Oleada de cancelaciones en la hostelería asturiana: «Ya damos por perdido el mes de diciembre»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Mesas en el restaurante ovetense La Genuina
Mesas en el restaurante ovetense La Genuina La Genuina Arrocería

Cientos de reservas de comidas y cenas familiares o de empresa son anuladas ante el aumento de los contagios en la región

18 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia vuelve a estar descontrolada en Asturias. Los contagios aumentan exponencialmente por días y la incertidumbre inunda de nuevo la región. Una nueva ola de coronavirus que azota con todas sus fuerzas al sector de la hostelería, ya que ante esta situación los asturianos prefieren anteponer la salud a la diversión. Aunque es tiempo de brindar, con las navidades a la vuelta de la esquina, cientos de comidas y cenas familiares o de empresa están siendo anuladas ante el temor a infectarse. «A estas alturas, generalmente, no parábamos de recibir llamadas para reservar, ahora solo recibimos llamadas de cancelaciones», lamenta Andres Blanco, propietario del restaurante ovetense Arrocería La Genuina.  «Diciembre era el mes de facturación por excelencia y ya lo damos por perdido», apostilla.

A pesar de tener colgado desde principios de noviembre el cartel de completo en seis días de este mes, todas las comidas de grandes grupos «están ya canceladas». «Teníamos muchas reservas de clientes que estaban deseando volver a nuestro local, sin embargo, debido al repunte de casos, las ganas de regresar se quedaron ahí», afirma. Bajo esta premisa, Andrés Blanco confiesa que «que los 19 años que llevamos aquí, hasta ahora no habíamos tenido tanta demanda, pero actualmente solo tenemos mesas pequeñas llenas los fines de semana»

Un aluvión de cancelaciones que se traduce en grandes pérdidas económicas. «El stock está siempre lleno. En nuestra cocina hacemos platos sobre la marcha, no trabajamos con la congelación, pero en el tema de los vinos fuimos comprando partidas grandes y aquí lo tenemos», señala. No obstante, el hostelero ovetense prefiere mantener una actitud positiva. «Ahora mismo lo más importante es la salud», señala antes de añadir que ellos mismos barajan cerrar el servicio de barrar para reforzar la seguridad. «Nuestra preocupación debe centrarse en que no hay ningún contagio entre el personal y el cliente. Por un mes más malo aguantamos, ya vendrán tiempos mejores», sentencia.

También Loli Giménez, propietaria del complejo hostelero Marieva Palace, es testigo de cómo la agenda de diciembre se está quedando en blanco, a pesar de haberla rellenado ya en noviembre. «Estamos sufriendo muchas cancelaciones y la mayoría  de ellas muy importantes. Teníamos reservados banquetes de 100, 200 y hasta de 400 personas que ahora no se van a poder celebrar», deplora. Ante estas anulaciones, la hostelera de Gijón señala que «al tratarse de un negocio muy grande, las pérdidas son incontables e irrecuperables», puesto que a ello se suma el gasto en personal y en la aplicación de las medidas para cumplir la normativa vigente. No obstante, a pesar de que la preocupación ronda a diario por su mente, Giménez mantiene la fe en que la situación mejore para poder atender cuanto antes a su «maravillosa clientela».

«Teníamos reservados banquetes de 100, 200 y hasta de 400 personas que ahora no se van a poder celebrar»

De la misma manera, las sidrerías Tierra Astur están viviendo en primera persona cómo el «balón de oxígeno de diciembre» se está deshinchando. La cadena asturiana también tiene cada vez más mesas libres en los locales repartidos a lo largo de la región. Sobre todo las destinadas a grandes grupos de amigos, familiares o compañeros. «Eran numerosas las reservas que teníamos, pero con el repunte de contagios estamos sufriendo muchas cancelaciones», afirma el director de márketing de Tierra Astur, Juan Carlos Martínez.

«Son fechas que contábamos que nos diese actividad para compensar la dureza del año que llevamos, pero está siendo un mazazo. Así no recuperamos el agujero anterior», señala. No obstante, Martínez reconoce que «es lo que toca» y que no van a tirar la toalla. «Hay que salir para adelante a medida que el virus lo permita. Seguimos trabajando para que clientes que nos vengan queden satisfechos y además en condiciones de seguridad».

En este sentido, el director de marketing resalta que «en cada momento nuestros locales se han adaptado a la normativa establecido, incluso aplicando medidas más restrictivas de las que ya pedían». Asimismo defiende que «estamos en una región optimista, donde la gente somos alegre y nos gusta pasárnoslo bien y compartir momentos. Por eso, estas fechas que son de compartir, confiamos en que la gente pueda hacerlo en nuestra casa».  

Menor flujo de clientes

Aunque en menor medida, puesto que el negocio cuenta con más actividad en el periodo estival y no tiene referencias respecto al año pasado puesto que «a estas alturas estábamos cerrados», el restaurante Mi Candelita también está sufriendo alguna que otra cancelación. «Todavía es temprano, pero quizás de cara a los días festivos de reunión y demás podremos notar más anulaciones. Como la gente espera a última hora para reservar no nos alarmamos», señala Francisco Eras, propietario de este negocio situado a pie de playa en Gozón.

Sin embargo, lo que sí les preocupa ya es el flujo de clientes. «Aunque por lo general no tenemos mucha afluencia de grupos porque como no abrimos de noche y estamos más alejados de los grandes núcleos poblacionales, notamos que cada vez hay mucho menos movimiento. La gente tiene sus temores, luego está la crisis económica y otros factores que sí nos están afectando. Este mes que suele ser positivo y alegre está siendo más lento y un poco más prudente», lamenta.

«Esto no ayuda a que la población  esté animada y mucho menos favorece al consumo»

Bajo esta premisa, Francisco Eras apunta que «desde el lugar donde nos tendrían que dar tranquilidad, sosiego, de que vamos a hacer las cosas bien para salir adelante, es todo alarmismo y esto no ayuda a que la población esté animada y mucho menos favorece al consumo». Por eso, a expensas de que la situación epidemiológica evolucione prósperamente, «aprovechamos estos tiempos para profesionalizarnos más, para que cuando vengan los clientes se sienten más a gusto todavía porque la situación es la que es y hay que generar positividad», subraya.

Así, el propietario de Mi Candelita confiesa que «para mantenernos en pie a estas alturas tuvimos que endeudarnos mucho. Era eso o cerrar y cerrar no me cabe en la cabeza. Tengo un equipo que sabe lo que hay, de esto vivimos 11 familias en invierno y 22 en verano, así que ya vendrán tiempos mejores. Ahora toca hacer todo lo posible para que la Navidad no nos pase mucha factura. No pueden echar la culpa siempre a los mismos, los equipos de trabajo necesitan moverse y sentirse productivos», sentencia.