El profesorado interino en Asturias estalla: «Las oposiciones no permiten demostrar lo que llevas haciendo durante muchos años»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Daniel Caso y Ernestina de la Rasilla, profesores interinos en Asturias, piden una estabilidad laboral
Daniel Caso y Ernestina de la Rasilla, profesores interinos en Asturias, piden una estabilidad laboral

El personal docente lamenta que se ponga en tela de juicio su profesionalidad y algunos educadores cuentan cómo es la odisea de ejercer como empleado temporal

12 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La situación del profesorado interino es cada vez más insostenible. En Asturias, concretamente, más del 30% de docentes ejerce como interiono en unas condiciones «muy precarias». A la inestabilidad laboral, que lleva a que la mayoría trabajen a cientos de kilómetros de sus domicilios, se suma la escasez de oposiciones para cubrir plazas. Unas pruebas, según su opinión, no son nada objetivas, puesto que, a pesar que con ellas el profesional se juega el puesto, tan solo evalúan la capacidad de memoria. «No permiten demostrar lo que llevas haciendo durante muchos años y bien», denuncia el profesor de filosofía Jesús Rosales, quien lleva 26 años impartiendo clases como interino. Rosales, al igual que algunos educadores con decenas de años de experiencia a la espalda, denuncian que la Consejería de Educación ponga en tela de juicio su profesionalidad y cuentan cómo es la odisea de ejercer como empleado temporal.

Jesús Rosales, profesor de filosofía, lleva 26 años impartiendo clases como interino

«Es muy angustioso ver como compañeros se jubilan y yo no sé si podré trabajar el próximo curso»

En el caso de Jesús Rosales, de 54 años, la incertidumbre ronda a diario por su cabeza. Al no tener una plaza fija y al haber un volumen muy grande de interinos cada septiembre tiene que andar tentado a la suerte, puesto que no sabe si va a poder seguir trabajando, «a pesar de que curso tras curso voy acumulando experiencia porque llevo 26 años impartiendo clases y durante todo este tiempo he conocido alumnos y metodologías diferentes». Además, a esto se suma el problema de que apenas se convocan oposiciones para profesores de filosofía. «Desde que empecé, en 12 años no hubo exámenes y últimamente se hacen cada cinco años, pero es muy difícil compaginar el trabajo con preparar la prueba porque se requiere mucho tiempo», señala.

Además, las oposiciones, a su juicio, son muy injustas porque «no te permiten demostrar lo que llevas haciendo durante muchos años y bien. Se pone en tela de juicio nuestro trabajo. Un trabajo en el que obtienes buenos resultados y nunca has tenido ningún problema», resalta Rosales. Al mismo tiempo indica que «este año estoy de jefe de departamento y, por tanto, tengo que hacer programaciones curriculares. Pues en las oposiciones te piden presentar una programación para ver si sabes hacerlo. Parece cachondeo». Asimismo, subraya que debido a la pandemia actual, la situación es aún más difícil. «La carga de trabajo es mucho mayor y la cabeza no está para ponerse a estudiar para un proceso selectivo», recalca.

Sin embargo, luchará contra viento y marea para sacar tiempo y prepararse. «Tendré que presentarme porque tengo que hacerlo». Pero considera que es «víctima» de una situación, que, al fin y al cabo, también perjudica al alumnado porque «cada año se enfrentan a un profesor diferente». Al mismo tiempo, Rosales defiende que «en cualquier entidad no se desprecia a un trabajador con 26 años de experiencia» y, por tanto, pide que no se abuse de la temporalidad. No exige ser un funcionario sí porque sí o que se le cierre la puerta al mundo laboral a los recién licenciados, sino que reclama tener cierta estabilidad en el empleo. «Es muy angustioso ver como compañeros se jubilan y yo no sé si podré trabajar el próximo curso cuando lo das todo, lo haces bien y apuestas por la empresa», sentencia.

