Héctor Lasheras: «Estamos ante una generación que dependerá más de sus padres que de ellos mismos»

Xuan Menéndez

ASTURIAS

Hector Lasheras durante un acto de presentación
Hector Lasheras durante un acto de presentación

La tesis del doctor e investigador de la Universidad de Oviedo determinó que los universitarios asturianos tenían más incertidumbre sobre su futuro que el resto de trabajadores jóvenes

24 ene 2022 . Actualizado a las 12:39 h.

La generación más preparada de la historia no encuentra estabilidad en el mercado laboral. Los estudios universitarios no son garantías de un empleo fijo y un futuro estable, y cada vez más los jóvenes son conscientes de esta realidad. En ocasiones, no basta con sacar una carrera, un máster y aprender idiomas. La percepción de los estudiantes en cuanto a su futuro laboral es negativa y pesimista, a pesar de que la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística sobre inserción laboral de titulados universitarios en el Año 2019, cuantífica que el 86,1% de los titulados en el año 2013-2014 habían encontrado empleo en 2019. Los datos dicen que un amplio número de los títulados encuentran trabajo los años posteriores a graduarse. Sin embargo, detrás de estos empleos existe una situación de precariedad denunciada desde hace tiempo por múltiples organizaciones y sindicatos, además de, en muchos casos, una sobrecualificación para el puesto que desempeñan. Una generación de jóvenes preparados, con estudios, que enlazan contratos precarios y sobreviven gracias a las ayudas de sus familiares. Según la media estatal, los jóvenes españoles no logran independizarse hasta los 30 años. Las cifras son aún mayores en Asturias, donde cerca del 83% de los jóvenes asturianos de entre 16 y 29 años sigue sin poder emanciparse, según los últimos datos recogidos por el Observatorio de Emancipación realizado por el Conceyu de la Mocedá del Principado de Asturias.

Según la tesis doctoral de Héctor Lasheras, miembro del grupo de investigación WorkForAll Project de la Universidad de Oviedo, bajo el nombre de «Estrategias de búsqueda de empleo e incertidumbre laboral en los/as jóvenes universitarios/as: un análisis comparativo estudio la percepción de los jóvenes sobre el futuro» mediante a cuatro años de investigación con una muestra total de 580 estudiantes asturianos. El objetivo era determinar si el grado de estudios y la edad son factores a tener en cuenta sobre la incertidumbre laboral. Los datos así lo demostaron. 

Lasheras ha hablado con LA VOZ DE ASTURIAS para tratar la problemática que atraviesa esa generación de jóvenes que, a pesar de estar cualificados, encuentra severas dificultades para conseguir trabajo estable que le permita desarrollar un proyecto de vida y los problemas que derivan de esta situación.

-«Cuanta más estudios, más incertidumbre» es, más o menos, la conclusión de su tesis doctoral. ¿Viene a ser una reformulación de «cuanto menos sabes, más feliz eres»?

Efectivamente podríamos sintetizar todo el trabajo en que, cuanto más se forma uno, más expectativas tiene y por lo tanto la búsqueda de un trabajo acorde a la formación se convierte en un factor generador de incertidumbre laboral. Hablamos de que tanto por exceso, como por defecto, estamos en un mercado laboral en el que se rechazan trabajadores por estar sobrecualificados. Es por ello que quizás el acento tenemos que ponerlo en la demanda de empleo que genera el mercado laboral y sus características, más que en la oferta de trabajadores. 

Por otro lado, no diría que es una reformulación de esa expresión. La formación si bien se ha venido planteando como una jerarquía ordenada en la que, bachiller es más que la ESO, y la Universidad más que la Formación Profesional, tenemos que cambiar radicalmente nuestro punto de vista al respecto. La formación no es lineal, sino que oferta según las expectativas, deseos y habilidades las cualificaciones necesarias para desarrollar un empleo. Los datos además avalan que, si bien los jóvenes universitarios son los que más protección tienen frente al desempleo, la formación profesional les sigue de cerca, sin tener en cuenta las optativas del emprendimiento y autoempleo y los nuevos trabajadores vinculados a la tecnología que operan con formaciones específicas de cada empresa.

