«Tanto a nivel nacional como en Asturias sería necesario ya un confinamiento. Vamos tarde»

Carmen Liedo

ASTURIAS

Pedro Arcos, epidemiológico y director de la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo
Pedro Arcos, epidemiológico y director de la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo

El epidemiólogo Pedro Arcos manifiesta que la incidencia de esta segunda ola será de entre el doble y el triple que la primera fase de la pandemia, aunque prevé que la letalidad sea menor. Recomienda la expansión de los servicios sanitarios ante el alto riesgo de colapso

02 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El epidemiólogo Pedro Arcos, también director de la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo, asiste con preocupación a la evolución de esta segunda ola de la COVID-19. En su opinión, las medidas que se han tomado en los últimos días tanto el Gobierno central como desde el Principado son insuficientes con los datos de incidencia que está teniendo el virus y por ello señala que «sería necesario ya un confinamiento» porque «vamos tarde». Arcos, doctor en Medicina (Oviedo), doctor en Ciencias de Salud Pública (Oxford y Londres) y médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, tiene una amplia experiencia en pandemias al haber sido presidente de Médicos Sin Fronteras en España y haber trabajado en control epidémico en 14 países de Asia, África y América. Actualmente es profesor de Epidemiología en la Facultad de Medicina de Oviedo.

-Los datos dibujan una situación preocupante para Asturias en esta segunda ola ¿en qué momento volvimos a perder en la región las riendas de la COVID-19 cuando en verano llegamos a encadenar muchas jornadas sin positivos?

-En Asturias la situación en cuanto a incidencia (nuevos casos) empezó empeorar a finales de Julio, es decir tres o cuatro semanas tras finalizar el primer estado de alarma. La relación entre aquella apertura precoz y torpe, el aumento de la movilidad y el aumento de casos ha sido evidente. No obstante, en Asturias el buen nivel de rastreo de casos y de pruebas PCR hizo que fuese posible contener ese aumento aún durante un mes más, hasta que el nivel de circulación del virus sobrepasó las medidas adoptadas.

-¿Se puede predecir qué dimensiones va a llegar a tener esta segunda ola de la pandemia?

-Los modelos matemáticos que tenemos indican que la incidencia de infecciones será probablemente de entre el doble y el triple superior a la de la primera fase y en cuanto a letalidad será menor. No obstante, los modelos matemáticos aún siendo una ayuda tienen dificultades para incorporar ciertas variables de tipo social o político que hagan que sus ajustes de estimación sean más finos.

-¿Y previsión de cuándo se puede alcanzar el pico de esta segunda oleada?

-Si hablamos del pico de incidencia, probablemente dentro de 3 o 4 semanas. Pero esto dependerá claramente de que se adopten pronto medidas adicionales de cierre completo.

-¿Cómo valora las medidas que se están tomando a nivel estatal, en general, y en particular en Asturias?

-A nivel estatal ha habido una clarísima falta de liderazgo por parte del Gobierno de España y, particularmente, de su Ministerio de Sanidad. Realmente ha reaccionado tarde y de una manera errática e insuficiente. Supongo que debido a la debilidad política del Gobierno y a que los recursos de Salud Pública y Epidemiología del Ministerio son completamente residuales o anecdóticos. Por su parte, Asturias ha reaccionado con más anticipación y de forma más proactiva y eso, junto con las características geográficas, demográficas y sociales de partida, le ha dado una ventaja añadida.

-¿Entiende que son medidas adecuadas para la situación actual?

-Claramente no, tanto a nivel nacional como en Asturias ahora mismo sería necesario ya un confinamiento. Vamos ya tarde.

-¿Hay algún punto de inflexión por número de positivos, hospitalizados o ingresados en la UCI para apostar por un nuevo confinamiento?

- Todos los indicadores que menciona muestran una situación fuera de control. Y piense que algunos de ellos muestran los efectos de lo que ha ocurrido hace entre 8 y 14 días. Ahora la situación, por ejemplo en cuanto al número de infectados en periodo de incubación probablemente sea peor.

-Dada la evolución de esta segunda ola, ¿teme un colapso sanitario?

-Sí, hay una alta probabilidad de colapso sanitario. La expansión de los servicios debería de estar lista ya.

-¿Sería útil un confinamiento por regiones o comunidades autónomas o lo más efectivo sería un confinamiento a nivel nacional?

-Ahora mismo hay ya una confluencia en la situación epidemiológica de las distintas CC AA. Me temo que el tiempo de los confinamientos selectivos ya ha pasado. Canarias, de momento, escapa a esta tendencia, pero veremos el efecto de la llegada masiva de turistas en unas semanas.

-¿Qué opina de la inmunidad de rebaño? ¿Es una idea absurda ante un virus tan contagioso y que genera tanta mortalidad?

