«El miedo de los pacientes a bajar a la UCI impacta. Piensan que van a morir y nos dejan mensajes para su familia»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Marián Gutiérrez, intensivista en el hospital de San Agustín.
Marián Gutiérrez, intensivista en el hospital de San Agustín.

Marián Gutiérrez, médica intensivista en el Hospital San Agustín, manifiesta que con el COVID-19 «el trabajo se ha multiplicado por cinco» pero considera que «en nuestra comunidad nunca nos vimos sobrepasados»

01 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En los 26 años que Marián Gutiérrez lleva como médica de cuidados intensivos ha tenido que enfrentarse a infinidad de situaciones derivadas de la enfermedad de sus pacientes, a curaciones que la han llenado de satisfacción y a desenlaces tristes que dejan pesadumbre pero siempre desde la certeza de que se ha hecho todo lo posible por esa persona. El COVID-19 ha introducido una nueva variable que ha impresionado y conmovido a esta intensivista, y es el temor de los enfermos a no superar el virus. «Antes cuando hablabas con el paciente y le decías que lo ibas a llevar a la UCI entendía que era para curarse. Ahora cuando se lo dices piden despedirse de su familia porque piensan que van a morir», señala Marián Gutiérrez, que confiesa que «ese miedo de los pacientes a bajar a la UCI impacta». Eso y que los pacientes pidan que les traslade un mensajes a sus seres queridos. «Es la primera vez que me pasa, pero los enfermos temen dormirse y no despertar», comenta con aflicción porque hasta que llegó el coronavirus «la sensación que tenían (los pacientes) era que les ibas a ayudar». 

Marián Gutiérrez, que no oculta que ella se emociona con facilidad, señala que la primera vez que un paciente le dio un mensaje para su familia «fue durísimo» y que es algo que ha dejado huella. Además, considera que la pandemia del COVID-19 «nos está poniendo a prueba como profesionales» en tanto que se han tenido que ir adaptado a los protocolos porque «esto nos pilló por sorpresa». Para ella, «lo peor ha sido la incertidumbre» de cómo afrontar la enfermedad porque asegura que ella no ha sentido la falta de medios. No obstante, añade que en Atención Primaria y en Urgencias si pudieron faltar sistemas de protección por lo que «los compañeros se sentían desprotegidos». Es por ello, que a su entender, son esos profesionales los más expuestos. «Los que estamos en la UCI parece que estamos en primera línea, pero los que de verdad lo están son los profesionales de Urgencias y Primaria», apunta la médica de cuidados intensivos que matiza que «nosotros nos protegemos en consonancia».

«Todo el mundo ha arrimado el hombro»

No pasa por alto la complejidad de trabajar muchas horas con el equipo de protección individual (EPI) puesto. «Pasas muchísimo calor, se te empañan las gafas y cuando tienes que hacer una técnica es complicado», asegura la intensivista, que pone de relieve la respuesta que han tenido los profesionales sanitarios ante esta crisis. «Todo el mundo ha arrimado el hombro; ha habido compañeros que renunciaron a su luna de miel; la enfermería, lo que trabaja en estas unidades, los jefes de las UCIs han estado a pie de cama como uno más; el personal de limpieza… y eso va a quedar para la posteridad», añade Marián Gutiérrez. Es por ello que aunque ha pasado por «guardias agotadoras», también dice que «ahora el hospital ayuda más» porque han tenido refuerzos de otras áreas. Tal es así, que apostilla que «he tenido peores guardias sola con otras epidemias».

De todos modos, admite que esta pandemia remueve mucho a los profesionales por dentro por todo lo que conlleva aparejado, como tener que informar a los familiares por vía telefónica. «Esperan cada día que les llames y a veces no puedes, no tienes el tiempo que querrías dedicarles. Además, es hablar con las familias de una forma impersonal, y si ya es complicado en condiciones normales, por teléfono todavía lo es más», expone la médica del hospital San Agustín de Avilés. Por tanto, para ella y sus compañeros «cuando alguien sale de la UCI es doble alegría». 

Pero lo difícil de ser intensivista en este ataque del coronavirus no está sólo en el hospital, en ser testigo del miedo de los enfermos a entrar en la UCI o tener que informar a los familiares de forma no presencial. Otra complicación es «desconectar» cuando se acaba el turno por todas las historias que se viven durante el mismo. Para Marián Gutiérrez un vía de escape cuando llega a casa es ver películas porque «no me concentro ni a leer», reconoce la misma. A la par, asegura que «nunca tuve un miedo exagerado a traer el virus para casa porque me siento protegida en mi trabajo, en buena medida, porque siempre he tenido medios a disposición».

Miedo a lo desconocido

En el hospital si dice que tiene que luchar con «tu miedo a lo desconocido» porque «esto no es como una gripe». Según explica, los médicos «vamos aprendiendo de los pacientes que atendemos» porque «parece que tenemos que saberlo todo y no es así». Y es que han ido viendo que e coronavirus produce no sólo neumonías, sino también fallos de otros órganos». Reconoce que en los primeros días de expansión del virus igual estaban algo más confiados y que la sensación era que «todo era un poco caótico y que se estaba improvisando», «pero enseguida nos preparamos para todo», traslada Marián Gutiérrez, que considera que aquí en Asturias «todos nos pusimos en alerta». Advierte que quizá el que en la región el virus entrara un poco más tarde dio margen «y nos pilló preparados». 

Aún así, no obvia que «el trabajo se ha multiplicado por cinco» y que «si no hubiera sido por los refuerzos, hubiera sido imposible» hacer frente al COVID-19, aunque también es de la opinión de que «en nuestra comunidad nunca nos vimos sobrepasados». Lo que tiene claro es que «va a haber un antes y un después» de esta crisis sanitaria porque «no pensábamos que esto iba a saltar por los aires con un virus». De hecho, valora que esto pueda  «suceder en cualquier otro momento».