Angustia, rabia, pánico o culpa: los rastreadores describen sus conversaciones con los positivos por covid

E. G. B. REDACCION

ASTURIAS

Pilar Canicoba

Las situaciones que se han encontrado quienes se encargan de realizar el rastreo de contactos de coronarivus

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué situaciones se encuentran quienes se encargan o se han encargado de realizar el rastreo de contactos de coronavirus? ¿Cuáles han sido las principales problemáticas para que en un hogar no se hayan podido seguir las recomendaciones de los rastreadores? Estas son algunas de las preguntas a las que responden los propios profesionales que se han encargado de esta labor en Asturias, reflejadas en un estudio en el que se destaca la frecuente presencia de situaciones de naturaleza laboral y económica, como por ejemplo el miedo a perder el trabajo o la falta de una red social de apoyo, que suponen un elevado riesgo en la transmisión del contagio, incluidas aquellas personas más vulnerables a la enfermedad.

El estudio, que se ha publicado en el número 35 de la revista Cuadernos de Trabajo Social de la Universidad Complutense de Madrid, se titula El trabajo social en la lucha contra la Covid-19. Las labores en el rastreo de contactos y el refuerzo al sistema sanitario, del que es autor el sociólogo y profesor de Trabajo Social de la Universidad de Oviedo José Pablo Calleja Jiménez.

En dicho estudio incluye los resultados de un cuestionario realizado en diciembre de 2020 a 108 profesionales de Trabajo Social que fueron contratados para participar en el rastreo de contactos de casos positivos por covid-19 en el Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa). El cuestionario buscaba recoger información sobre las situaciones encontradas en el rastreo, «especialmente aquellas relacionadas con escenarios personales y familiares de vulnerabilidad social cuando se deben seguir las indicaciones epidemiológicas por un positivo en covid-19 o un contacto estrecho».

La mayoría de los rastreadores encuestados son mujeres (91,6%), la edad media es de 35 años (en un rango de edades que va de los 21 a los 60 años, y la mayor parte son diplomados en Trabajo Social (63,8%). Con carácter general y salvo por la situación de inestabilidad del puesto de trabajo al ser contratos temporales, el nivel de satisfacción es elevado. La encuesta también preguntaba por las exigencias psicológicas del trabajo, con cuestiones relativas a la rapidez con la que deben gestionar los casos, el volumen de carga de trabajo, el desgaste psicológico o la gestión emocional, con resultados que alertan de un alto nivel de exigencia en ese sentido.

Las respuestas de los rastreadores a la encuesta también muestran que la percepción de la organización del trabajo es buena y que, en lo que respecta a la formación recibida, le otorgan mayor importancia al aprendizaje autónomo que han tenido que hacer, «lo que revela carencias formativas en el acceso al puesto», indica el autor del artículo, que considera «la existencia de estos déficits una cuestión relevante habida cuenta de la complejidad y la responsabilidad de la tarea y la presencia de competencias muy especificas, especialmente en lo referente al manejo del software».

Situaciones que requieren apoyo de tipo social

La mayoría de los encuestados efectivamente indica que se ha encontrado con situaciones que requieren apoyos de tipo social con relativa frecuencia. Un 76,9%, de hecho, reconoce haber hecho algún tipo de intervención social en su experiencia como rastreadores, destacando el desahogo y el acompañamiento emocional entre las diversas opciones planteadas en la encuesta. «Recibir la noticia de una PCR positiva o la de haber mantenido un contacto estrecho con un positivo en covid-19 supone una situación de impacto emocional», indica el autor del estudio, que cita a Pérez y Blanco (2020) para recordar que «los sentimientos que suelen surgir tras su comunicación son el de la desconfianza en la prueba diagnóstica, el de frustración y desilusión en relación a las medidas de prevención, así como sentimientos de angustia, rabia y sensaciones de descontrol, inseguridad y hasta pánico». Con el paso del tiempo, añade, los sentimientos se pueden intensificar y añadir otros como la culpa.

Solo un 23,1% de las personas que contestan la encuesta indica que no ha realizado ningún tipo de intervención social, respondiendo en su mayoría que es debido a que no entra dentro de sus competencias. El autor del estudio considera que esta situación revela «algún problema formativo o de coordinación interna en propio Sespa en cuanto a las funciones y objetivos del rastreo» y recuerda que la guía de referencia sobre el manejo de la covid-19 en atención primaria indica que, si se identificaran dificultades en el aislamiento domiciliario relacionadas con la situación social, vivienda o capacidades, se contactará con el profesional de Trabajo Social sanitario de referencia.

Miedo a perder el trabajo por quedarse de baja

En cuanto a los problemas detectados durante los rastreos, las respuestas que se repiten con mayor frecuencia tienen que ver con las circunstancias económicas y laborales. «En no pocos casos señalan que las personas sin permiso de residencia y/o trabajo o en aquellas con condiciones laborales muy precarias, si se ponen enfermas no pueden realizar los trámites de baja laboral al no tener ese derecho y tienen miedo de perder su empleo. Esto es especialmente grave cuando se indica que algunas de estas personas son cuidadores o convivientes de grandes dependientes o personas de muy avanzada edad. La falta de recursos económicos o las situaciones de pobreza y vulnerabilidad económica dificultan alcanzar algunos de los objetivos del rastreo y son también señaladas ampliamente, aportando evidencias en la relación directa entre la vulnerabilidad social y epidemiológica», refleja el estudio.

También las personas mayores o aquellas que tienen problemas de dependencia son señaladas como colectivos donde se encuentran problemas para cumplir con las medidas propuestas tras el rastreo, sobre todo cuando hay personas mayores dependientes o menores de edad a cargo, la falta de apoyos familiares o de una red social de apoyo. Otra problemática reflejada tiene que ver con las características de la vivienda y el número de personas que la comparten, así como la existencia de conflictos intrafamiliares, especialmente si hay menores en regímenes de custodia, algunos trastornos de salud mental (ansiedad, depresión) o enfermedades mentales. Todas ellas situaciones en las que, según se recuerda en este estudio, constituyen sectores de intervención bien conocidos por los profesionales del Trabajo Social.

«Otro aspecto que han querido destacar algunas de las personas encuestadas es que son con más frecuencia las mujeres, en su rol tradicional de cuidadoras, las que acaban soportando las mayores cargas del aislamiento cuando se produce en un hogar con personas dependientes o menores a cargo, quedando más expuestas al contagio», expone el autor del estudio, en el que también queda de manifiesto «problemas de coordinación entre los sistemas públicos implicados».

Trabajo Social, profesión recomendada para el rastreo

Entre las conclusiones, el autor explica que la experiencia del rastreo de casos en Asturias por parte de un número importante de profesionales de Trabajo Social demuestra que añadir este enfoque profesional es altamente recomendable al tratarse de una labor de una elevada complejidad que requiere competencias propias de trabajadores sociales. «Es necesario que el personal de rastreo esté preparado para el manejo de emociones intensas, para la detección de los factores de riesgo y protección, así como para transmitir información adecuadamente. Al igual que en otras dimensiones de la pandemia, es necesario un perfil profesional que sea capaz de improvisar y adaptarse rápidamente a las cambiantes condiciones en las que esta se desarrolla», subraya en el artículo, en el que también considera que en el futuro debería consolidarse un modelo de atención sanitaria que incorpore variables sociales en la parte clínica a través de profesionales especializados.