Tomás Gimeno habría matado a las niñas en su casa para causar el mayor dolor a su expareja

La Voz REDACCIÓN

ASTURIAS

Casa donde vivían Tomás Gimeno y sus hijas en Santa Cruz de Tenerife
Casa donde vivían Tomás Gimeno y sus hijas en Santa Cruz de Tenerife

La jueza cree que arrojó al mar las bolsas que contenían el cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo, quedando todo ello depositado en el fondo del mar

12 jun 2021 . Actualizado a las 18:26 h.

Tomás Gimeno, el padre desaparecido en Tenerife desde el 27 de abril junto a sus hijas Anna y Olivia, presuntamente habría dado muerte a las niñas en su finca de Igueste de Candelaria y, posteriormente, arrojado sus cuerpos al mar en un plan preconcebido que tenía como fin provocar a su expareja el mayor dolor que pudiera imaginar.

El auto afirma que Gimeno «de manera deliberada quiso colocar (a su expareja) en la incertidumbre acerca de la suerte o destino que habían sufrido en sus manos Olivia y Anna». Así lo afirma la magistrada titular del Juzgado de 1a Instancia e Instrucción número 3 de Güimar en un auto dictado este sábado para informar al Ministerio Fiscal sobre la procedencia de dejar sin efecto la vigente orden internacional para la detención de Gimeno por delito de sustracción menores.

La jueza a su vez ha pedido otra orden internacional para la detención de Tomás Gimeno por la presunta comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género, al tiempo que pide que el caso pase al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Santa Cruz de Tenerife.

Recuerda la magistrada que las actuaciones penales se iniciaron el 28 de abril, cuando la Guardia Civil puso en conocimiento del Juzgado la denuncia de Beatriz Z. por la sustracción de sus hijas menores, y el último lugar conocido donde habían aparentemente estado era el domicilio de su padre, en Igueste de Candelaria, y que éste había anunciado que no las iba a devolver.

Las niñas no fueron devueltas a su madre, que mantenía su custodia «de hecho» y con quien convivían desde que la relación entre los progenitores se rompiese hace aproximadamente un año, a partir de lo cual Tomás residía en Igueste de Candelaria y Beatriz junto a las niñas en Radazul (El Rosario).

Según el auto, desde entonces Tomás mantuvo de forma constante hacia Beatriz un trato vejatorio y denigrante, dirigiéndole a diario comentarios descalificativos, ofensivos y ultrajantes, en particular enfocados a menospreciarla por haber rehecho su vida con una nueva pareja y manifestando además, de forma reiterada, que no toleraba que éste compartiera momentos con sus hijas.

El 27 de abril, Tomás Gimeno convino en pasar la tarde con las hijas comunes, lo que implicaba recoger a las menores hacia las 17.00 horas para reintegrarlas al domicilio materno a las 21.00 horas. A tal fin, hacia las 17.00 horas de ese día acudió a Radazul para recoger a Anna, con la que se dirigió en su vehículo, protegida con el sistema de retención infantil Maxi-Cosi en el asiento del copiloto, hasta el centro educativo donde acudía Olivia los martes y jueves desde las 13.00 horas hasta las 17.00 horas.

En dicho momento, Tomás entregó a la directora del centro, y su pareja actual, un estuche lapicero con cinta de embalar pidiéndole que le llamara a las 23.00 horas del mismo día, siempre según el auto. La mujer abrió el estuche hacia las 17.20 horas y encontró en su interior un fajo de dinero por importe de 6.200 euros y una carta despidiéndose de ella.

Tras salir del citado centro, Gimeno se dirigió con las dos menores al domicilio de sus padre en Santa Cruz de Tenerife, dejando allí a Anna y llevando a Olivia a clases de tenis hasta aproximadamente las 18.30 horas. Tal circunstancia la aprovechó Tomás para acudir, él solo en su vehículo, hasta la Marina de Santa Cruz de Tenerife, donde estacionó a las 17,51 horas a la altura del pantalán A, lugar en que mantenía atracado un barco de unos 6 metros de eslora. Allí se apeó del vehículo, se dirigió al barco, introdujo en el agua el motor y lo arrancó a modo de prueba, abandonando la Marina a las 17.56 horas.

