Casado alerta contra la «educación endogámica» que «pretende ahora el Principado»

ASTURIAS

El presidente del PP arranca la campaña en Asturias con la promesa de «costes fijos» en la energía para la industria y que se cumplan los plazos de la Variante de Pajares

12 abr 2019 . Actualizado a las 17:10 h.

En el devenir retórico del presidente del PP, Pablo Casado, cuando empieza a hilar un discurso, todo se convierte en hiperbólico. Cada arroyo es un Amazonas, cada colina un Himalaya, y no hay molino que no oculte en realidad un gigante.  Casado dio el pistoletazo de salida a la campaña electoral en Oviedo en un acto, al que llegó con una hora de retraso por un demora aérea, de encuentro con los empresarios y en el que la mayor parte de su exposición se centró la política nacional aunque tuvo también respuesta para algunas de las preguntas planteadas por el auditorio sobre cuestiones específicas de Asturias. Entre ellas, su compromiso de que, en el caso de llegar a la presidencia del Gobierno, se garantizarán los plazos de la inauguración de la Variante de Pajares y también la exigencia de que desde el Ejecutivo se concrete una política energética con un «coste fijo» que permita a la industria ser competitiva y alejada de la, a su juicio, «kamikaze» desarrollada por el Gobierno de Pedro Sánchez que «ha anticipado los plazos de descarbonización que estaban pactados con la UE, y que ya eran breves y estrictos, por una moda ecologista».

Antes de celebrar el encuentro, el presidente del PP mantuvo un breve encuentro con los trabajadores de Alcoa que llevan meses demandando una solución para evitar el cierre de las factorías de Aviles y A Coruña y que la multinacional achaca a los elevados costes de la electricidad. Casado habló de extensión de la vida de las centrales nucleares, de aprovechar plantas de regasificación y calificó de «demagógica» la descarbonización acelerada (la mayor parte de la energía que se produce en Asturias procede de centrales térmicas» pero más allá de sus críticas a la «improvisación que ha alimentado la incertidumbre» por parte de la ministra Terera Rivera no llegó a señalar ninguna solución concreta para la industria electrointensiva asturiana. Apuntó que su compromiso es que el 20% del PIB de la economía dependa de la industria (cuando en Asturias ya es un 22%) y reiteró la necesidad de que el sector tenga costes fijos pero sin mayor explicación.

Entre las preguntas que le plantearon tras su discurso estuvo el recuerdo sobre su polémica declaración de que no deseaba que la educación de los niños asturianos se limitara a estudiar «hórreos y frixuelos» y también sobre su negativa a reconocer la oficialidad de la llingua asturiana. Respecto al primer punto afirmó que se había extraído un fragmento de su intervención para hacerlo una parodia, que el postre típico asturiano le encanta hasta el punto de que «voy buscando frixuelos por Madrid» y se perdió un poco en su reivindicación de los hórreos «que los hay en Asturias pero también en otras regiones, como en Cantabria y uno de ellos está en el pueblo de mi madre». Lo que señaló al respecto de la enseñanza es que apreciaba el riesgo de que en Asturias se diera «una educación endogámica como se está pretendiendo ahora desde el Principado» y que, en su opinión, ya se está dando en «Cataluña, País Vasco y Navarra» porque «algunos quieren que Asturias se aun ente sin conexión con España». Eso sí reconoció que, en realidad, la calidad de sistema educativo asturiano es alta «muy por encima del nivel de los políticos».

Sobre la oficialidad del asturiano, repitió su negativa por ser «una polémica artificial» que se ofrece «para intentar dividir» cuando debería basta con la Ley de Uso en vigor aprobada bajo el Gobierno de Sergio Marqués. Apuntó que debe respetarse la tradición y la cultura «sin coste en los trámites administrativos» que, según señaló, en el caso del asturiano, serían innecesarios porque «no hay una diferencia fonética o sintáctica con el castellano».

Revolución fiscal

La audiencia de la cita, organizada por «Asturias punto de encuentro» estaba compuesta principalmente por empresarios y hacia ellos ofreció Casado la mejor parte de su exposición, donde desplegó sus dotes de comercial, para detallar toda una serie de medidas fiscales enfocadas a favoreces a los «emprendedores». Junto a su negativa tajante a cambiar la reforma laboral, señaló que habrá rebajas de impuestos, toda una «revolución fiscal» dirigida principalmente a las grandes rentas: la supresión del impuesto de sucesiones, el de donaciones, el de patrimonio yu el de actor jurídicos documentados además de una rebaja los tipos máximos en el IRPF. Todo ello se compensará, según explicó, con el «retorno de recaudación» de las cotizaciones y la propuesta de una «armonización de la unidad de mercado». Entre varias promesas dirigidas a las pymes, la reducción de burocracia para que se pueda crear una empresa en cinco días hábiles y la publicación de una carta personalizada en que cada uno vez qué impuestos ha pagado, aseguró que España debe ser «la California de Europa» atrayendo a fondos de inversión en nuevas tecnologías.

Sus valoraciones del ámbito nacional fueron, como en las últimas semanas, extremadamente ácidas hacia el PSOE. Casado no cita a Sánchez sin añadir que pacta con «Otegui, los comunistas y los independentistas» y tampoco deja de añadir a «Cuba y Venezuela» si a quien menciona es a Pablo Iglesias, Acaso, para variar, señala que el lider de Podemos preferiría vivir en una país «con partido único» y también que el destino de la política económica del Gobierno es terminar «en un corralito, como en Grecia, que sólo se podían sacar 20 euros del cajero».

Casado afirmó en todo momento que la suya era la única alternativa posible a un gobierno de Pedro Sánchez que debería estar atado a «comunistas, independentistas y a los herederos de Batasuna». Sánchez es «el enemigo», repitió en varias ocasiones para evitar también criticar a los votantes de Vox, que Casado espera recuperar. En todo caso, y sin solución de continuidad, también aseveró que en la circunstancia de que los socialistas pudieran sumar una mayoría suficiente con Ciudadadano, Albert Rivera les prestaría su apoyo. Aunque no vio contradicción ninguna entre la amenaza ineludible del pacto con los separatistas y también a la vez, el de la continuidad con los naranjas.