La repercusión en Asturias del fin de los aranceles a los productos agroalimentarios entre Estados Unidos y Europa

L.F. REDACCIÓN

ASTURIAS

Queso Cabrales
Queso Cabrales

El acuerdo llega después de que en marzo se abriera ya una primera tregua de cuatro meses para tratar de acercar posturas

17 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Estados Unidos ha dado una tregua al campo europeo. También al español y asturiano, aunque en este caso el impacto de la medida es mucho menor que en otras comunidades. Lo ha hecho después de que el Gobierno del país norteamericano y la UE lograran llegar a un acuerdo con el que ponen fin a 17 años de disputas en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OCM) derivadas de las ayudas a Airbus, el consorcio aeronáutico europeo, y Boeing, su homólogo estadounidense. Porque esas ayudas llevaron a emprender en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OCM) una guerra comercial en la que los que pagaron el pato fueron los agricultores por los altos aranceles que Estados Unidos había impuesto a las exportaciones de un largo listado de productos agroalimentarios. 

El impacto de la medida es moderado en Asturias, aunque previsiblemente los menores costes animarán a los empresarios del sector agroalimentario a buscar nuevos nichos de mercado y a aumentar las exportaciones. Desde Industria señalan que el subsector agroalimentario asturiano que sale más beneficiado es el del queso. Los datos de Asturex reflejan que en 2019 las ventas de queso asturiano en Estados Unidos ascendieron a 660.000 euros. El año pasado, en plena pandemia, la cifra bajó hasta los 460.000 euros y, en el primer trimestre de 2021, la cantidad fue de 110.000 euros.

Importancia en España

El eco de la noticia no se ha hecho esperar. Supone un «paso histórico», dijo la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, que se congratuló de poder recuperar las operaciones de exportación e inversión españolas en el mercado estadounidense, «clave para las empresas y para la recuperación de la economía española».

Por su parte, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, se felicitó por este anuncio que gravaba «injustamente» las exportaciones agroalimentarias españolas a Estados Unidos, entre ellas, al aceite de oliva, al vino, quesos y cítricos: «Es una magnífica noticia. Volvemos a la senda del multilateralismo que nunca se debería haber dejado de lado. El diálogo, la colaboración y la búsqueda de consenso debe primar a las acciones unilaterales que generan desequilibrios y conflictos comerciales innecesarios». No ha tardado en llegar tampoco la reacción de la Federación Española del Vino: «Aunque todavía queda por aclarar algunos detalles del acuerdo, lo más relevante es el cambio de actitud y el espíritu de negociación que ha primado en los últimos meses y que debería conducir a una solución en la que no haya vuelta atrás», dijo el responsable de la Federación, José Luis Benítez. 

El acuerdo llega después de que en marzo se abriera ya una primera tregua de cuatro meses para tratar de acercar posturas. Pero es verdad que ahora se ha acelerado debido a la urgencia de Joe Biden por recuperar el apoyo de los aliados europeos frente a China. De ahí que la paralización de aranceles se alargue al menos durante cinco años, aunque como apuntó la responsable en materia comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, pese a que la negociación  implica la suspensión tarifaria durante ese plazo de tiempo, en la práctica Estados Unidos mantendrá dicha suspensión «mientras el apoyo de la UE a Airbus será coherente con los términos del acuerdo», por lo que se reserva el poder de reactivar los gravámenes si considera que se vulnera la competencia justa.

El documento suscrito por Biden, Von der Leyen y Michel fue ya presentado la víspera a los embajadores de los Veintisiete e implica una suspensión de todos los aranceles durante un periodo de cinco años, así como una serie de «compromisos» para allanar el camino a la solución definitiva, explican las fuentes. 

El primero en gravar las exportaciones del otro fue Estados Unidos, cuando el entonces presidente Donald Trump anunció aranceles por valor de 7.500 millones de 6.100 millones con el aval de la OMC. La UE respondió un año después imponiendo tarifas a productos estadounidenses por valor de 3.300 millones de euros.