Tras recoger a Olivia en el Club de Tenis regresó a la vivienda de sus padres, donde permaneció junto a sus padres e hijas hasta las 19.26 horas, momento en que partió con su vehículo y con las dos niñas en el interior. A las 19.47, Tomás llegó a su domicilio en Igueste (candelaria). «Presuntamente en dicha finca Tomás dio muerte a sus hijas, envolviéndolas en toallas e introduciéndolas en bolsas de basura y estas en bolsas de deporte, que colocó en el Audi A3», consta en el auto.

Continúa el auto que, sobre las 21.05 horas, Tomás se desplazó con el mismo vehículo, en cuyo interior presuntamente se encontraban los cuerpos sin vida de sus hijas, desde Candelaria a Santa Cruz de Tenerife, a donde llegó hacia las 21.13 horas, parando un momento en la vivienda de sus padres, donde a escondidas dejó su perro, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de otro vehículo.

Detalla que a las 21.27 horas, Tomás regresó hasta la Marina de Santa Cruz de Tenerife, donde le abrió el vigilante de seguridad para que pudiera acceder al recinto vallado del puerto deportivo, estacionando delante del acceso al pantalán A, apeándose y portando desde aquella hora hasta las 21.36 horas, en tres viajes desde el vehículo a la embarcación Esquilón distintos objetos, entre los que estaban las bolsas de deporte, en cuyo interior presuntamente se encontraban los cuerpos de sus hijas Olivia y Anna.

Finalmente, a las 21.40 horas zarpó con la embarcación y 11 minutos después Beatriz estableció contacto telefónico con Tomás, el cual le comunicó que ya estaba fuera de la isla con las niñas. A las 21.59 horas lo volvió a llamar y Tomás le dijo que ya no iba a ver más ni a las niñas ni a él, que se iba con ellas y que iba a empezar una nueva vida. Sobre las 22.30 y a las 22.40 horas repitió la llamada, ya desde el Puesto de la Guardia Civil, siendo la respuesta de Tomás la misma, aun cuando intervino un agente de la Guardia Civil.

De acuerdo al auto judicial, cuando ya estaba suficientemente alejado de la costa y sobre una zona que conocía profunda, hacia las 22.30 horas, Tomás arrojó al mar desde el barco Esquilón las bolsas de deporte que contenían el cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo, quedando todo ello depositado en el fondo del mar.

A las 22.30 horas, Tomás volvió a llamar a Beatriz para indicarle que él no podía permitir que sus hijas crecieran sin él y a las 22.44 horas el teléfono de Gimeno dejó de conectarse a datos, aparentemente por quedarse sin batería, por lo que decidió regresar a puerto. Mientras, fue apercibido por la Guardia Civil por saltarse el toque de queda y tras aparentar que volvía a la embarcación para pernoctar, se dirigió a una gasolinera para comprar un cargador de móvil.

A las 00.41 horas del 28 de abril el teléfono de Tomás volvió a estar operativo y a la 01.28 volvió a hablar con Beatriz, que le planteó que las niñas necesitarán a su madre, a lo que él contestó que sabía que eso le iba a costar pero que con el tiempo estarían bien con él, ya que tenía suficiente dinero para vivir. Asimismo, a las 01.30 horas habló de nuevo en una conversación acerca de su relación y le insistió en que se iría lejos y no volvería a ver a las niñas, y a las 02.11 se despidió definitivamente.

Si bien sólo se ha localizado, hasta el momento, el cuerpo de Olivia, la hipótesis fáctica más probable respecto a Anna es, desgraciadamente, la misma, apunta la jueza, que indica que Tomás había planificado los atroces actos en un plan preconcebido para fin provocar a su ex-pareja el mayor dolor que pudo imaginar, a la que de forma deliberada quiso colocar en la incertidumbre acerca de la suerte o destino que habían sufrido en sus manos la niñas, según informa Efe.