Por otra parte, no creo que nuestros jóvenes «no sepan», son muy conscientes de la realidad que les rodea y es una realidad que no les hace felices. Ese es el problema, que ya no hay necesidad de «engañar» a nadie, el mercado de trabajo se ha vuelto tan fiero que «lo tomas o lo dejas», sin paliativos, no hace falta edulcorarlo, precisamente por la gran cantidad de trabajadores cualificados que existen.

-Siempre se ha dicho lo importante que es continuar con los estudios universitarios, que así tendrás un futuro, cuando cada vez está más claro que estudiar no te garantiza nada. ¿Puede ser ese relato una de las causas de esa incertidumbre? Mientras tanto, los que eligen otras opciones como la Formación Profesional, son demandados por el mercado… 

Efectivamente el discurso de «vete a la universidad y tendrás trabajo»  ha desaparecido, pero lo que no ha desaparecido es una realidad y es que, los más cualificados tienen más oportunidades laborales y eso, la universidad, lo sigue ofreciendo. Es lo que nos dicen las estadísticas. Obviamente tenemos que tener en cuenta muchos otros factores, ¿qué tipo de economía tiene nuestro país?¿En qué ciclo económico nos encontramos?¿Qué empresas están localizadas en nuestra comunidad?¿Qué intereses e inquietudes laborales tenemos? Todo esto determinará también qué salida laboral elegir.

Es por ello que tenemos que acentuar la presencia de trabajadores sociales y educadores en los institutos para orientar correctamente a los estudiantes según sus capacidades y deseos. No es lo mismo vivir en una región como Asturias, en las que, la FP relacionada con el sector del metal será muy demandada, que vivir en Barcelona, donde una carrera universitaria en desarrollo de videojuegos, por poner un ejemplo, será una opción más que razonable. Volvemos siempre al mismo punto, ¿qué economía queremos tener?, y en base a la respuesta que demos, orientar a los estudiantes.

-¿Cree que el término «Generación engañada» define a estos jóvenes universitarios, lo que se conoce como la generación Z y millennial; por la falta de oportunidades en el mercado laboral cuando están cualificados?

 Se podrían aplicar muchos adjetivos a esta generación, sin duda tanto a universitarios, como a no universitarios, el problema del desempleo y empleo precario es algo transversal. Antes se estudiaba como una distorsión del capitalismo, es decir algo disfuncional, pero en los últimos años se ha integrado como una parte más del sistema, algo normativo y aceptado, generando un discurso en el que es aceptable ser precario por ser joven y ser joven, según las estadísticas es hasta los 31 años. Por otro lado, un trabajador de más de 45 años comienza a tener problemas también en la búsqueda de empleo. ¿Tenemos un mercado laboral en el que sólo se es útil de los 31 a los 45 años?. Por otra parte, la formación cada vez se dilata más:cursos, máster, doctorados, re conversiones, talleres específicos...

Por lo tanto estamos más bien ante una generación perdida y «des-engañada», que dependerá más de sus padres que de ellos mismos, una generación que dejará de progresar al conjunto de la sociedad, para estabilizarse y tratar de mantenerse. Esto a su vez repercutirá en el «ascensor social» que es la parte más importante que tienen las universidades.

