«Margarita Salas era casi una mujer renacentista que cubría muchos ámbitos»

s.d.m.

ASTURIAS

Rosa Menéndez, presidenta del CSIC
Rosa Menéndez, presidenta del CSIC Tomás Mugueta

La presidenta del CSIC destaca su labor científica pero también su papel en la divulgación y en el fomento de las vocaciones

07 nov 2019 . Actualizado a las 16:58 h.

«Margarita era casi una mujer renacentista. Cubría muchos ámbitos». La presidenta del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la también asturiana Rosa Menéndez, considera que con la muerte de la bioquímica se va «una extraordinaria científica, de las mejores del siglo XX». Menéndez no escatima en elogios profesionales y personales, porque la sentía como «una buena amiga». Recuerda que Salas es la autora de la patente que más dinero ha reportado al CSIC, nueve millones de euros, y que ha colaborado de manera activa en el fomento de las vocaciones científicas, sobre todo, entre las alumnas.

La noticia ha cogido por sorpresa a Menéndez que, aunque ha ejercido su carrera investigadora en otros terrenos, se considera «heredera de su espíritu», al igual que otras muchas científicas que siguieron su camino cuando no era sencillo. «Representa mucho para todas nosotras ha insistido», la presidenta del CSIC, consciente de la relevancia mundial que ha adquirido la noticia del fallecimiento de Margarita Salas.

Por esa razón no quiere dejar atrás ninguna de las facetas que convirtieron a esta bioquímica en un referente. La patente que ha reportado millones de ingresos al CSIC es un ejemplo. Otro más consiste en que, a pesar de realizar investigación básica, «siempre ha tenido mucho interés por sus implicaciones, por las aplicaciones prácticas, por el desarrollo tecnológico». Todo este ingente trabajo le ha valido multitud de reconocimientos nacionales e internacionales.

El más reciente que recuerda Rosa Menéndez es de este verano, el de la oficina de Patentes Europea. En una misma ceremonia Salas se llevó dos premios diferentes, uno a toda su trayectoria y otro por votación popular. «Este último fue el que más ilusión le hizo. Era del que estaba más orgullosa porque era una contribución de mucha gente», ha explicado. Esta motivación le ha servido también para explicar que la bioquímica, discípula del Nobel Severo Ochoa, era una «mujer muy próxima», alejada de la imagen de científico de laboratorio que se podría tener a priori.

Ese gusto por el contacto humano también le ha llevado en multitud de ocasiones a las aulas pero no de Universidades sino de colegios de Primaria e institutos de Secundaria. La presidenta del CSIC tiene en mente un día concreto de este verano de 2019, cuando acudió a un centro de Tremañes (Gijón) con la intención de seguir fomentando las vocaciones. «Les animaba y les decía que siguiesen adelante aunque hubiese dificultades», ha señalado. Ese interés por el fomento de las vocaciones tenía especial sentido cuando hablaba a las alumnas. El rostro de Margarita ha protagonizado campañas animando a las mujeres a perder el miedo a la ciencia, a romper su techo de cristal, les decía que no había dificultades insuperables, que con esfuerzo se podía llegar. Ella, su presencia, era el mejor de sus palabras.