La asturiana que a sus 74 años sube en bicicleta puertos de la Vuelta España como El Gamoniteiru

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Pilar Luque Cabal, 74 años
Pilar Luque Cabal, 74 años

Con un buen entrenamiento y una adecuada preparación, la salense Pilar Luque Cabal es capaz de subir la cima de los altos asturianos y recorrer al cabo de un año 22.000 kilómetros

17 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ambiciosa, persistente y vital son los adjetivos que mejor definen a Pilar Luque Cabal, quien a sus 74 años no hay quien la frene. Esta salense afincada en La Fresneda continúa subiendo en bicicleta los puertos asturianos de la vuelta España, entre los que se encuentra la Cobertoria, el Fitu y el Gamoniteiru. Unos altos que requieren cierta profesionalidad pero que con un buen entrenamiento se pueden coronar. «Todos los días recorro una media de 100 kilómetros, salvo en verano que hay jornadas que realizo 200 kilómetros, y por tanto, aunque la edad está ahí, soy capaz de alcanzar la cima», reconoce antes de confesar que esto unido a una buena alimentación -sin privarse de nada, pero con moderación- hacen que al cabo del año se mete entre pecho y espalda 22.000 kilómetros.

Aunque la bicicleta nunca le generó un mayor interés más allá de realizar el típico paseo, a los 40 años sientió cierta pasión. «Era un día de vacaciones, estaba con una BH Gacela por la base del puerto de Aralla, en León, y de repente me encontré con dos chicos que llevaban bicicletas de carretera para subir dicho alto. Hacia un tiempo increíble, el cielo azul… y dije ‘uy si ellos pueden hacerlo por qué yo no’. Pues con aquella bicicleta destartalada empecé a ascender y me di cuenta de que el ciclismo no es cuestión solo de pedalear, sino que requiere otros entrenamientos. Como era fumadora empedernida, en cada curva tenía que parar para coger fuelle porque me faltaba oxígeno, sin embargo, como quería cumplir ese objetivo, después de dos horas coroné y eso que eran solo seis kilómetros», cuenta. 

Entonces, después de esta «experiencia tan maravillosa», decide dar el paso para adentrarse en el mundo del ciclismo. «Me plantee ahorrar durante todo el año para comprar mi primera bicicleta de carretera. Fui metiendo monedas de 500 pesetas en una hucha de estas de cerdito de barro para no caer en la tentación de abrirla. Conseguí 180.000 pesetas y con las mismas me fui a una tienda a comprarla y también toda la equipación: zapatos, culotte negro y maillot amarillo como el Tour de Francia. Salí de allí muy contenta, pero me di cuenta de que el problema ahora estaba en que no sabía andar en bicicleta. ‘Cómo me subo y me mantengo en equilibrio’, me preguntaba», confiesa.

Sus comienzos en el mundo del ciclismo

Sin embargo, enseguida la enseñaron y empezó a rodar. «Subí al Alto de la Huesera para ver las clásicas de los Lagos de Covadonga. Aquello era un espectáculo, ver a mil y pico ciclistas me impresionó tanto que en ese momento me dije mañana mismo dejas de fumar y el próximo año te presentas. Y dicho y hecho. No estaba preparada y se trata de una prueba muy exigente porque se meten varios puertos y después para rematar hay que hacer un recorrido de 130 kilómetros, pero como tenía un interés enorme por participar y allá como pude la acabé», detalla y resalta que «cuando empecé, en el año 94, en el Principado solo había tres mujeres haciendo bici, una de ellas yo»

A partir de ahí comenzó a compaginar su trabajo «que consistía en viajar constantemente», con cuidar a su hija, puesto que es madre soltera, y entrenar para así competir en marchas cicloturistas por toda Asturias y León. Desde entonces, Pilar Luque lleva todo el tiempo pedaleando. «Participé en más de 100 pruebas y siempre me daban el trofeo a la más veterana», subraya entre risas. Tan solo en dos ocasiones se vio obligada a colgar la bicicleta durante unos meses. La primera fue a los 55 años, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama. Sin embargo, a los tres meses de operarse ya estaba realizando marchas. «Cuando te dan esa noticia, de inmediato crees que te vas a morir, pero se puede superar. Cada vez se avanza más en el tratamiento y el deporte viene de maravilla para luchar porque te ayuda mentalmente», subraya Luque quien anima a todas aquellas mujeres que estén ahora mismo en ese camino a que no se preocupen y sigan adelante.

