«Se ha incrementado la violencia machista en la adolescencia por las redes sociales»

ASTURIAS

La psicóloga Paula Marín explica qué es la violencia machista
La psicóloga Paula Marín explica qué es la violencia machista

La psicóloga Paula Marín considera que son fundamentales más recursos para acabar con esta lacra social

25 nov 2020 . Actualizado a las 16:11 h.

La violencia machista es uno de los problemas más persistentes en nuestros días. A pesar de que la sociedad ha avanzado, aún queda mucho por hacer por acabar con esta lacra social, que afecta a miles de mujeres en nuestro país. La psicóloga Paula Marín explica qué supone el maltrato y qué medidas se deben de llevar a cabo para erradicarlo.

-El maltrato psicológico es también una forma de violencia. ¿Qué formas suele tomar?

-El maltrato psicológico suele ser la puerta al maltrato físico. Se basa sobre todo en el control, la manipulación y el chantaje. Lo cierto es que hay mucho maltrato que no suele llegar al físico. Sin embargo, hay víctimas que prefieren este último al psicológico. Es decir, prefieren que le den un guantazo a aguantar todas las cosas que dicen sobre ellas. Normalmente, el maltrato psicológico empieza cuando la víctima esta totalmente enamorada. El hombre aprovecha para alejarla de sus amigos, cuestiona su salud mental, les hace dudar de sí misma. En definitiva, cambia su patrón de conducta. Las culpabiliza, las humilla e, incluso, las ridiculiza. Lo que genera una sensación en la víctima de «tengo que hacerlo todo bien».

-¿Considera que existe todavía un cierto poso cultural que justifica la violencia dentro de la pareja?

-Sí. Muy grande. No suelen verse como maltratadores, pero son capaces de reconocerlo en otras personas. Si ven un caso de violencia machista suelen decir «ella se lo merece». Además, creen que ellos mismos son las víctimas. Incluso, sus parejas justifican sus actos. Cuando tiene lugar la violencia física, las mujeres están tan anuladas que exculpan los hechos. Y es que el maltratador tiene estrategias para manipularlas. «Mira lo que me has hecho hacer» o «mira como te quiero que mas obligado a actuar así», entre otras expresiones.  

-¿Cree que la gente está tomando conciencia de esta problemática social?

-Sí, pero, sin embargo, aún queda mucho por hacer. Se ha incrementado la violencia machista en la adolescencia. Principalmente por las redes sociales. Los maltratadores quieren controlar en todo momento a su pareja. Con quién habla, qué contenido ve, etc. Además, con Internet ha proliferado la desinformación y, por ende, la difusión de que se están llevando a cabo numerosas denuncias falsas. Algo que no es cierto y que lleva a no reconocer que realmente existe la violencia machista.

-¿Qué lleva a las mujeres maltratadas a hacer terapia?

-Suelen venir por trastornos de ansiedad, de depresión o, incluso, alimenticios. Algunas están medicadas y otras vienen derivadas por sus maltratadores, ya que piensas que «están locas». Ellas piensan que el problema es de ellas, que son exageradas, demasiado sensibles, etc. pero no es así. Como profesional ves que están viviendo un episodio de violencia, pero que no se reconocen como víctimas. Lo justifican todo. En estos casos no se les puede decir directamente que son víctimas de violencia machista, pero sí les das pautas o señales para que vayan viendo y asimilando la realidad. Eso sí, siempre con mucho cuidado. Hay pacientes que me dicen: «Es que nunca me había maltratado y me pego una paliza». Es muy sutil, pero te deja bien claro que esto ya viene de atrás.  

-¿Cuál es el estado psicológico de las personas que han sido maltratadas y acuden a terapia?

-Las emociones que suelen tener las víctimas son pena, miedo, culpa y vergüenza. Vienen en episodio de maltrato físico. Un maltratador no siempre es un monstruo. Ellas lo conocen y mantienen la relación con la esperanza de que todo va a volver a ser como el principio o que, incluso, va a cambiar. Generalmente están hundidas. La autoestima va por los suelos y, además, tienen miedo al cambio. Llevan tanto tiempo ahí metidas que no saben enfrentarse al mundo y a la nueva vida. Pero, deben de hacer frente al duelo y ser libres, antes de seguir ahí y terminar muertas. Al mismo tiempo, también, piden perdón por todo. Las víctimas hablan de ellas como sus maltratadores les hablan.

-¿Cuándo se dan cuenta?

