
Estas construcciones forman parte del patrimonio cultural e histórico del Principado, puesto que atesoran los orígenes y evolución de la navegación marítima
07 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Situados en primera línea de mar y con impresionantes vistas al cantábrico, los faros forman parte del patrimonio cultural e histórico de Asturias, puesto que atesoran los orígenes y evolución de la navegación marítima. Como cada 7 de agosto se celebra el Día Mundial de estas construcciones que han ayudado en la seguridad y orientación de muchos marineros desde la antigüedad. En el Principado, hay 16 faros, de los que 10 fueron construidos en el siglo XIX y que nos permiten recorrer la costa asturiana de oriente a occidente.
Faro de San Emeterio

A dos kilómetros de Pimiago y a cuatro de Colombres, en Ribadedeva, se encuentra el faro de San Emeterio, más conocido como Faro de Tina Mayor y uno de los más aislados de Asturias. Esta torre de señalización luminosa está situada sobre la punta del Cabo de San Emeterio, cerca de la capilla de San Emeterio que le dio nombre y la famosa cueva rupestre del Pindal y fue encendida en 1864. Durante varios años fue remodelado hasta conseguir su electrificación y alcanzar así las 28 millas de visibilidad. Entre su historia, destaca el hecho de que en plena Guerra Civil un grupo de milicianos armados procedieron a relevar de su puesto al torrero puesto que se tenía la sospecha de que desde allí se comunicaba con el buque Almirante Cervera, perteneciente a la Armada española.
Faro de Llanes

Para continuar descubriendo la magia del cantábrico guiándose solo por faros históricos del Principado, el siguiente que hay visitar es el de Llanes. Situado en la punta de San Antón, sobre el acantilado del puerto de esta localidad, esta edificación de 12 millas de alcance fue inaugurada en 1860. De la misma manera que el de San Emeterio, con el paso de los años se fue modificado. En primer lugar, se electrificó, puesto que las horas de alumbrado eran mínimas y después se realizaron reparaciones, ya que debido a su emplazamiento las aguas azotan la fachada y llegan a la linterna. También un incendio obligó a realizar reparaciones en la estructura. Todo ello ha hecho que actualmente el edificio presenta un aspecto estético más bien de una casa del pueblo que de un faro tradicional.
Faro de Ribadesella

Pese a que se construyó con el objetivo de servir como luz de costa de importancia secundaria para cubrir el espacio entre San Emeterio y Peñas, el Faro de Ribadesella es uno de los más prestigiosos de la costa asturiana. Situado en la cima del monte Somos, en el pueblo de Tereñes, entró en funcionamiento por primera vez en 1861 con una luz fija de color blanco que variaba por destellos de cuatro en cuatro minutos. A lo largo de su historia utilizó el aceite, la parafina, el petróleo y la electricidad y tuvo varias modificaciones y reformas hasta iluminar las 25 millas náuticas. Como complemento del Faro, existía un farol rojo que alumbraba la entrada del puerto y que posteriormente fue remodelado para que vivienda el torrero. Una edificación que a día de hoy aún subsiste.
Faro de Tazones

En 1864 entró en servicio el faro de la Punta de los Tazones, situado en la zona oeste de la ría de Villaviciosa. Este emitía una luz fija blanca que alcanzaba siete millas náuticas hasta que un rayo destruyó la linterna y, por tanto, tuvo que ser reparado. Sin embargo, fue de nuevo afectado por otra descarga eléctrica. En ese momento se decidió optar por su electrificación, construir un torreón de hormigón para elevar el plano focal y establecer una sirena. Actualmente, está cerrado por un muro de piedra y dispone de una zona ajardinada, huerta y árboles frutales, siendo uno de los mejor conservados y cuidados del litoral asturiano.
Faro de Cabo Peñas

