Carcedo preparaba un simulacro de epidemia para el mes de abril cuando era ministra

La Voz

ASTURIAS

Luisa Carcedo fue ministra de Sanidad en el primer Gobierno de Sánchez
Luisa Carcedo fue ministra de Sanidad en el primer Gobierno de Sánchez Sebastián Mariscal | Europa Press

La dirigente socialista destaca que «Asturias gasta 1.700 euros per cápita en sanidad y Madrid algo más de 1.300 pese a ser la comunidad más rica»

10 may 2020 . Actualizado a las 10:39 h.

Ante una pandemia como la provocada por la COVID-19, cuya principal característica es la facilidad de transmisión del nuevo coronavirus, el principal objetivo para los responsables públicos es frenar el aumento de contagios y, para ello, a nivel autonómico y estatal «gestionas como debes, pero llegas hasta donde puedes».

Así lo asegura la ex ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, que dejó el cargo el pasado 13 de enero cuando aún había pocos datos sobre el SARS-COV-2, el virus detectado en la ciudad china de Wuhan cuya expansión se vio beneficiada por lo ocurrido con los brotes del SARS o del MERS, que también generaron una alerta importante, pero que se pudieron controlar mejor por su menor capacidad de contagio.

En una entrevista con Efe, Carcedo recuerda que su departamento tenía programado para el pasado mes de abril un simulacro de epidemia y asegura no haber visto como «un alivio» no tender que afrontar la gestión de esta crisis al frente del Ministerio.

«Uno está donde corresponde estar y asume los desafíos que lleguen y en el caso de Sanidad sabes que algo así te puede tocar en cualquier momento», subraya la responsable de ese área en la Ejecutiva Federal del PSOE y una de las integrantes de la Comisión de para la Reconstrucción Social y Económica de España constituida en el Congreso.

Esa comisión, subraya, «no debería transformarse en un ámbito de debate político, de confrontación, del y tú más, de que cada grupo lance sus obsesiones porque sería de muy poca utilidad y debería estar a la altura del desafío que vive el país en un momento muy difícil en el que mucha gente esta sufriendo las consecuencias de la pandemia».

«Cada uno debe ser capaz de renunciar a lo que le pide el cuerpo; a todos nos puede pedir recurrir al desahogo, pero no procede en un momento de angustia e incertidumbre», advierte tras recordar que PSOE, PP, Cs, ERC o PNV gestionan gobiernos autonómicos con lo que «los ámbitos de responsabilidad están muy compartidos».

A su juicio, la descentralizada estructura política y administrativa de España ni ha dificultado ni tiene por qué la gestión de la crisis al contar, al margen del Estado de Alarma, con mecanismos legales para coordinar las actuaciones como la Ley de Salud Pública, un aspecto que, recuerda, se transfirió casi desde el inicio del proceso autonómico.

La colaboración en el Consejo Interterritorial de Salud ha generado «buenas prácticas que hay que aprovechar», pero sí lamenta que dicha normativa, aprobada en 2011, no se desarrollara en su totalidad y quedara «adormecida en un cajón» pese a que preveía cuestiones como la puesta en marcha de un Centro Estatal de Salud Pública.

Donde sí aprecia «diferencias clamorosas» es en el reforzamiento o no por parte de los gobiernos autonómicos de sus sistemas de salud. «Asturias gasta 1.700 euros per cápita en sanidad y Madrid algo más de 1.300 pese a ser la comunidad más rica y recibir con la transferencia sanitaria un sistema espectacular, ahora devaluado y descapitalizado», afirma.

Para Carcedo, realizar esa apuesta previa determina «la capacidad de respuesta del sistema» ante una crisis como la actual. «Son prioridades y cada gobierno establece las suyas, pero es algo que los ciudadanos tienen que valorar», asegura tras lamentar la polémica abierta ante la desescalada por el ritmo a seguir en la Comunidad de Madrid.

«Ahora no puedes pensar nunca en si vas a quedar mejor o peor por ir más rápido, en que no avanzar a otra fase va en detrimento del prestigio de una comunidad. Solo cabe pensar en poner todos los recursos para evitar contagios, en ser cautelosos. Correr más no te va a suponer llegar antes a la meta porque igual tropiezas y no llegas», subraya.

La dificultad estriba, a su juicio, en que contener la pandemia «depende de millones de voluntades», requiere apelar la responsabilidad de la ciudadanía. Y pone como ejemplo la «diáspora» en Madrid de estudiantes hacia sus lugares de origen o de personas para teletrabajar desde su segunda residencia «que fueron un agente transmisor del virus».