La potencia de las instalaciones actuales no llega a los 1.000 megavatios mientras que el conjunto de las propuestas de centrales reversibles en tramitación suman más de 4.000

«Cuanto más rápido cambiemos a las energías renovables y al hidrógeno, combinado con una mayor eficiencia energética, más rápido seremos realmente independientes y dominaremos nuestro sistema energético». La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se expresaba en estos términos esta semana al exponer el grueso de las ideas del plan con el que se pretende que Europa se independice de los combustibles fósiles rusos antes de 2030. Lo urgente de ese plan es limitar el efecto contagio del gas sobre una factura de la luz que ya venía teniendo precios desorbitados antes de la invasión rusa en Ucrania, pero esta nueva realidad geopolítica además ha motivado que en la UE vean ahora también urgente acelerar de manera drástica la transición energética hacia energías más limpias y menos volátiles.

En ese escenario de transición energética, consecuencia de un cambio climático que sigue acelerándose independientemente de la pandemia de coronavirus y de la guerra en Ucrania, la gestión del agua como recurso energético era clave para la regulación de la oferta y la demanda. Sobre todo si se tiene en cuenta que el objetivo del Gobierno de España pasa por superar en 2030 el 74% de generación eléctrica renovable. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que se aprobaba en mayo de 2021, también considera que la tecnología hidráulica no fluyente está llamada a desempeñar un papel fundamental en la integración de las energías renovables en el sistema eléctrico, y más en el caso concreto de las centrales de bombeo o reversibles, porque permiten almacenar el exceso de energía de la red en los momentos de menor demanda y bombear de nuevo el agua para generar energía en los de mayor consumo.

Si ahora España tiene algo más de 3.300 megavatios de potencia instalada de bombeo, según la planificación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), se pretenden alcanzar los 6.831 megavatios en 2030. Previsiones que ya se están rebasando con creces debido al boom de nuevos proyectos de centrales hidroeléctricas reversibles de los que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico está recibiendo documentación para su evaluación ambiental. Asturias, que ya tiene para Europa un peso relevante en el desarrollo de otras fuentes de energía denominadas renovables como el hidrógeno verde, también vive ese mismo boom de proyectos relacionados con la energía hidráulica.

Los proyectos

Así, partiendo de que la potencia actual de las 44 instalaciones hidroeléctricas que ya existen en Asturias es de 960 megavatios, están en tramitación al menos nueve proyectos de centrales hidroeléctricas reversibles que, si salieran adelante, sumarían más de 4.000 megavatios extra. Todos se ubican en el occidente de Asturias.

El mayor es el denominado Torga, que promueve la firma aragonesa Desarrollos del Valdetesinos en la sierra del mismo nombre, en Ibias, en donde se plantea una nueva central de bombeo reversible que alcanzaría los 1.580 megavatios y que supondría construir un nuevo embalse en el río Luiña de nueve hectómetros cúbicos -un hectómetro cúbico equivale a un millón de metros cúbicos- y una balsa superior en la sierra de Borde.

Otros dos de los proyectos presentados al Miteco están ligados al embalse de Grandas de Salime. Uno de ellos promovido por la empresa Saltos del Navia, que pertenece a partes iguales a Endesa y EDP, propietarias de la central ya existente en la que plantean aprovechar el embalse -el mayor de Asturias- para construir una segunda balsa de agua que permita el almacenamiento de energía. Esta central hidroeléctrica reversible, denominada Salime, alcanzaría los 800 megavatios.

Un segundo proyecto para Salime parte de la empresa andaluza Magtel, que es la principal promotora de la veintena de proyectos de este tipo que se presentaban en España al Miteco hasta el pasado mes de diciembre. En concreto, la empresa, con sede en Córdoba, ya ha iniciado la tramitación de al menos 13 nuevas centrales de bombeo. Cuatro de ellas se plantean en Asturias: en Salime contemplan alcanzar 265 megavatios y los otros tres proyectos se plantean en Arbón (Boal), con 200 megavatios; en La Barca (entre Tineo y Belmonte de Miranda), con 300, y, con la mayor potencia, en Doiras (Illano), con 400 megavatios.

Un séptimo proyecto asturiano en tramitación en el ministerio se ubicaría también en el embalse de la Barca, donde EDP plantea la construcción de una nueva gran presa para hacer las funciones de embalse superior para el aprovechamiento hidroeléctrico reversible en el río Narcea, con una potencia de 453,2 megavatios. Como en Salime, se aprovecharían las instalaciones existentes en la central y la presa de La Barca, que son también de su titularidad, para desarrollar la central de bombeo.

