, la que linda con la playa. Las especies de esa avanzadilla son las que están mejor adaptadas tanto a las condiciones de salinidad, a los efectos del vientos y a los bajos niveles de nutrientes en ese sedimento. Por si esta pérdida de biodiversidad fuera poco, la pérdida de arena ha creado taludes verticales de gran altura que frena la entrada de nuevas aportaciones de arena en las dunas ya que queda retenida en la propia playa. La primera medida, por tanto, es lo que denominan «retaluzado del frente dunar», es decir, suavizar la pendiente, para favorecer la entrada de más material y para mejorar las condiciones para plantar más especies propias del medio. 

Esas especies características de las dunas tendrán una gran importancia. En una primera fase introducirán 10.000 plantas de barrón que favorecerá la recuperación del banco de semillas y también la regeneración del terreno. De manera progresiva, también se recuperará el cardo de mar, la correhuela marina, lechetrezna de las playas, avellanas de tierra o el nardo marino. 

Con el objetivo de favorecer y acelerar la acumulación de arena en la zona dunar de Barayo se instalarán lo que llaman captadores. Son unas estructuras fabricadas con ramas de mimbre que se colocarán a modo de empalizada. Se cavarán pequeñas zanjas donde se irán colocando las varas. Suelen tener una duración de cuatro años y acaban degradándose de manera natural. 

Aunque la playa de Barayo no es de las más frecuentadas y la presión turística no demasiado elevada, los responsables del proyecto han decidido colocar cierres ligeros en torno a las plantación, indicando áreas por las que no se podrá transitar. Explican que, sobre todo en la primera fase, es importante evitar que se pisen las especies que se están recuperando.

El último paso consiste en eliminar las plantas invasoras, en especial la Spartina patens, que está empezando a ocupar el extremo occidental de las dunas. Esto proceso se realizará instalando una cubierta de plástico de negro que ocupará con una superficie de 500 metros cuadrados. Esta cubierta impedirá el proceso de fotosíntesis y causará su muerte. Este plástico se instalará solo en invierno y se retirará en verano para impedir la degradación de todo el entorno. Este método ya se ensayó en los años 2016 y 2017 con resultados positivos, según los investigadores.