Julio Bobes, psiquiatra: «El 60% de las enfermedades mentales se inician en la infancia y en la adolescencia»

Carmen Liedo REDACCION

ASTURIAS

El psiquiatra Julio Bobes
El psiquiatra Julio Bobes

El catedrático y jefe del servicio del área sanitaria IV reivindica que se dote de más personal cualificado y que en España se formen especialistas en psiquiatría de infancia y adolescencia

17 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado 14 de octubre se celebraba el Día Mundial de la Salud Mental, una jornada para visibilizar la situación de las personas con problemas de salud mental y de sus familias, además de para reivindicar los derechos de dicho colectivo. Para ahondar en un ámbito tan concreto de la sanidad como es el de la salud mental, La Voz de Asturias ha hablado con Julio Bobes García, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Oviedo y jefe del servicio de psiquiatría del área sanitaria IV. El especialista en psiquiatría explica cuáles son los retos de la sociedad actual en materia de salud y bienestar mental y ahonda en las necesidades de los pacientes ante la creciente tendencia de casos de estrés y ansiedad en la población general, casos que han aumentado considerablemente durante la pandemia de covid.

-En general, ¿cómo es la salud mental de los asturianos? ¿Cuidamos este ámbito de la salud?

-La salud mental de los asturianos es, más o menos, superponible a la del resto del país. No disponemos de datos que nos digan que tenemos mejor o peor salud mental. Lo que tenemos en algunos indicadores cifras peores que en otras regiones. Por ejemplo, el tema del riesgo de autolisis o las conductas suicidas, que llevamos más de 20 años en los primeros lugares del ranking. Pero respecto al número de enfermos de unas patologías, las cifras son parecidas. Además, hay que tener en cuenta que no todas las regiones tienen los mismos procedimientos para agrupar las enfermedades, con lo cual, las pequeñas diferencias que puede haber no son reales y se deben a la forma de cuantificar cuántas personas tienen un determinado diagnostico. 

-¿Cuáles son los principales problemas de salud mental que afecta a la población?

-En la infancia hay unas enfermedades que, algunas de ellas se pueden tratar y se pueden controlar, y cuando llegan a adultos ya tienen controlada la enfermedad. Y hay otras que se inician en la infancia que después son las enfermedades de los adultos, de hecho, son el 60% de los casos, enfermedades que se han iniciado entre la infancia y la adolescencia. Las más graves son los trastornos del desarrollo emocional, del desarrollo psicológico o del desarrollo cognitivo, como pueden ser las del trastorno del espectro autista, que son las más graves y las que tienen un pronóstico más complicado. Pero hay otras enfermedades, como puede ser el déficit de atención e hiperactividad u otras que son trastornos emocionales, en las que predominan los síntomas de ansiedad y depresión y, por supuesto, las adicciones, que empiezan a partir de los 12 o 14 años y conllevan problemas de salud mental.

-¿Cuáles son las principales asignaturas pendientes para tratar y mejorar el ámbito de la salud mental?

-Las dos asignaturas pendientes apuntan hacia la relaciones que la gente tiene con las diferentes drogas y los diferentes comportamientos adictivos, que han ido creciendo desde hace 40 años y no han dejado de crecer. Ninguna de las adicciones ha disminuido su prevalencia, por tanto las adicciones han ido creciendo a pesar de que se han hecho esfuerzos preventivos. Pero la realidad es que han aumentado todas las adicciones, sobre todo las adicciones en los adolescentes y en adultos jóvenes, y en todas las drogas: las psicoestimulantes, los analgésicos opiáceos, etc… Esa es una de las asignaturas, la otra es vinculada a la infancia y a la adolescencia, que es una asignatura que llevamos arrastrando desde hace muchos años, no sólo en Asturias, sino a nivel nacional. España es todavía el único país que no tiene especialistas en psiquiatría de infancia y adolescencia, junto con Bulgaria, con lo cual, estamos enseñando la oreja más de la cuenta. Este año por fin se aprobó la ley de esta especialidad y se está intentando organizar la estructura para poder atender bien a los niños y a los adolescentes, pero ya digo que dentro de la clasificación europea, estamos abajo del todo en cuanto a los países que menos desarrollo tenemos para atender y prevenir los problemas de los niños y los adolescentes.