Uno de los trofeos de la ciclista asturiana Pilar Luque
Uno de los trofeos de la ciclista asturiana Pilar Luque

El accidente que cambió su vida

La segunda fue por causa de un accidente. «Los ciclistas tenemos que estar expuestos al dique seco. Una vez caí y tuve una fractura en la clavícula, en otra ocasión, un camión me tiró al barranco y rompí dos costillas, pero el más grave fue el de la subida a los Lagos de Covadonga en la Vuelta a España, con Contador a la cabeza. Yo como miles de aficionados subí con una amiga y al bajar intentaba frenar, pero no podía. Las zapatas de la bicicleta estaban desgastadas, yo no me había dado cuenta de cambiarlas, y por tanto tuve que descender la cuesta del Alto de la Huesera a 70 kilómetros por hora. Cuando llegué abajo me pegué el gran trompazo. Sufrí una conmoción cerebral, se me fracturo la vértebra, que casi quedo en silla de redes, y tenía una gran herida abierta. Doy gracias porque me podía haber matado», precisa Luque.

No obstante, a pesar de haber vivido esa situación tan traumática, que la obligó a estar 17 días en el hospital sin mover un dedo y volver a aprender a caminar, a los ocho meses llegó el momento de empezar a andar de nuevo en bicicleta. Aunque no le ha generado miedo, puesto que «a mi familia siempre les digo que no se preocupen porque mi verdadera pasión es el ciclismo y si me muero que sea sobre la bicicleta», sí que le ha hecho tener ahora cierta precaución. Por ello a partir de ahí decidió usar una eléctrica con frenos de disco y revisar continuamente las pastillas y el estado general de la misma para evitar un incidente de tal calibre.

«A mi familia siempre les digo que no se preocupen porque mi verdadera pasión es el ciclismo y si me muero que sea sobre la bicicleta»

Además, gracias a esta adquisición y la pasión que siente por el ciclismo, cada vez rueda mejor. «Puedo hacer 200 kilómetros tranquilamente. Llego machada, pero al día siguiente vuelvo a salir», señala antes de añadir que «para mí, el momento más feliz es cuando me levanto subo la persiana veo que no llueve y automáticamente empiezo a preparar toda la parafernalia, desayuno y a las nueve de la mañana ya estoy en carretera. Por ejemplo, voy a Ribadesella bordeando la costa, veo a mi hermano y mi cuñada y doy la vuelta, eso son 170 kilómetros».

De la misma manera, aunque disfruta del ciclismo sola, hacerlo junto con el grupo de Track Astures, sobre todo con Ruth Moll y Ruth Gómez le motiva aún más. «Son una maravilla porque organizar rutas, que son las subidas a los puertos de la Vuelta España y disfruto mucho. Además, gracias a ellas he conocido gente saladísima, optimista, alegre y muy buena. Es fantástico el ambiente que se respira en este deporte por eso me encanta tanto», sentencia Pilar Luque, quien en agosto recorrerá los Lagos de Covadonga-Fitu-Gamoniteiru-Cubilla, y en septiembre hará el puerto de Somiedo- Ventana-San Lorenzo-La Farrapona para rematar la temporada «por todo lo alto».

Pilar Luque, junto con Ruth Moll y Ruth Gómez, en el Gamoniteiru
Pilar Luque, junto con Ruth Moll y Ruth Gómez, en el Gamoniteiru