Su dueña, Oumaima Laadam, confía en que «se haga justicia» y le den definitivamente la tutela del perro
29 ene 2022 . Actualizado a las 10:21 h.Se llama Tuco y es un perro pionero. Tiene cinco años, es una mezcla entre pastor belga y pitbull, y ha pasado a la historia por ser el primer animal al que la Justicia española contempla como un ser sintiente, tal y como indica la nueva «ley bienestar animal», que entró en vigor desde el pasado 5 de enero. «Es un perro muy bueno y cariñoso. Siempre quiere estar conmigo, tenemos una relación muy especial», cuenta Oumaima Laadama, la actual cuidadora de Tuco.
La pionera resolución judicial sobre Tuco se enmarca dentro del litigio por su propiedad entre el dueño del can, Alejandro Cofiño, y la persona que lo cuidó cuando el propietario disfrutó de una estancia profesional de alrededor de dos años fuera de España, Oumaima Laadam, se disputan en los tribunales la titularidad y custodia del perro. Un juzgado de lo civil de Oviedo determino el pasado octubre que el animal era de Cofiño y ordenó poco despuésés que Oumaima se lo devolviera provisionalmente mientras la Audiencia Provincial de Oviedo se pronunciaba sobre el recurso contra esta decisión que ella presentó. Sin embargo, el mismo juzgado, el número 11 de Oviedo, de acuerdo con lo dispuesto por la nueva ley, que determina que en caso de conflicto hay que «entregar el cuidado del animal atendiendo a su bienestar», ha resuelto este 13 de enero que Tuco siga con Oumaima hasta que una sentencia firme decida la titularidad definitiva del animal.
El inicio de todo este caso hay que situarlo en el verano de 2018. Oumaima, la actual cuidadora de Tuco, salió una noche de fiesta y coincidió con el dueño. «Era el amigo de una amiga al que no conocía de nada más que de vista. Estaba celebrando que se iba seis meses a México de Erasmus», cuenta la propia Oumaima. «Llevaba a Tuco con él y nos preguntó a todos lo que estábamos allí si nos podíamos quedar con el perro. Me insistió y le dije que para un mes me lo quedaba yo porque cuando vi a Tuco me encanto. No me conocía de nada, no sabía si yo iba a ser responsable o si era una psicópata y aún así me lo pidió».
Según cuenta Oumaima, el plan de Cofiño era que Tuco se reuniera con él en México un mes después, pero nunca llegó a organizarle el viaje al animal, «ni mostró el mínimo interés en hacerlo»: «A los seis meses se le acabó el Erasmus y regresó. Me dijo que solo había vuelto para sacarse el visado de turista porque se había enamorado e iba a regresar a México con su amor. Yo solo le dije que se fuese a buscar el amor que yo me quedaba con mío que es Tuco», relata Oumaima. Fue así como Alejandro se marchó de nuevo a México y Tuco se quedó en Oviedo. «Nunca mostró interés por el perro. Nunca le vi afecto ni me preguntaba cómo estaba. En todos los años que estuvo allí las únicas fotos que tiene se las envié yo porque quise», cuenta la joven. El dueño de Tuco, pareció cambiar de opinión en diciembre de 2020 cuando le envió un mensaje a Oumaima: «He vuelto, estoy aburrido, devuélveme al perro».
Fue así como acabaron viéndose las caras, el pasado año, en un juzgado de lo Penal después de que él la denunciase por apropiación indebida. Oumaima presento toda la documentación que acreditaba que se había hecho cargo de los gastos de alimentación y veterinarios de Tuco. «El otro individuo presento las facturas de cuarto sacos de pienso, 128 kilos de pienso en todo ese tiempo para un perro grande. Era un juicio muy difícil y me dieron la razón porque sabían que yo había sido la que cuidó de Tuco», sentencia Oumaima.
La sentencia dejo a Oumaima absuelta del delito de apropiación indebida, al estimar que ella se consideraba la verdadera propietaria del animal e invitaba a acudir a la vía civil para que allí se decidiese quien era realmente el dueño de Tuco. Así sucedió, el 5 de octubre de 2021, el juez de lo Civil determinó que Alejandro nunca había dado su consentimiento para que se cambiara la titularidad de Tuco y que por tanto era suyo. «Fue un juicio muy injusto, no me dejaron hablar. Cuando me dijeron que había perdido el caso me dio un ataque de ansiedad. Empecé a gritar, 'ay, madre, qué voy a hacer ahora, qué voy a hacer ahora sin mí bebe'. Fui a urgencias y tuvieron que darme pastillas y pincharme, aun así, no pare de llorar y de gritar. Sentí que me iba a morir solo de pensar que me lo quitaban», relata Oumaima.
Fue entonces cuando Oumaima recurrió a la asociación Apadevi, que lucha contra las injusticias y el maltrato animal. Su presidenta y abogada, María Girona, se hizo cargo del proceso a partir de entonces. Mientras ellas presentaban un recurso a la Audiencia Provincial de Oviedo, Cofiño solicitó que se le entregara el perro, y la Justicia se lo concedió dándole a Oumaima diez días para devolverlo. «Estábamos desesperados. Cuando me dijeron que había perdido la cautelar y que tenía que entregar al perro, fue como si me arrancasen la vida», señala Laadam, que asegura haber establecido un vínculo extraordinario con Tuco desde que está bajo su tutela: «Es mi bebé, estamos juntos todo el tiempo».
Ya con la nueva ley en vigor, María Girona presentó una oposición a la ejecutoria provisional. «No sabíamos cómo iba a salir, pero mi abogada fue muy inteligente y espabilada», explica la Oumaima. «Gracias a esta nueva ley puedo respirar un poco, aunque todavía no estoy tranquila. Solo le doy gracias a esta nueva ley porque piensa en el bienestar de Tuco, porque se respete», agradece.
Ahora, Tuco sigue con Oumaima Laadam, que tiene claro que va a pelear hasta el final por el animal que, en estos tres años y medio, se ha convertido en alguien de su familia: «Esto todavía no ha acabado, pero estoy dispuesta a luchar por mi Tuco. Estoy dispuesta a todo, si tengo que hacer una huelga de hambre lo haré. No le tengo miedo a nada».
«Ahora mismo estoy hundida, pero mi abogada y yo esperemos que este auto siente un precedente y que se entienda que Tuco es un ser vivo y no una cosa, que se haga justicia. A todos los efectos fui yo la que se encargó del perro todos estos años. Pasó conmigo el confinamiento, yo le cuidé cuando se puso malo y lo acompañe», concluye. La decisión ahora corresponde a la Audiencia Provincial.