Amelia Valcárcel: «¿Esta crisis nos ha mejorado? No sé, porque somos tendentes al olvido»

la voz REDACCIÓN

ASTURIAS

Amelia Valcárcel
Amelia Valcárcel

La catedrática de Filosofía Moral y Política está convencida de que el coronavirus dejará «secuelas más allá de las que en principio podríamos suponer»

29 jun 2020 . Actualizado a las 17:26 h.

«¿Esto nos ha mejorado? No sé, porque somos tendentes al olvido», reflexiona la filósofa Amelia Valcárcel sobre el impacto que ha tenido la pandemia del nuevo coronavirus sobre los individuos, que están preparados «siempre para lo siguiente y no para lo anterior». En una entrevista con Efe, la catedrática de Filosofía Moral y Política sostiene que a nivel social las semanas de confinamiento por la COVID-19 «se han resuelto muy bien» y se muestra «verdaderamente orgullosa» de que su cumplimiento haya evitado una «catástrofe».

Pero el encierro declarado por el estado de alarma el pasado 14 de marzo ha tenido «costes» y «secuelas más allá de las que en principio podríamos suponer», tanto en la salud de los mayores por la obligada falta de movilidad como en nuestras relaciones personales. «La vida social se ha resentido bastante, pero hemos tenido la grandísima ayuda de las redes sociales en esta situación tan poco habitual», subraya Valcárcel. Según explica, muchas personas que nunca antes las habían usado han aprovechado el confinamiento para suplir la vida relacional a través de un «acercamiento muy fuerte» mediante las nuevas tecnologías y los medios telefónicos.

También percibe cambios en la forma de relacionarnos con otras personas al haberse agrandado la «distancia de seguridad física», por miedo al contagio entre dos individuos, lo que se conoce como «proxemia», algo particular de cada cultura. «He notado que nuestra proxemia ha aumentado un poco, tampoco mucho», explica Valcárcel, que dice desconocer si esta conducta permanecerá en el tiempo, dado que es una costumbre cultural que está fuertemente arraigada. No obstante, descarta que se alcance el «namaste», esto es, el saludo tradicional indio consistente en juntar las palmas de las manos delante del pecho «donde no hay contacto físico».

La filósofa también considera que el confinamiento ha podido servir para realizar un análisis introspectivo de nosotros mismos, pero precisa que aunque la especie humana está hecha para recapacitar siempre lo hace «dentro de un orden, porque es también bastante olvidadiza». «Tenemos una capacidad de olvido sorprendentemente grande y no por falta de inteligencia. Al fin y al cabo somos animales, estamos preparados para lo siguiente siempre, no para lo anterior», argumenta.

La experta en feminismo teme la llegada de nuevos brotes de un virus del que se sabe «muy poco», algo que está sucediendo en muchos territorios «precisamente por bajar la guardia».

La filósofa también se muestra convencida de que la pandemia agrandará la brecha de la desigualdad en el mundo y sus efectos golpearán de una manera más virulenta a quienes viven en una situación más precaria. «No es lo mismo que te coja con ahorros y recursos que mucha gente que vive al día. No tiene nada que ver las consecuencias. Esperemos que las medidas del Estado, que para eso está, palíen esto», sostiene.

Sobre cómo ha incidido la vida en confinamiento a las unidades familiares, Valcárcel cree que «a los que estaban bien, los ha puesto mejor», mientras que aquellos que tenían una situación más desfavorable «se lo ha hecho ver de una manera indudable». Respecto a si cree que el aumento de las consultas de divorcio tras el encierro obligado se convertirá en una cifra real de separaciones, señala que es una cuestión que no se puede determinar, pero recuerda que las rupturas «siempre se disparan cuando las parejas están más tiempo juntas», especialmente en verano.

Por otro lado, la experta considera que «pudiera ser» que a mujeres víctimas de violencia de género el confinamiento les haya hecho abrir los ojos sobre una situación que prefiere no imaginar, puesto que han tenido que «estar constantemente disimulando el miedo».

Preguntada por la polémica suscitada en torno a la celebración del 8-M unos días antes de la declaración del estado de alarma, afirma que obedece a un «chivo expiatorio» y recuerda que ese mismo día Vox organizó un mitin en Vistalegre y «millones de personas» se subieron al metro. En este sentido, precisa que ella no asistió a la movilización, porque no contenía «nada de agenda feminista», en un momento en que las mujeres «tenemos mucho aún por ganar».