-La inmunidad de grupo es un concepto manejable en situaciones en las que se dispone de una vacuna eficaz, barata y accesible o en zonas donde históricamente existe un nivel de endemia de alto grado. Pero es una herramienta que no es posible usar en el caso del SARS-COV-2.

-En lo que va de pandemia se han oído fechas varias para la consecución de una vacuna. ¿Cuándo diría que estará disponible una vacuna general a la luz de las investigaciones que se están desarrollando?

-Dada la altísima demanda habrá lo que los economistas llaman un «mercado cautivo». Una cosa es el desarrollo y la disponibilidad «técnica» de la vacuna y otra la disponibilidad y accesibilidad «comercial» de la misma. Supongo que no será posible conseguir coberturas vacunales poblacionales suficientes para detener el proceso hasta al menos dentro de 6 meses.

-¿Hay que preocuparse, además, por la confluencia de la COVID-19 con el virus estacional de la gripe? ¿Cabe la posibilidad de que con el uso de la mascarilla, el teletrabajo y una disminución de las salidas por ocio disminuya la incidencia de la gripe?

-El problema de la confluencia del SARS-CoV-2 con el virus de la gripe es fundamentalmente debido a la sobrecarga que ambos procesos juntos pueden producir sobre la capacidad asistencial del sistema sanitario. Por otro lado, cualquier sistema de barrera (distancia, lavado de manos, reducción de movilidad, mascarilla en lugares cerrados, etc.) reduce la probabilidad de transmisión no solo del SARS-CoV-2, sino de todos los agentes infecciosos que usan el o los mismos mecanismos de transmisión.

-Estudios actuales hablan de una mutación del virus. Nos enfrentamos a un virus ¿más o menos agresivo? 

-El nuevo virus SARS-CoV-2 fue detectado en junio en España y Holanda y ahora circula también por otros países europeos. Se llama 20A.EU1 y tiene tres mutaciones nuevas que no estaban en el SARS-CoV-2 de la primera fase de la pandemia, una de ellas afecta a la parte del virus que funciona como llave para entrar a las células humanas. Aún no sabemos bien los efectos que producen los cambios ocurridos en esta nueva variante, pero cabe esperar que hagan que el virus sea más transmisible pero menos virulento. Esto podría explicar las características de esta segunda fase de la pandemia. El proceso de ocurrencia de mutaciones espontáneas se da habitualmente en los virus y forma parte de su estrategia natural de adaptación para conseguir transmitirse. Digamos que el 20A.EU1, afortunadamente, no es una variante completamente nueva, pero si nos complica la situación y su control epidemiológico.

-¿Las vacunas en las que se trabaja seguirán siendo efectivas también para el virus mutado?

-Si el cambio genético del virus es muy grande, es decir si se tratara de una variante nueva, la vacuna no sería eficaz. Si lo que han ocurrido son solo pequeñas modificaciones es posible que la vacuna mantuviese parte de su capacidad de generar inmunidad en las personas. El problema si fuera una variante nueva es que habría que empezar de nuevo los ensayos clínicos con esa nueva variante y eso significaría un retraso para disponer de la vacuna.

-Los centros educativos no están siendo por el momento lugares de alta incidencia de la COVID-19 ¿hay alguna explicación desde el punto de vista epidemiológico?

-Hay bastante controversia sobre si esto es así realmente. Por un lado, sabemos que la población infantil es un gran difusor de virus respiratorios y hay mucha evidencia anterior sobre esto. Por otro, los estudios publicados que plantean que los centros educativos no han contribuido a la difusión del virus son aún muy pocos y algunos de ellos tienen limitaciones importantes de diseño metodológico. Así que yo no lo tengo tan claro. Obviamente, otra cosa son los argumentos sociales o económicos que apoyarían la necesidad de mantener los centros abiertos.

-No obstante, si el uso de la mascarilla está generalizado y es obligatoria ¿en qué se está fallando para que haya tantos contagios?

-El uso de una mascarilla «adecuada» en espacios cerrados o en algunos lugares abiertos donde no sea posible mantener una distancia mínima es uno de los métodos de barrera usado en los procesos de transmisión aérea que ha mostrado evidencia de resultados para limitar la transmisión. Pero es solo uno más de los métodos a utilizar y debe garantizarse un uso correcto. Si esto no se hace así, su uso se trasforma en un ritual psicológico.

-¿Alguna recomendación a la población para tratar de contener esta segunda ola de la COVID-19?

-Limitar al máximo la movilidad y el número de personas con las que nos relacionamos. Lavarse las manos con agua y jabón cuatro o cinco veces al día (el gel hidroalcohólico por sí solo no es suficiente). Mantener una distancia de seguridad de al menos 1,5 metros y asegurar una buena ventilación regular de todos los lugares cerrados.