«No me reconozco. Ahora soy incapaz de arriesgar la vida como lo hice solo por drogarme»

ASTURIAS

Las personas drogodependientes al principio no son conscientes del problema
Las personas drogodependientes al principio no son conscientes del problema

Mari, a dos meses de acabar el tratamiento de rehabilitación, explica cómo hizo frente al alcoholismo y otras adicciones

30 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

De consumir drogas a querer ayudar a las personas a desintoxicarse, de no ser consciente de la adicción a reconstruir toda su forma de pensar. Así es como Mari asume la enfermedad: «quería parar y no podía», y decide dejar a un lado el alcohol. Un problema con el que convive desde hace muchos años. «Consumí todo tipo de drogas, pero siempre acompañadas de alcohol», asegura esta mujer quien está en un tratamiento de rehabilitación y decide no revelar su identidad por los numeros estereotipos que hay entorno a las personas drogodependientes. 

Con tan solo diecisiete años comenzó consumiendo marihuana y terminó en la heroína. Pero, tras estar en un centro consiguió dejar aún lado todas las drogas. Sin embargo, tres años después de la rehabilitación comenzó a beber. «Salí de uno y me metí en otro», afirma Mari, quien asegura que lo veía todo como un juego porque nunca le habían dicho que no bebiese alcohol. Y mucho menos que eso era un problema.

Al principio solo consumía poco, pero luego la cosa fue a más. «A las diez de la mañana ya estaba bebiendo alcohol». Esta mujer de mediana edad explica que «madrugaba para hacer las tareas del hogar y así poder salir a beber. Cuando iba a casa a comer ya estaba borracha. Consumía alcohol hasta que me acostaba». Su familia ya estaba harta. No entendían las adicciones, ni que era una persona enferma. «Para ellos era una viciosa». Pero, es que Mari solo pensaba en beber. «Ni tenía hobbies ni vida social. Estaba apática», asegura.

Las personas drogodependientes no dan la cara por los estigmas sociales
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Tal era su dependencia con el alcohol que le generó un deterioro físico en el hígado. El cual logró curar tras ponerse en manos de los especialistas. Además, a esto hay que sumarle los problemas económicos por los que atravesó. «Debía dinero en muchos bares, robaba a mi madre…» Lo cierto es que, el consumo no solo produce un deterioro físico en la persona, sino que le lleva a perder el contacto con la realidad, se olvida su verdadera personalidad y es incapaz de razonar.

Pero, hasta que un día llegó a su hogar echa «un desastre», cayó y se rompió la pierna y un brazo, no se dio cuenta de que necesitaba ayuda. Su primo, también, la advirtió de que tenía que tomar soluciones. «Y lo cierto es que, con esto no puedes tú sola». Por eso, decidió acudir a Alcohólicos Anónimos. No quería ir a otro centro porque quería seguir bebiendo. Fue dos días, pero no le sirvió de nada y, por tanto, cambió para el Centro Terapéutico de Adicciones RED.

«El primer día que viene aquí me dieron en el clavo y me di cuenta de que tenía un problema gordo». Desde entonces, asegura que no volvió a beber más. «Tuve que cortar en seco y ponerme en serio. En realidad, todo esto lo hice por mi madre. No me gustaba verla sufrir», añade. Al tratarse de un tratamiento de recaída, en esta ocasión «es seguir hasta el final y dejarte llevar». Pero eso sí, hay que tener la idea clara de dejar la adicción. «Cuando entras aquí, somos mentirosos patológicos y si mientes no te pueden ayudar».

Estar en tratamiento supone una alta exigencia para las personas drogodependientes, pero, sin embargo, les genera muchos beneficios. Mari asegura que al principio era duro, pero después de veinte meses en terapia «sabes que tu vida va bien». «De cómo vine a como estoy. No me reconozco. Vine fatal, pero ya gané en salud y en todo», añade y asegura que «antes era otra persona. Ahora soy incapaz de arriesgar la vida como lo hice. Y de tratar así a mi familia, de no preocuparme por ellos», sentencia.

Tal es así, que casi nunca se le pasó por la cabeza volver a consumir. Ni cuando le falleció un ser querido ni cuando el confinamiento por coronavirus. «Estas situaciones tan complicadas me fortalecieron», asegura. El esfuerzo y el sacrificio van de la mano a la hora de realizar un tratamiento, pero la clave del éxito está en esa motivación inicial de querer volver a coger las riendas de la vida. Además, la comprensión por parte de los familiares, los consejos y sugerencias de los profesionales son decisivas a la hora de prescindir de estas sustancias. Es posible cambiar, dejar la droga atrás y recuperar lo que uno había perdido.

Por eso, a tan solo dos meses de dejar el tratamiento de rehabilitación y empezar así el seguimiento, Mari asegura que tiene sueños e ilusiones. «Mi familia ya confía en mí y, además ha vuelto retomar los hábitos e, incluso, las amistades». Además, está dispuesta a ayudar a todo aquel que quiera salir del mundo de las drogas. «La acogida en los centros de rehabilitación es fundamental porque, por lo general, se acude allí sin ilusión ni ganas», sentencia.