-Les cuesta mucho salir. Hay mucha dependencia emocional. Por eso, necesitan mucho apoyo y, por lo general, el entorno no ayuda. Si una víctima sufre una agresión y es juzgada, cuando vuelva con él y haya otra agresión no lo a decir porque no quiere ser estigmatizada. En estos casos, la familia y los amigos tienen que escucharla, acompañarla y ofrecerle recursos. No meter baza. Deben de comprenderla y entender el proceso por el que está pasando que es muy duro. No pueden culpabilizarla porque no se vea capaz de hacerlo. Esta incomprensión lleva a que se sientan solas y aisladas.

-¿Cómo es el perfil de un maltratador? ¿Hay puntos o características en común?

-No hay un perfil. Cualquiera puede ser maltratador. Por eso, es fundamental la educación. La gente, que nace en familias muy machistas, tiene mas probabilidad de ser maltratados y, también, de ser maltratadores. Aquí también entra en juego el amor romántico: somos uno y el amor todo lo puede.  A partir de esta idea sí que se desarrolla la violencia porque se justifican los actos.

-Los hijos también sufren indirectamente ese maltrato y, en ocasiones, directamente, ¿cómo se les ayuda a superar ese trauma?

-Por lo general, los hijos acaban normalizando este maltrato directo. «Estamos acojonados en casa porque mi padre ejerce violencia sobre mi madre». El trato del hombre a la mujer educa a los niños. Hay tres veces mas de probabilidad de que el hijo de un maltratador sea un maltratador y que la hija se convierta en mujer maltratado.  Lo ven normal y repiten estas pautas de conductas. Aunque, sí que es cierto que, muchos chavales dedican toda su vida a no repetir dicho patrón. En estos casos se trabaja con ellos restaurando y disolviendo el problema, el trauma. Estos niños también han sufrido maltrato. «Hay que ser un hombre», «el que llora es débil». Por eso, es importante romper con esas creencias. Se les enseña el respeto hacia los demás y, también, hacia ellos mismos.

-¿Qué medidas debería tomar el Gobierno para acabar con esta lacra social?

-Fomentar la educación desde pequeños, más asistencia a mujeres maltratadas y hombres maltratadores y escuelas de nuevas masculinidades. En definitiva, más recursos. Un hombre que maltrata si no hay una educación sobre el puede seguir maltratando. Las campañas siempre van dirigidas a las víctimas, cuando debería de ser al revés. Lo cierto es que el proceso de denuncia es complicado, porque quieres esa persona. Las violaciones igual, todo el mundo esta en contra, pero cuando es alguien del entorno no opinan lo mismo. Por eso, a nivel social, hay mucho que trabajar. Hay una denuncia y muchas veces la gente está a favor del maltratador. Los maltratadores son machistas, el odio es hacia las mujeres. De puertas para fuera son encantadores, pero de puertas para dentro son maltratadores. La cantidad de casos es terrible y el perfil de las mujeres es cualquiera. Muchas mujeres han logrado éxitos profesionales y se meten en relaciones de estas, pero no lo dicen por vergüenza. Hay una gran dependencia emocional porque las víctimas sobre ven a través de los ojos del maltratador. Roban su personalidad hasta crear un patrón de conducta que no era el suyo. Es un problema a todos los niveles, ya que está en todos los ámbitos la figura de mujer florero y es el hombre el que tiene la última palabra.

-El viernes impartirá una charla coloquio titulada Aprendiendo a manejar mi vida. Puede adelantarnos algo...

-Sí, se basa en la violencia machista y de cómo aprender a manejar la vida. Es importante identificar ese tipo de señales y fomentar la autoestima para poder ser libre. Es muy difícil darse cuenta. Lo cierto es que es muy importante que las víctimas se sienten identificadas con otras víctimas porque no ven la gravedad. Cuando hay noticias sobre violencia machista, no se sienten identificadas con la muerte porque no se ven así. Pero, sin embargo, hay señales menos graves pero más frecuentes. Como, por ejemplo, no pensar en ti y solo en él. Están de puntillas toda su vida. Lo cierto es que sí se puede salir, pero hay que preparar a la sociedad para que dé las manos a las mujeres. Se tarda años en dejarlo definitivamente porque el maltratador las influencia: «Si me dejas me mato». Por el camino hay siempre recaídas, ya que tienen esperanza de que cambien. Igual modifican su conducta un mes, pero luego siguen igual.