Cómo un mierense llegó ser universalmente conocido, crear un imperio gastronómico y fundar una ONG que sirve millones de comidas a los más desfavorecidos
La vida del ubicuo José Ramón Andrés Puerta es una paradoja: salió de su Asturias natal para ser profeta fuera de su tierra y vuelve a ella en un escalón un poco por encima de ese cargo. Al menos, en el olimpo de los cocineros. Pero, de nuevo otra paradoja: si bien su oficio y primer amor son los fogones -y dicen que lo hace muy bien-, por lo que realmente se ha hecho universal y lo que le ha procurado el premio Princesa de Asturias de la Concordia de este año es su labor humanitaria al frente de la ONG World Central Kitchen (WCK, lo que traducido sería algo así como La Cocina Principal del Mundo).
Para conseguir semejante megáfono de su obra, vocación y oficio, José Andrés cruzó al otro lado del oceáno vía Barcelona. Desde su Mieres natal a la burbujeante ciudad condal del firmamento Michelin y de ahí, de la mano de los sabios chefs catalanes, a un restaurante en la Gran Manzana.
Sin duda ese joven de poco más de 20 años supo ser espabilado, aprender inglés y abundante bussiness. De su paso por Nueva York le quedó una afición y un aquel de superstar que casó perfectamente con su simpatía natural, la retranca asturiana y la capacidad para hacer y vender buena comida. Todo ello se lo llevó en la maleta a Washington.