Solitario y alejado en el invierno, también el Faro de Cabo Peñas forma parte de las diez torres de señalización más antiguas situadas en la costa asturiana. Elevado a 100 metros de altura sobre el nivel del mar, empezó a funcionar en 1851 y alcanzaba un total de 23 millas. Sin embargo, debido al mal estado general del edificio y de la maquinaria, en 1929 se optó por crear una nueva señal. Para ello se construyó una torre que era diez metros más alta, lo que facilitó la iluminación a 35 millas. Además, con el paso de los años, el sistema se electrificó y se añadió una sirena, así como un radiofaro, a parte de reparar los daños ocasionados por el temporal. Actualmente alberga un museo de temas marinos en la planta baja del edificio.
Faro de Avilés

Conocido popularmente como el faro de San Juan, el de Avilés se encuentra en la punta del Castillo, en la margen derecha de la salida al mar de la ría que lleva su nombre. Cuenta con 160 años de antigüedad, así como de espacios verdes y espectaculares vistas. Además, al igual que el resto de edificaciones de este tipo, fue electrificado y su iluminación alcanza las 20 millas náuticas. Como dato interesante, para su construcción se utilizaron materiales procedentes de una batería artillera que en su época fue utilizada para defender la ría de los ataques de corsarios ingleses.
Faro de Cudillero

También en la zona occidental hay faros con más de 100 años de historias desde los que se puede observar la bravura del mar cantábrico. Concretamente, en Cudillero se halla en la Punta Roballera, sobre un acantilado de 75 metros de altura. Este comenzó a funcionar en 1858 para sustituir a los antiguos sistemas de señalización: el humo y la luz de las hogueras que hacían las mujeres de los pescadores. 72 años después, en 1930, fue electrificado y su alcance se sitúa en 25 millas marinas. Además, en 1945 se instaló una sirena que emite la letra «D» en clave Morse y en 1984 se remodeló profundamente para elevar la torre anexa al edificio. A este se accede a través de una senda de unos 300 metros que comienza en la plaza costera de la villa.
Faro de Cabo Busto

En el cabo del mismo nombre y en el concejo de Valdés, se encuentra un faro con 163 años de antigüedad. Esta torre de señalización comenzó teniendo un alcance 12 millas náuticas, pero tras varias remodelaciones y su consiguiente electrificación es capaz de iluminar hasta los 20 nudos. Además, para modernizar aún más la edificación y mejorar así la comunicación en 1935 se instaló una óptica aeromarítima montada sobre flotador de mercurio y se sustituyó una lámpara por otra más potente. Para llegar a él basta seguir un ramal que arranca de la carretera general de la costa que desde Gijón va a Luarca. Poco antes de la confluencia con la del interior, un indicador señala la población de Busto. Llegados allí sólo hay que continuar la carretera 1,6 km más para llegar a la puerta del muro de piedra que lo rodea.
Faro de Luarca

En Luarca, el faro histórico desde el que se puede observar la costa asturiana se encuentra situado en la Atalaya, a unos 300 metros de la villa. Construido en el año 1862, este cuenta con una vivienda para el farero, así como torre, y se halla dentro del conjunto formado por la capilla de la Atalaya, el cementerio y restos de la muralla defensiva del siglo XVI.
Faro de la Isla de Tapia

Para finalizar el recorrido de la costa asturiana a través de faros históricos, el último que se haya en el occidente es el de la isla de Tapia, unida a tierra por un espigón de 100 metros de longitud como parte del puerto de la citada localidad. Este echó a funcionar en 1859, alcanzando las 15 millas, pero con el paso de los tiempos se fue modernizando, puesto que su situación le permitía iluminar un amplio horizonte, así como guiar a los buques que costeaban para evitar los arrecifes de las puntas cercanas. Además, 100 años después comenzaron las obras de construcción de una nueva torre para sustituir la linterna por otra aeromarítima. Una edificación, que, aunque es de tercer orden, destaca por sus impresionantes vistas al mar cantábrico.