-Los salarios de los jóvenes, aún titulados, son de los más bajos de la Unión Europea. Los contratos flexibles y temporales, a media jornada o becas son comunes en los que se acaban de graduar en la universidad. Según las estadísticas, no consiguen emanciparse hasta los 29 años. En este contexto, la incertidumbre como «la incapacidad percibida para mantener una situación laboral deseada» parece inevitable…

A pesar de las reformas y contrarreformas laborales, a día de hoy sigue siendo posible emplear a un joven mediante becas, contratos parciales y temporales y encadenar contratos en fraude de ley sin que esto tenga consecuencias reales para los empleadores. Por otro lado, el precio de la vivienda no ha dejado de crecer impulsado por un mercado especulador más que por una necesidad vital y como hemos visto, las reformas sobre vivienda se ven pospuestas y las medidas se quedan en parches. Está muy bien facilitar 250 euros de ayuda al alquiler ( queda pendiente ver a cuánta gente alcanzará finalmente esta medida) pero son tiritas sobre problemas estructurales. Los jóvenes no piden nada que no sea normal ni razonable, una estabilidad que permita elaborar trayectorias vitales, en verdad es muy sencillo. A unos ingresos fijos ( ya sea por un trabajo fijo o por un mercado laboral muy dinámico y con mucha oferta) e independientemente de la cantidad de esos ingresos fijos, los sujetos pueden elaborar planes ( vivienda e hijos, como los más trascendentales) y de ahí estabilizarse ya no sólo en el plano laboral sino, en el social y emocional. 

No es casualidad que España tenga las tasas más bajas de fertilidad de la UE y que más del 90% de los jóvenes no puedan emanciparse, y en caso de hacerlo habría que ver en qué condiciones (vivienda compartida, habitaciones, e infrapisos), con esta realidad, España se embarca desde hace años en una espiral descendente que se ve únicamente frenada por la incorporación al mercado laboral de mano de obra inmigrante que a la vez impulsa la natalidad. La vivienda tiene que bajar y los salarios subir y eso únicamente es responsabilidad del Gobierno. Si bien no crean que abogo por un intervencionismo en los precios del alquiler, abogo por la creación de una oferta pública de vivienda de titularidad estatal y por la creación de empresas gubernamentales que empleen a los jóvenes y les de su primera oportunidad.

-El mercado para los jóvenes está cada vez peor, las tasas de paro de la juventud siguen siendo altísimas y la pandemia ha complicado aún más las circunstancias. ¿Cuáles son las razones, desde su punto de vista y a partir de las 580 muestras a universitarios asturianos, para que los jóvenes tengan tan pocas esperanzas en el futuro?

Si bien tenemos que seguir siendo críticos, la realidad es que las tasas de empleo tras las primeras olas de la pandemia no han sido tan destructivas e incluso se está generando empleo. Pero tenemos que mantener el foco en qué tipo de empleo y para quién. Respondiendo a la pregunta, estamos en una sociedad hiperconectada por las redes, los jóvenes a diferencia de en el pasado, conocen una vida mejor, aumentan sus aspiraciones, quieren progresar y sentirse realizados y por otra parte el mercado laboral ofrece condiciones diametralmente opuestas. De ahí nace por ejemplo uno de los temas más interesantes que ha generado la pandemia, lo que se ha llamado la gran dimisión, en EEUU más de 38 millones de millennials han abandonado sus trabajos ante las condiciones de los mismos.

¿Cómo es posible esto? Pues bien, los jóvenes de hoy en día cada vez más valoran otras cosas de la vida, como la auto realización y la pandemia ha puesto de relieve que, quizás, no era necesario recorrer todos los días 2 horas de tren hasta el trabajo ( no remuneradas) cuando se puede trabajar desde casa o se pueden mejorar las condiciones de su puesto de trabajo. Esta gran dimisión pone de relieve la fuerza del grupo ( que hemos perdido) y que la mejor forma de mejorar las condiciones laborales es decir a tu empresa que te vas a otra, esto claro, requiere un mercado de trabajo ágil como amplias ofertas y demandas continuas que generen movilidad.

-¿Es esta incertidumbre de los jóvenes ante la falta de expectativas de futuro, una de las causas de que cada vez haya más problemas mentales entre los jóvenes?

Qué duda cabe, la salud mental va íntimamente ligada a las condiciones laborales y las expectativas de futuro de los individuos. Pocas expectativas y malas condiciones, es el clima perfecto para las enfermedades mentales, tales como: ansiedad, depresión y burn out. A esto se suma el gran peso de la “sociedad meritocrática» y la falta de apoyo social percibido. Es decir, hoy en día se nos dice que si fracasas es únicamente tu responsabilidad y falta de empeño, obviando por completo todas las cuestiones circunstanciales, desde la clase social, hasta las capacidades de cada individuo. 

