Así actúa Asturias para acoger a los menores extranjeros no acompañados

E.R. REDACCIÓN

ASTURIAS

Un grupo de personas aguardan junto a la valla fronteriza que separa Fnideq, en Marruecos, y Ceuta
Un grupo de personas aguardan junto a la valla fronteriza que separa Fnideq, en Marruecos, y Ceuta Mohamed Siali | EFE

Actualmente en el Principado hay 28 jóvenes inmigrantes que se encuentran repartidos entre los cinco centros de acogida

07 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la crisis migratoria sin precedentes en España tras la llegada de más de 8.000 migrantes y acaecida en Ceuta hace unas semanas, Asturias no ha mirado hacia otro lado y ha acogido a 11 menores no acompañados. Se trata de jóvenes que ya estaban en centros de protección de la ciudad autónoma pero que pasan a ser tutelados por el Gobierno del Principado para liberar espacio y refugiar a los procedentes de Marruecos. De esta manera, la cifra de menores extranjeros no acompañados que se encuentran en los cinco centros de nuestra comunidad autónoma se eleva a 28, según aseguran fuentes de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar, organismo encargado de la gestión de alguno de los lugares de asilo. En cualquiera de los casos, se debe llevar a cabo un estricto protocolo de actuación

En el momento que un menor extranjero no acompañado llega a Asturias se le traslada al centro de atención inmediata, dependiente del Instituto Asturias para la Atención Integral a la Infancia y las Familias. Una vez allí, como «recibimiento de emergencia», se «le presta la atención necesaria» y se «evalúa la situación» para poder tomar la decisión más adecuada en cada caso. Después se le deriva a uno de los centros de menores en lo que se trabaja el programa de preparación de la vida independiente.

Los centros dentro de su programa de Atención Residencial concretan ya su intervención sobre las necesidades de cada uno de los menores. En este sentido, desde la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar resaltan que «el trabajo de grupo, el respeto mutuo, la solidaridad y la asunción de las normas de convivencia, resultan básicos en la construcción de ese proyecto individual». Asimismo, defienden que «los valores de tolerancia, igualdad y otros principios democráticos se aprenderán, preferentemente, mediante la convivencia diaria, el uso de cauces de participación y la firme exigencia de unas normas concisas y claras».

Cubrir las necesidades básicas

Además, una vez iniciado el proceso de intervención, el equipo educativo deberá detectar si existen otras necesidades que se deban cubrir. «La detección precoz de situaciones de desprotección es determinante a la hora de tomar las medidas necesarias para afrontar el problema», destacan desde este departamento.  Por tanto, se tendrán que cubrir todas las necesidades que sean consideradas «básicas» como alimentación, vestuario, higiene, formación, etc. De la misma manera, llevará a cabo un seguimiento escolar, formativo y laboral pleno, en función de la edad y características del menor. Para ello deberán controlar la asistencia de este y acudir a las tutorías con los centros escolares y formativos.

Orientación laboral 

Asimismo, en el caso de que el menor haya superado la edad mínima de escolarización obligatoria, el equipo educativo realizará una labor de recopilación, «lo más exhaustiva posible», con respecto a las ofertas de empleo y formación existentes. Esta actividad exige a su vez «la mayor implicación del menor interesado», si fuese necesario los expertos tendrían que motivarle a buscar activamente empleo, formación y preparación para la vida laboral de manera autónoma e independiente. En este caso, «se trata prioritaria la formación orientada al empleo dadas las características de estos menores en los que su proceso de autonomía pasa indefectiblemente por tener una posibilidad de acceso al mercado laboral», reconocen. Por ello, los centros de acogida trabajan en plena coordinación con los equipos educativos y profesionales de los diferentes recursos implicados: I.E.S., S.E.P.E.P.A., escuelas, escuelas taller, F.P., empresas, etcétera.

Al mismo tiempo, los mentores tendrán que comprobar que la higiene y vestimenta de los menores sean las adecuadas y suficientes, «adoptando las medidas que se crean necesarias en caso de no serlo». También realizarán los acompañamientos a los centros de salud en caso de enfermedad o revisión médica y se le aplicarán los tratamientos indicados.

¿Qué pasa cuando cumplen la mayoría de edad?

Por otro lado, la consejería de Derechos Sociales y Bienestar cuenta también con programas específicos de transición a la vida adulta. Estos «facilitan el itinerario de inserción de los jóvenes extranjeros no acompañados próximos a cumplir la mayoría de edad, que han sido tutelados por el Gobierno del Principado de Asturias. Proporcionan alojamiento, manutención, atención social y psicológica, asistencia jurídica, conocimiento del medio y orientación laboral y promueven habilidades y herramientas necesarias para afrontar el paso a la vida autónoma», detallan.

En estos programas se deriva a la persona mayor de edad a recursos de formación laboral para obtener título de cualificación. Además, se le impulsa a participar en proyectos de inserción sociolaboral específicos en el que puedan asesorarle, así como a los dedicados a la capacitación para llevar una vida independiente. Estos últimos deben abordar el aspecto de  preparación psicológica, orientación jurídica y burocrática que sea necesaria. También «se les proporcionan habilidades en el mantenimiento y cuidado personal y de destrezas domésticas; se enseñan hábitos saludables de ocio y tiempo libre y se fomenta la capacidad para administrar el dinero propio, búsqueda de empleo, búsqueda de vivienda y otras actividades independientes de forma autónoma», especifican.

No obstante, «todos aquellos que cumplen la mayoría de edad en un centro y tengan un compromiso de participación activa y aprovechamiento, al igual que ocurre con el resto de menores, estos se incorporan al programa de Transición a la Vida Adulta». De esta manera, el menor extranjero no acompañado adquirirá las herramientas suficientes para desenvolverse en sociedad e podrá llevar así una vida plena, en la medida de lo posible.