Un octavo proyecto en tramitación, según el registro de consulta pública del Miteco, es la central depuradora reversible de las aguas de drenaje de la mina Buseiro (Tineo), que promueve la compañía Planta Fotovoltaica Lignito, que pertenece al grupo leonés Lamelas Viloria. Esta empresa tiene también en tramitación en la Confederación Hidrográfica del Cantábrico un proyecto similar en la mina Coto Cortés, en Degaña.

A estas instalaciones hidroeléctricas reversibles, además, habría que añadir al menos otros seis proyectos de hidrotornillos, con potencias mucho menores, que se tramitan en la Consejería de Industria del Principado. El pasado 14 de febrero, por ejemplo, se abría el periodo de información pública del proyecto de EDP para instalar cinco en el azud de la central térmica de Soto de Ribera. EDP también tiene en tramitación otros tres proyectos similares en la presa de La Florida (Tineo), en la del Furacón (Oviedo) y en el azud de El Machón, en Trubia, a los que se suman los planteados por otras empresas en el azud del Banzao de Luisín (Valdés) y la piscifactoría de Cañedo del río Aranguín (Pravia).

¿Hay agua para tanto proyecto?

Recientemente, en el contexto del Plan Director de Abastecimiento de Aguas del Principado, la directora general del Agua, Vanesa Mateo, explicaba en La Voz que, aunque en Asturias históricamente llueva mucho, el cambio climático viene generando episodios de sequía cada vez más frecuentes. «Hay periodos en los que no llueve y después llueve todo junto, pero no vale de nada si no la guardas. En Asturias no tenemos capacidad de almacenamiento y los ríos son cortos y poco caudalosos», decía.

Desde la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies, en donde se oponen a la construcción de nuevos embalses como ya han planteado a través de las alegaciones a estos proyectos y se advierte del «elevado peaje» que ya han pagado los concejos del occidente con el impacto ambiental de los que ya existen, también se recuerda que «vivimos en un momento en el que se produce una trágica reducción de los recursos hídricos disponibles debido al cambio climático».

Independientemente de que en Asturias llueva menos que antes y de que todas las previsiones futuras apunten a una drástica reducción de precipitaciones en los próximos años, el portavoz de la coordinadora, Fructuoso Postigo, recuerda además que el hecho de que la Comisión Europea haya conminado a que se impulsen las centrales hidroeléctricas reversibles no quiere decir que se tenga que multiplicar la potencia. «Las centrales reversibles no son inocuas y menos cuando se pretende con ellas una gran producción hidráulica con el caudal de un río pequeño. Quieren salir de la dependencia energética y se va a apostar por las renovables pero el límite tampoco es infinito», apunta.

Los proyectos más viables

En su opinión, los proyectos de centrales reversibles que más posibilidades tienen de prosperar, una vez que finalice el larguísimo proceso de tramitación que requieren estas instalaciones, son los planteados por EDP en solitario y con Endesa al no suponer la construcción de nuevos embalses, tener acreditada una solvencia económica y ser titulares de las centrales que se pretenden reaprovechar. «Siempre que ellos quieran, claro, porque a veces se proponen proyectos para evitar que otros los hagan», señala.

También dice que podrían salir adelante, si consiguen fondos europeos y «pese a lo sorprendente que pueda parecer que tengan volumen de agua para turbinar», los dos proyectos que proponen el aprovechamiento hidroeléctrico del agua de las minas con centrales depuradoras reversibles.  El de Torga, que plantea una potencia que casi duplica la de las 44 actuales instalaciones que existen en Asturias, «va más allá de lo irresponsable» y, en general, tiene claro que «no hay agua para tantos proyectos», más si se tiene en cuenta, añade, que tanto la Ley de Aguas como el Reglamento de Dominio Público Hidráulico establecen de manera explícita que los caudales ecológicos no se pueden regular.

Por caudal ecológico se entiende aquel que mantiene como mínimo la vida piscícola que de manera natural habitaría o pudiera habitar en el río, así como su vegetación de ribera. Postigo explica que, por esta misma razón, los proyectos de hidrotornillos -turbinas mecánicas que se basan en el tornillo de Arquímedes- en los ríos son «todos ilegales y los pescadores piensan lo mismo» por el impacto de estas instalaciones en la mortalidad de algunas especies de peces. Salvo el proyecto de la piscifactoría porque, según indica, «no plantea aprovechamientos del caudal ecológico, sino de los sobrantes».