Por otra parte, los núcleos familiares y de las comunidades se han ido atomizando, por lo que es más difícil encontrar el apoyo ante la adversidad en los allegados. 

-En su tesis reflejaba que las demandas laborales, de momento, no muestran una adaptación a las sociedades tecnológicas. Desde su punto de vista, claro, ¿también puede ser que la falta de oportunidades para los titulados sea debido a que estos cursan carreras que no tienen tantas salidas?¿Es posible que las carreras y el formato de la universidad, en algunas ramas, haya quedado desfasado ante la nueva realidad que tarde o temprano se implantará en el mundo laboral?

Nos guste o no, hay una realidad y es que, son las empresas las que generan los puestos de trabajo. Y otra realidad es que las empresas apuestan por sectores económicamente rentables. Por lo tanto, tiene que existir una vinculación, que no intromisión, entre la universidad y la empresa. Una colaboración que permita permeabilizar las demandas empresariales en la formación. Todo eso claro, partiendo de la teoría, casi praxis diría yo, de que se estudia para obtener un empleo en el 99% de los casos, no por amor al conocimiento, siendo compatible lógicamente estudiar lo que a uno le gusta. Ahora bien, si uno quiere tener más oportunidades de trabajar tiene que elaborar una mixtura de circunstancias que sea lo más exitosa posible. Responder a las preguntas de: qué me gusta, qué se me da bien, qué demanda el mercado, qué red de contactos puedo tener, y qué nos depara el futuro, son las preguntas clave para combinar todas las opciones y acertar en nuestra elección de carrera.

Por otro lado, es cierto que tenemos que abrir la caja de pandora y reconocer que, no todas las carreras tienen las mismas oportunidades, lo que no quiere decir que no sean necesarias, pero si son o serán menos necesarias. Como todo es un proceso que tenemos que asumir como natural, hay trabajos que han desaparecido y otros que han surgido, no podemos ser neoluditas y renegar de los avances. 

Esos avances necesariamente implicarán la creación y destrucción de profesiones, y por lo tanto de carreras.

-¿Cómo se combate, desde su punto de vista, esa incertidumbre?

Lo repetiré siempre que sea posible, la lucha contra la incertidumbre es la estabilidad. Es natural que, por mucha estabilidad, en el sentido más amplio de la palabra, los seres humanos tengan incertidumbres, desde luego, pero lo que tenemos ahora es un desequilibrio abrumador.

Necesitamos crear trayectorias profesionales y vitales. Un trabajo estable, aunque precario es mejor para combatir la incertidumbre que un trabajo inestable con buenas condiciones. Los jóvenes necesitan saber a qué juego juegan y cuáles son las normas del mismo. Está claro que la estabilidad laboral total no existe ni para los contratos fijos, y que lo más parecido actualmente es ser funcionario, pero no podemos ni debemos crear un país de funcionarios. Necesitamos crear redes de seguridad y de apoyo, para que los jóvenes puedan emprender, equivocarse, fracasar o triunfar, pero pase lo que pase, que sepan que no se quedan atrás. Esta red de seguridad, que combatirá la incertidumbre son mejores condiciones laborales, la creación de más empresas, fomentar las salidas profesionales STEM, mejorar el acceso a la vivienda.

Creo que la clave reside hoy en día en precisamente tener un mercado laboral ágil y de calidad basado en sectores de alto valor añadido vinculados a la tecnología. Es nuestra única apuesta de futuro, que los jóvenes sepan que pueden negociar sus condiciones laborales porque hay más empresas demandado perfiles cualificados y esto se aplica no sólo a España, sino a toda la Unión Europea, nuestro futuro es el valor añadido y la tecnología pasando por una reindustrialización del territorio nacional tecnológica.