Asturias pide un respiro

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Chimenea
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El protocolo contra la polución, que estaba activado al iniciarse 2019 en Oviedo y las cuencas, volvió a aplicarse en un nivel más restrictivo en febrero en 12 concejos

19 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

2019 volvió a ser otro año más en el que los episodios de contaminación del aire fueron, lamentablemente para la salud de los asturianos, protagonistas en el Principado. De mano, el año empezaba en Oviedo y en las cuencas con el protocolo de contaminación activado, en su nivel preventivo y durante 12 jornadas que se iniciaron en Nochebuena del 2018, por los altos niveles de esas pequeñas -e inapreciables a la vista- partículas contaminantes, las PM10 y las PM2,5 que provienen de la industria y los coches, que tanto afectan a los pulmones y al corazón y que, de hecho, son la causa de que se incrementen los ingresos hospitalarios por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

Pero en febrero la contaminación atmosférica, que en la Organización Mundial de la Salud (OMS) se conoce como la asesina silenciosa porque no se ve ni se toca pero causa siete millones de muertes prematuras en el mundo y es determinante para el desarrollo de muchas enfermedades, se hizo más visible. A veces como si se tratara de niebla, pero sobre todo porque el Gobierno regional activó de nuevo el protocolo de contaminación en la zona central de Asturias, pero en su nivel 1. Sólo hay tres niveles y este, de aviso y anterior al más restrictivo de alerta, se activa si durante tres días consecutivos los valores de los contaminantes del aire superan determinados umbrales en una estación y si al mismo tiempo existe previsión de fenómenos meteorológicos que dificulten su dispersión en la atmósfera.

Antes de activar este nivel, las organizaciones ecologistas que controlan a diario los datos de las estaciones que miden la calidad del aire en Asturias venían reclamando, viendo los altos valores de las partículas contaminantes en las principales localidades asturianas, que se activara el protocolo. Y, como a finales de febrero hacía sol y en las previsiones meteorológicas a la lluvia no se la esperaba en absoluto, no hubo más remedio que activar el nivel 1 de aviso que acabó extendiéndose a 12 concejos, con Oviedo, Gijón y Avilés a la cabeza, por la elevada presencia de partículas en suspensión, la estabilidad meteorológica y las intrusiones de polvo del norte de África.

Este nivel, que estuvo activo desde el 24 de febrero hasta el 2 de marzo, incluye diversas medidas como un plan de información, concienciación y autoprotección para que la población sepa de qué va el protocolo de contaminación. Por supuesto, prohíbe la quema de restos vegetales y se dio la circunstancia de que a finales de febrero comenzaba una ola de incendios, en su mayoría causados por la regeneración de pastos y limpieza de maleza de fincas como se intuía y se supo en las investigaciones más tarde, que se fue avivando ya entrado marzo a medida que el viento dispersaba la contaminación urbana.

Pero volviendo a las medidas del nivel de aviso del protocolo de contaminación, como el origen de las partículas PM 2,5 es fundamentalmente el tráfico, también se activó la limitación de la velocidad en las carreteras autonómicas y estatales a 90 kilómetros por hora en vez de 120, aparte de que se recomendaba restringir el uso del coche. Este nivel, por cierto, contempla otra medida que es reducir en un 20% el precio del billete sencillo de los autobuses interurbanos y los municipales de los concejos afectados. Esto último no se activó, pero sí la limitación de la velocidad aunque no hubo ni radares móviles ni controles específicos para vigilar su cumplimiento ni tampoco se iba a multar a quienes circulasen por encima de esos 90 kilómetros en las autovías ni autopistas. Simplemente se informó de ello para concienciar.

El entonces consejero de Sanidad, que recomendaba beber mucha agua y que se evitaran en la medida de lo posible las zonas con más contaminación, también llegó a decir en una de sus intervenciones durante la activación del protocolo que no había que crear una alarma excesiva ante episodios de contaminación que, pese a que han seguido dándose a lo largo del año, no han llegado a cumplir estrictamente las condiciones para activar el protocolo en las estaciones oficiales, «escondidas» según vienen denunciando desde hace años las organizaciones ecologistas.