Asturias, año 2050: 2,1 grados más y 300 milímetros al año menos de lluvias

E. G. B. REDACCION

ASTURIAS

Un informe del Observatorio de Sostenibilidad analiza los incrementos de temperatura desde 1981 en las capitales españolas y calcula las previsiones en el escenario en el que no se toma medida alguna para reducir emisiones

12 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

De continuar el elevado actual ritmo de emisiones globales de gases de efecto invernadero, Asturias aumentaría su temperatura media en 2,1 grados centígrados hasta 2050. Hasta el año pasado, si se comparan los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de la década de 1981-2010 con la de 2011-2020, las ciudades ya han ganado casi medio grado más. Oviedo, en concreto, ha incrementado su temperatura media en 0,42 grados en ese periodo, según refleja un informe del Observatorio de Sostenibilidad en el que se analiza el aumento de las temperaturas en las 52 capitales de provincias y ciudades autónomas de España, en las que viven unos 15 millones de habitantes y del que se concluye que en esa última década se han incrementado una media de 0,73 grados centígrados sobre el periodo de 1981 a 2010.

Estos datos, según se indica en el informe, son extensivos al resto de ciudades de más de 50.000 habitantes, en las que vive casi el 60% de la población española. Otra de las conclusiones del informe son las grandes diferencias que se dan en dichas capitales, con Lleida a la cabeza con un incremento de 1,38 grados y León a la cola con 0,38. Oviedo se situaría, por lo tanto, como la capital con el quinto aumento de temperatura más bajo del país, por delante de delante de Almería (0,39), Santa Cruz de Tenerife (0,39), Cádiz (0,38) y León.

El informe del Observatorio de Sostenibilidad aprovecha la reciente publicación del último y demoledor informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) -en el que se responsabiliza a los seres humanos del cambio climático y de que fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor, las sequías o las fuertes precipitaciones sean cada vez más frecuentes- para recordar que las previsiones para 2050, en el escenario en el que todo sigue igual y no se adopta medida alguna para reducir las emisiones de manera muy significativa, pasan por que las temperaturas aumenten en España entre 1,5 y 3,2 grados de media.

El mayor incremento se daría en Toledo y el menor en A Coruña. En Asturias, el aumento en el escenario 8.5 que contempla el IPCC sería de 2,1 grados y, en cuanto a las precipitaciones, bajarían hasta 307 milímetros al año. En la actualidad vienen siendo de unos 1.000 milímetros al año y, por ejemplo, en Oviedo en 2020 rondaron los 1.050 milímetros, con meses en los que no se llegó ni a 30 y otros mucho más lluviosos como diciembre en los que se pasó de 250.

Como ya se viene diciendo desde hace años, la reducción de las precipitaciones sería la tónica general en España, pero se agravaría precisamente en la llamada España húmeda, en el noroeste peninsular. «Las lluvias serán más escasas precisamente donde más llueve», indica el informe, hasta el punto de que «la vegetación y la agricultura se pueden terminar pareciendo al sudeste peninsular que a la imagen histórica de bosques mixtos caducifolios y prados».

Medidas para reducir el calor en las ciudades

El informe también recoge que el incremento de la temperatura registrado en las dos décadas que se comparan fuera de las ciudades de más de 50.000 habitantes fue de 0,58 grados de media y que la superficie artificial (sellada con cemento, asfalto, cristal o ladrillos) se multiplicó casi por dos entre 1987 y 2018 al pasar de 660.000 metros cuadrados a 1,37 millones. Y, aunque la de las zonas verdes en las ciudades se multiplicó por 4,5 en el mismo periodo, es mucho menor al pasar de 13.501 metros cuadrados a 64.800 con lo que «no ha sido suficiente para detener el efecto isla de calor» en las urbes, con diferencias de temperatura entre el centro y las zonas limítrofes que llegan a los 9 grados de diferencia.

También se concluye que en absoluto se han implantado políticas y medidas necesarias para que no aumente la temperatura en las ciudades, por lo que se llama a la acción a gobiernos, empresas, organizaciones sin fines de lucro, sociedad civil e individuos para encarar la subida de calor de las ciudades, recordando que las zonas en las que abundan construcciones, asfaltos y plazas duras tienen una temperatura significativamente mayor que en las que los suelos son verdes o permeables.

«Es necesario adoptar medidas muy serias y muy radicales para adaptarse al incremento ya detectado del aumento de temperatura en cada ciudad teniendo en cuenta la gran diversidad de situaciones ecológicas, económicas y sociales», indican, apuntando como principal recomendación que cada ciudad realice su propia estrategia de adaptación y mitigación al cambio climático con medidas como aumentar el número de zonas arboladas con la creación de bosques urbanos y corredores ecológicos, el número de fuentes o de pavimentos drenantes, así como la contención del tráfico de combustibles fósiles en el centro o tener en cuenta el riesgo climático en cualquier futura actuación urbanística.