Ernestina de la Rasilla, profesora de latín y griego, lleva más de 22 años impartiendo clases como interina

«Me recorrí prácticamente toda Asturias y hay plazas de trabajo suficientes, pero la administración solo las quiere cubrir con los interinos. Es más rentable»

La profesora interina Ernestina de la Rasilla lleva más de 22 años en esta situación
La profesora interina Ernestina de la Rasilla lleva más de 22 años en esta situación

También Ernestina de la Rasilla tiene todos los años esa incertidumbre de ver si va a poder trabajar al curso siguiente. Esta profesora de latín y griego lleva más de 22 años como interina porque con su especialidad le es más complicado obtener plaza. «Cada vez son menos las que se ofertan y llevamos desde el año 1992 sin oposiciones en Asturias», lamenta. Una situación que se lleva desencadenando en la región desde hace décadas. Cuando de la Rasilla terminó en la facultad, estuvo en la lista de interinos del Principado durante varios años, pero como no había trabajo decidió ir a Madrid. «Allí estuve impartiendo clases durante 3 años, pero en el momento que se implantó la LOGSE, los docentes de mi especialidad perdimos muchas horas y, por tanto, decidí volver», cuenta.

Tras regresar a su tierra natal estuvo cinco años fuera del sistema hasta que en el año 2002 encontró la oportunidad para emplearse, había salido una vacante. A partir de ahí, empezó a encadenar contratos temporales y, mientras tanto, se iba presentado a oposiciones en otras comunidades. «Llevo 19 años trabajando con vacantes y con sustituciones temporales. Me recorrí prácticamente toda Asturias y hay plazas de trabajo suficientes, pero la administración solo las quiere cubrir con los interinos», asegura indignada. Asimismo, resalta que «por desgracia sale más rentable los contratos temporales. Por ejemplo, antes éramos muy baratos porque no teníamos ni trienios ni sexenios. Ahora, por lo menos ya no es así, pero es muy duro no saber si vas a poder trabajar el año que viene. En las empresas privadas obligan a que un empleado que lleve más de tres años en la plantilla sea fijo». 

De la Rasilla al igual que el resto de docentes en su misma situación pide que «se reconozca un derecho que la ley nos da» y aclara que «no exigimos ser funcionarios de carrera porque solo aprobamos la oposición sino tener una estabilidad laboral». También, ve injusto que a estas alturas tenga que presentarse a las pruebas para sacar plaza. «En cada curso ya demuestro que sé hacer mi trabajo y con las oposiciones no se valora eso, solo se tiene en cuenta la memorización.  Es todo muy frustrante porque la suerte también entra en juego. Preparas un examen que no es fácil, son muchas horas de estudio, la fortuna no te sonríe y pierdes tu empleo. Además, tienen que hacerse en igualdad de condiciones porque tanto yo como mis compañeros, el 80% somos mujeres y mayores de 50 años, ya no estamos para competir con gente joven. La capacidad de retener contenidos no es la misma que cuando tienes 20 años», sentencia.

Rebeca González, profesora de historia, lleva más de 14 años impartiendo clases como interina

«Las oposiciones no son un método objetivo ni el mejor procedimiento para saber si eres un buen profesor»

De la misma manera, Rebeca González ve muy injusta la situación del personal interino: «No se nos trata en igualdad de condiciones». Esta profesora de historia tan solo estuvo dos años en el paro, debido a la crisis, pero en todo este tiempo ha ido encadenando contratos temporales. «Llevo trabajando en esto desde el 2005 y cada año es lo mismo. Llega agosto y con él la incertidumbre de si vas a poder impartir clases durante un curso. Además, señala que es muy desestabilizador porque «no puedes hacer planes ni a nivel personal ni al laboral» y cambiar de centro constantemente también resulta un inconveniente. «No es lo mismo quedarte en un colegio y llevar un proyecto profesional a llegar a uno nuevo en el que ni siquiera sabes de qué pie cojea cada alumno», asegura.

