Asturias, el refugio del calentamiento global en la península

L.O.

ASTURIAS

¿Podría el Principado revertir su declive demográfico si el sur se vuelve «inhabitable» por el calor, a cuanta población podría acoger, están preparadas sus infraestructuras?

05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Este verano fueron varios los récords de visitantes que se batieron en el Principado, una estación no especialmente lluviosa aunque sí de las más nubladas que se recuerdan y en la que a los atractivos culturales y gastronómicos del Principado se unió también un incentivo algo más novedoso: huir de la ola de calor asfixiante al sur de la cordillera Cantábrica. Y no es algo que vaya a ir a menos en el futuro. La subida de la temperatura media en el planeta ha sido corroborada en las últimas décadas y las previsiones apuntan a un incremento hasta finales de siglo, de alrededor de cuatro grados. Con este panorama, el investigador del CSIC Antonio Turiel, llegó a especular con que de no variar esta tendencia «en España solo sería habitable la cornisa cantábrica». ¿Podría haber en 2100 una Asturias de dos o tres millones de habitantes que hubiera acogido a refugiados climáticos de la meseta o el Mediterráneo? ¿sería sostenible?

De las previsiones sobre el impacto del calentamiento global en la Asturias del futuro inmediato sabe el catedrático de Ecología de la Universidad de Oviedo, Ricardo Anadón y señala que los modelos (los que se han ido corroborando en los últimos 30 años) auguran para el Principado de finales del siglo XXI un incremento de temperaturas y mucha menos lluvia de la que los asturianos del presente están acostumbrados. 

«En el peor de los escenarios, con altas emisiones como ahora, para los años 2071 a 2100 tendremos una media anual de subida de cuatro grados; y en verano por encima de los 6 grados en la zona interior y de 5 a 6 en la zona costera. Hablamos de la media, así que hay que prever que las olas de calor serán también muy intensas. En la pluviosidad habrá una reducción de la precipitación que pudiera llegar al 40% en verano y una reducción media del 20-30% de media anual. Habrá menos agua, más temperatura y la nieve prácticamente será casi residual», destacó Anadón quien recordó que con la primera gran ola de calor, en el año 2003, ya se rompió un récord de turismo en Asturias precisamente con visitantes que buscaban un clima más fresco y todo a pesar de que fue el año del hundimiento del Prestige y había reticencias a acudir a las playas.

¿Pueden terminar convirtiéndose esos movimientos turísticos en asentamientos porque parte de la península se vuelva «inhabitable»? Anadón lo matiza y mucho: primero que porque en ese plazo tan largo de tiempo los humanos también cambian su comportamiento y se adaptan, además «en el Sáhara también vive gente»; si el sur se desertiza tendrá población pero «no con la misma densidad, habrá movimientos y las condiciones serán mejores cuanto más al norte».

Los efectos en la demografía asturiana del cambio climática no son una cuestión que haya pasado desapercibida, el Principado ha iniciado los primeros estudios que están en fases preliminares y entre los investigadores se encuentra el profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, Arturo Colina quien destaca que se han tratado asuntos que van desde el impacto del aumento del calor en una población tan envejecida como la asturiana, más vulnerables, hasta el hecho de que las edificaciones en el Principado están preparadas para resistir al frío pero no al calor.

También se ha valorado los posibles movimientos de población, aunque es una cuestión que entra dentro de la mera especulación. En el turismo y también en la posibilidad de revertir el declive demográfico en Asturias, el calentamiento de la península puede ser una oportunidad «pero sólo si se aprovechan otros factores, la población va donde hay actividad», señala Colina quien resalta que una Asturias como refugio climático no funcionaría si no se aprovecha la reforma de la transición energética (con iniciativas como el hidrógeno verde o la eólica), si no se concluyen infraestructuras largamente demoradas, como la variante de Pajares. Con la pandemia ha ha habido, todavía no calculados, movimientos de personas que optaron por trasladarse a Asturias con el teletrabajo «pero eso sólo sirve para determinadas ocupaciones».

En el turismo sí se percibe un aumento constante en los últimos años, pero es una moneda con dos caras. «No vamos a tener un turismo de sol y playa, tampoco tenemos una gran capacidad de acogida, y depende de los modelos. Por ejemplo en Cantabria, y es algo que ya está llegando al oriente de Asturias, hay un aumento de segundas residencias de personas del País Vasco. Puede traer ventajas contra el despoblamiento en el mundo rural, pero también inconvenientes; se crean urbanizaciones, tiene un impacto escaso en el PIB regional porque no se genera actividad hostelera sino basada en la construcción».

El pico máximo de población a la que llegó Asturias en su historia fue poco más del millón cien mil habitantes en 1981. En el presente está a punto de bajar del millón de habitantes ¿si vinieran muchas personas a cuántas podría acoger? La comunidad tiene unos límites que no van mucho más allá. «Es que es ciencia ficción», responde Colina, quien destaca en todo caso que habría que prepararse para picos estivales. En una hipotética Asturias con millón y medio de habitantes y que recibiera 700.000 visitantes eventuales en verano, los servicios de abastecimiento de agua o de recogida de basuras, tendrían que estar preparados para esa población total. Y eso tiene un coste.

«Hoy Asturias es una comunidad con una población en declive, sobre todo en las cuencas del Caudal y del Nalón, se nota más en el medio rural porque hay menos gente pero la sangría está en Langreo y Mieres, y se podría revertir». El profesor destacó que Langreo tiene mucha actividad económica pero una parte importante de quienes trabajan allí residen en Oviedo o Gijón. «Podrían aprovechar el cierre de la central de Lada para recuperar el río y hacerla más habitable, más atractiva, una ciudad verde centrándose en los baldíos industriales». En esto insiste mucho Colina, no hay un solo factor que puede atraer a la población, son muchos y combinados, la actividad económica es esencial, un entorno seductor para vivir lo es también y llama a que la comunidad aproveche todas las oportunidades que se le pueden abrir en el medio plazo.

Los modelos de previsión de cambio climático para la península la engloban en su conjunto por lo que es muy difícil concretar las diferencia a un nivel casi local de regiones pero «las condiciones de confort térmico se va a reducir en el sur y aquí parece que van a afectar menos». Todo con una carambola que puede rematar el sistema turístico del sur español surgido en los 60 con el desarrollismo. En este sentido, Ricardo Anadón señala que «en el norte de Europa, en Irlanda, en Alemania o Francia también tienen playas, si la temperatura aumenta allí pasarán el verano allí y además en unos arenales casi vírgenes, con dunas, que no han tenido construcción y están mejor conservadas, aquí se cargaron mucha costa».

Colina destaca que, aunque leves, Asturias ya ha sufrido los primeros episodios de masificación «hemos tenido que regular el acceso a los lagos y también el uso de canoas en el Sella, todas esas cosas hay que preverlas».