«Debes actuar rápido porque la mujer tiene a su agresor en casa»

N.G.R. REDACCIÓN

ASTURIAS

Trabajadores del Centro de Atención Integral a Mujeres Víctimas de la Violencia de Género, conocido como Casa Malva
Trabajadores del Centro de Atención Integral a Mujeres Víctimas de la Violencia de Género, conocido como Casa Malva

La Red de Casas de Acogida, galardonada con la Medalla de Plata de Asturias 2019, ofrece una atención integral a las víctimas que sufren violencia de género

04 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Suena el teléfono. La mujer, con el agresor en la casa, llama al número de emergencias de la Red de Casas de Acogida. La respuesta debe ser rápida, ya que el agresor está en el hogar. La víctima busca contrarreloj una forma de escapar del ambiente de violencia que se respira en su domicilio, donde la convivencia es ya imposible. «La violencia de género psicológica y física te deja sin hogar, parece que tienes una casa, pero no es así», explica Yoanna Magdalena, coordinadora de la Red de Casas de Acogida, entidad galardonada con la Medalla de Plata de Asturias 2019. Constituida en el año 2002, la gestión se encomendó a Cruz Roja y contó entonces con la adhesión de numerosos ayuntamientos, aunque el punto de inflexión lo supuso la creación en 2007 en Gijón del Centro de Atención Integral a Mujeres Víctimas de la Violencia de Género, conocido popularmente como Casa Malva, un espacio de referencia a nivel nacional e internacional en la atención especializada a las mujeres que sufren esta lacra. «Nos han visitado personas de países iberoamericanos para interesarse en la forma en que trabajamos», afirma Magdalena.

Descuelga el teléfono Eva Alba, responsable del servicio de ingreso, y apenas tiene unos minutos para responder, ya que la situación es de riesgo. La víctima se encuentra violentada, y Alba debe ser capaz de responder en muy poco tiempo, consiguiendo la confianza de la víctima para salir de ese ambiente de peligro. «Debes actuar rápido porque la mujer tiene a su agresor en casa», señala Alba. No obstante, no todas las llamadas son para entrar en la red: existe un gran número de afectadas que llaman para desahogarse o informarse de si sufren o no violencia de género. «Las conversaciones que más me han marcado son aquellas en las que no saben si sufren o no un caso de violencia de género y una vez se explican te das cuenta de que sí lo están pasando», señala la responsable del servicio de ingreso. Señala la reticencia que muestran algunas víctimas a la hora de hablar con ella, que contrasta con la satisfacción que manifiestan cuando consiguen entrar, desarrollar una trayectoria, y salir de forma exitosa.

Las mujeres pueden ponerse en contacto con este primer paso mediante las llamadas que derivan el 112 y el 016, que se dirigen al teléfono de emergencias que se responde desde la propia Casa Malva. Una vez realizado este contacto, la atención es total: las 24 horas del día durante los 365 días del año. El equipo especializado atiende a la mujer, la escucha de forma activa lo que dice, de forma que se trata de dilucidar si ella es consciente de que está pasando una situación de violencia de género. «Las que llaman suelen intuir que ya lo están sufriendo», comenta la coordinadora. Se realiza una entrevista motivacional para tratar de ver en qué posición está, si quiere ingresar en cualquiera de los dispositivos con los que cuenta la red, estos son, los centros de Gijón, Oviedo y Avilés. El lugar al que entren lo va a determinar su situación de seguridad, su proyecto de vida o sus preferencias personales.

Denuncia y larga estancia

Tras esta primera fase, la mujer valora si presenta o no denuncia. En caso de querellarse contra su agresor, los profesionales de la Red de Casas de Acogida la derivan a los centros asesores de la mujer, que cuenta con un total de 16 centros en la región. Junto a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, los agentes sociales trabajan la situación de violencia que viven estas víctimas. A esta fase de reconocimiento le sigue la denominada larga estancia, que se suele sitúar entre seis y ocho meses en función de las condiciones de cada mujer. «Nuestro objetivo es que se adapte a cada una, ya que cada mujer es un mundo», añade Magdalena. En el caso de aquellas víctimas que buscan una vivienda de alquiler, se les concede un piso tutelado. La desaparición del hogar es uno de los rasgos de la violencia de género. «Las mujeres que sufren violencia no pueden volver al lugar donde la padecieron, por lo que ya no cuentan con esa vivienda», defiende.

Durante todo este proceso, el principal cometido es que las víctimas puedan volver a disfrutar de una vida normal, por lo que se trabaja en coordinación con los orientadores laborales para posibilitar que estas mujeres puedan contar con un empleo cuando salgan de la Red de Casas de Acogida. El carácter integral de esta entidad se plasma en la atención personalizada que recibe cada víctima y la libertad que se le brinda a cada una para poder hacer una vida normal, contando con el acompañamiento de los profesionales de esta entidad. Las instalaciones con las que cuenta la red permiten contar con espacios seguros para poder desarrollarse. 

La Casa Malva, punta de lanza

El avance de esta entidad en la lucha contra la violencia de género no se puede entender sin conocer el impacto que supuso la creación de la Casa Malva el 25 de marzo de 2007. Su creación, al abrigo de la Ley Integral contra la Violencia de Género, dio lugar a un centro de atención especializada que, a su vez, suponía un espacio muy demandado para acoger a estas víctimas y que significaba implicar a la sociedad en esta lucha. La constitución de estas instalaciones también dio lugar a la creación de todos los proyectos de protocolos y los talleres grupales que se realizan con las mujeres que sufren esta lacra. La aparición de la Casa Malva fue un antes y un después en la visibilización del trabajo de la Red de Casas de Acogida, que incluso se valora fuera de España.

El interés que despierta este centro a nivel internacional es tal que varios profesionales de países iberoamericanos lo han visitado para interesarse por la metodología de trabajo y los grandes resultados que consiguen los integrantes de esta red. «Las mujeres valoran mucho la atención personalizada y la orientación que reciben durante todo el proceso. Desde que está la Casa Malva la evolución es muy clara, sobre todo en la generación de espacios de confianza para las víctimas», destaca Yoanna Magdalena. 

El equipo, la clave del éxito

Todos los logros de esta red no se podrían explicar sin el trabajo de unos profesionales especializados con una formación que les permite atender de forma personalizada a cada mujer. Los perfiles atienden a las necesidades que la entidad ofrece a las víctimas que ingresan en sus centros. Trabajadoras sociales, psicólogas de larga estancia, educadoras de larga estancia y psicopedagogas conforman una plantilla que se complementa con los recursos con los que se conectan, como son los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y los servicios sociales. La Red de Casas de Acogida cuenta con 32 trabajadores fijos, a los que se suman otra bolsa de empleo que apoya a lo largo del año, lo que suman un aproximado de 50 empleados. Para entender la importancia de la Casa Malva, un tercio de los profesionales, entre 16 y 17, cooperan en este centro.

En la región funcionan las tres casas de acogida anteriormente citadas (Oviedo, Gijón y Avilés)  y 20 pisos tutelados para un total de 80 unidades familiares. En 2018, se prestó asistencia a 467 personas: 243 mujeres, 213 hijas e hijos y 11 personas a cargo, mientras que en el año 2019, con datos hasta el 31 de julio, se atendieron a 328 personas: 166 mujeres 157 hijos hijas y 5 personas a cargo. Estas son las cifras de la Red de Casas de Acogida, pionera en la lucha contra la violencia de género en Asturias.