En cuanto a las oposiciones, considera que las plazas son totalmente raquíticas. «Desde que empecé a opositar, hubo convocatorias cada dos años, pero el número de puestos que se ofertaba era pequeño», cuenta, y añade que «este año es cuando más plazas hay, son 51, pero son menos de las que realmente se necesitan». Por eso, exige que se hagan las plantillas de acuerdo a la situación real. «Es triste, pero como la consejera está calentita en su despacho y no ha ido a ningún centro, a pesar de que son lugares seguros, no sabe realmente lo que hay. Los que estamos en la arena somos nosotros y conocemos perfectamente la situación», clama.

Al mismo tiempo señala que deja mucho que desear cómo se les trata a la hora de hacer las oposiciones, así como su valoración. «Las oposiciones no son un método objetivo ni el mejor procedimiento para saber si eres un buen profesor porque es meterse entre pecho y espalda temas. Se debería de primar más la parte didáctica, cómo resolverías una unidad, etc.», explica. Además, lamenta que los nuevos opositores van con mucha más ventaja en cuanto a las puntuaciones porque ya cuentan con másteres. Asimismo, resalta que la crisis sanitaria les ha afectado mucho mentalmente y, por tanto, no están en condiciones para presentarse a un examen de tal calibre. «Nos dejan siempre para lo último y nunca se nos tiene en cuenta». Por eso, tiene esperanza que con la sentencia europea los profesores que tengan experiencia y sean válidos puedan tener una estabilidad laboral. «Debe reconocerse nuestra profesión porque no quiero jubilarme de interina».

Daniel Caso, profesor de electrónica, lleva más de 21 años impartiendo clases como interino

«Los profesores somos rehenes de los alumnos. La administración lo sabe y esto supone no poder prepararte bien un examen en el que te juegas tu puesto de trabajo»

El profesor interino Daniel Caso imparte clases de electrónica en los centros públicos de Asturias
El profesor interino Daniel Caso imparte clases de electrónica en los centros públicos de Asturias

Por su parte, al interino de electrónica Daniel Caso le es más fácil trabajar, ya que imparte clases en la rama de Formación Profesional y «en mayor o menor medida» hay vacantes. Sin embargo, lo peor de todo es que su especialidad abarca un amplio campo de conocimientos y ello dificulta el desempeño de la actividad docente, a pesar de que ya cuenta con 21 años de experiencia laboral. «Hay entre 20 y 30 asignaturas diferentes y dependiendo del instituto en el que te toque impartir clases, el currículum cambia y tienes que dar módulos muy dispares. Cada año te toca volver a empezar de nuevo y tienes que ponerte a preparar todo en tiempo récord porque el 5 de septiembre te enteras de las asignaturas, que en ocasiones nunca diste, y el día 15 empiezas», reprocha.

Por eso, Caso también exige estabilidad laboral. No solo por todo el tiempo que ya lleva trabajando, sino para asegurar la calidad de la educación asturiana. «Cuando un profesor supera muchos años en un aula lo domina todo al 100%. El primer año sobrevives porque es todo nuevo, hay veces que no conoces ni el libro. El segundo matizas, ya dedicas más tiempo a los contenidos y ves lo que realmente les resulta más complicado al alumnado. Y a partir del tercer año ya das las clases bien», confiesa. En esa misma línea señala que ser profesor es una profesión muy bonita, pero si te dejan desempeñarla. «No pueden estar cambiándote de sitio constantemente», añade.

Al mismo tiempo, reprocha que para optar a una plaza fija haya que pasar por un sistema de oposiciones incoherente. «Primero tienes que aprobar el examen y ya luego en función de los años que lleves trabajado pues quedarás en un puesto u otro de la lista. Es inadmisible porque en la privada lo único que se tiene en cuenta son los años rodados, la experiencia, no si sabes memorizar o no», manifiesta. Además, como en su caso, las convocatorias salen cada mucho tiempo y se ofertan pocos puestos la situación es más compleja. Por eso, también lamenta que se haya que jugar el puesto de trabajo en un examen que requiere de muchas horas de preparación, tiempo del que no se dispone cuando se imparten clases. «Deberían de tenerlo en cuenta también porque, al fin y al cabo, somos rehenes de los alumnos. La administración sabe que siempre vamos a tirar por ellos porque nos apasiona nuestro trabajo y esto supone no poder prepararte bien la oposición», afirma.