Una mascarilla sin gomas que se sujeta al rostro: un asturiano patenta el prototipo

ASTURIAS

El avilesino Daniel Alagüero idea un sistema de fijación a través de imanes que minimiza la manipulación y el empañado de las gafas

20 oct 2020 . Actualizado a las 14:03 h.

El confinamiento y un mes y medio de ERTE, sirvió para que este avilesino pusiese en marcha una solución económica y fácil al uso de la mascarilla. Todo empezó cuando se incorporó al puesto de trabajo después del confinamiento. Como es técnico en mantenimiento de instalaciones térmicas, tiene que trabajar de cara al público y, por tanto, usar este material sanitario. «Todo el día con la mascarilla FPP2 puesta me generó muchas molestias». Por tanto, nada más llegar a casa se puso manos a la obra e hizo un prototipo rudimentario con unas gafas de sol y un poco de cinta de doble cara. A partir de ahí, inició la andadura hacia un proyecto en el que lleva ya cuatro meses trabajando: la mascarilla magnética.

El modelo solo es válido para las mascarillas FFP2 porque tiene que tener cierta rigidez para así poder incorporar los imánes, tanto en la barbilla como en la tira nasal. El objetivo principal de este nuevo producto es que sea «cómoda, fácil de usar y que a su vez evite el empaño de las gafas», explica. Se trata de uno de los problemas a los que hace frente a diario la población que utiliza lentes: al respirar, el aire que exhalamos sale por la parte superior de la mascarilla y recubre de vaho las gafas. Por eso, la mascarilla permite hasta tres opciones.

La primera de ellas es para cuando se utilice gafas, «es la más cómoda porque no te aprieta el rostro en ningún momento, se acopla bien y te protege». Además, asegura que dejarla sobre cualquier lugar es más fácil porque «al quitarla no hace falta manipularla porque como lleva imán te la puedes colgar en la patilla o incluso adherir en cualquier prenda». La segunda de ellas estaría pensada para aquellas personas que no usan gafas y la última estaría diseñada exclusivamente para el personal sanitario. «En este caso, los imanes son mucho más grandes lo que permite una mayor estabilidad. Al mismo tiempo que protege e impide que queden marcas en el rostro», justifica Alagüero.

El producto ya está patentado, ahora solo falta negociar con los inversores para lanzarlo al mercado. Daniel ya ha hablado con un par de empresas sobre la producción. Una empresa catalana que se dedica únicamente a la fabricación de imanes es la que más interés ha mostrado. Estan dispuestos a comprar maquinaria para confeccionar las mascarillas. También en Asturias una empresa dedicada a fabricar EPIS quiere formar parte del proyecto. «Me preguntaron si estaba homologada porque el miedo está en no el cribado de Sanidad. Yo no modifico el tejido de la mascarilla, solo le incorporo los imanes», añade Alagüero.

La última opción es la que más le agrada e ilusiona «no solo por la labor social que hace sino porque así se dará visibilidad a un pequeño negocio asturiano a nivel nacional» Pero, sin embargo, la empresa que finalmente produzca estas mascarillas magnéticas debe tener un compromiso social con alguna organización no gubernamental como, por ejemplo, UNICEF, ACNUR o Cruz Roja. «Una parte de las ventas tiene que ir destinada a ayudar a la sociedad», sentencia.

El proyecto también es un trabajo en equipo, ya que los imanes fueron una idea de su mujer. «Había probado con muchos sistemas de fijación, pero no funcionaba hasta que a mi mujer se le ocurrió la idea de incorporarlos». La mascarilla funciona con cualquier tipo de montura y no cree que el uso de imanes supongan un problema ya que no van adheridos directamente a la piel porque «van a través de una tira nasal o esparadrapo de alta calidad de quirófano», explica. Además, el precio de mercado sería asequible para todos los públicos y contarían con varias tallas para adaptarse a la demanda. «Estamos viendo a ver si es factible que se haga de aquí a final de año para sacarla a la venta», concluye.