-¿Cuál es el origen de muchas de las enfermedades mentales que se diagnostican?

-La mayor parte de los trastornos del comportamiento son del entorno, como lo que comentaba antes de las drogas, pero desafortunadamente, las políticas que se llevan aplicando durante muchos años en el ámbito de las drogas no producen los frutos esperados. Hay que gastar más dinero en prevención y, sobre todo, preparar los dispositivos adecuados para poder ser capaces de disminuir esas tasas. Por tanto, insisto, es necesaria más prevención y más estructura de atención, porque las plantillas están muy ajustadas y no se puede hacer más porque las plantillas no lo permiten.

-Hace casi un mes salía a información pública el proyecto del Plan de Salud Mental del Principado para el periodo 2022-2030, ¿qué opinión le merece?

-Se está tratando de aprobar un plan de salud mental para la región que lleva desde 2015 discutiéndose. Es decir, llevamos siete años intentando aprobar esa ley y estamos, aparentemente, a punto de concluir, pero lo que digo, llevamos siete años dándole vueltas a unas cosas y a otras. El caso es que todavía hay bastante descontento entre los profesionales. Entonces, la propuesta la valoro positivamente en tanto que es un intento de mejorar, pero si la pregunta es si me satisface plenamente, pues tengo que decir que no, porque aunque hay comprometida una partida económica, parece que ese compromiso no sirve para mejorar la estructura que tenemos y para aumentar el número de personas que se dedican a este ámbito. Parece ser que no se va a permitir que los 40 millones que están consignados para el periodo de 2022 a 2030 se deriven a la creación de personal, con lo cual tengo que decir sí pero no. A mi entender, el compromiso tiene que ser también para dotar a la estructura de salud mental de más y mejor personal, que sea personal especializado y mejor cualificado. Quedan días para corregir y sería una buena oportunidad para hacer una buena ley, que cumpla los compromisos y mejore la plantilla que hay.

-¿Hay problemas mentales o psiquiátricos vinculados a la idiosincrasia del territorio, por ser una región con unas circunstancias económicas o un índice de empleabilidad determinado?

-Esas circunstancias por supuesto que influyen. El entorno es crucial, sobre todo para las patologías más frecuentes todos los factores psicosociales y todas las variables que tienen que ver con medios, eso repercute negativamente sobre el desarrollo de los niños y de los adolescentes y, por supuesto, las patologías de los que ya tienen comportamientos adictivos, muchos de ellos son gente con muchas insuficiencias, porque tienen más factores de riesgo. No obstante, las patologías afectan a todo el mundo, no sólo a quienes tienen problemas económicos. Por tanto, si gran parte de las patologías de salud mental tienen que ver con el entorno, las políticas de prevención son esenciales y es necesario que se desarrollen de verdad y no sólo con gestos. En Asturias no necesitamos cosas diferentes, sino compromisos que estén bien dotados, bien estructuradas y bien coordinadas, porque también hay un problema de coordinación real entre la asistencia a nivel primario y la asistencia especializada que genera ineficiencia en el sistema de prevención y, sobre todo, ineficiencia en el sistema asistencial.

-De un tiempo a esta parte ha aumentado la concienciación sobre los problemas de salud mental pero ¿se sigue estigmatizando a quienes los padecen?

-Si, el estigma no ha desaparecido porque las insuficiencias hacen que esos problemas se noten mucho más. Yo diría que el estigma existe y que hay que luchar contra él, pero si me preguntas si se está haciendo, diría sólo que vamos tirando en ese capítulo porque se puede hacer mucho más. A esto hay que añadir que pasamos un poco de puntillas en lo que se refiere a sistema asistencial ideal para los enfermos. Por eso la propuesta de plan de salud mental puede mejorar muchas cosas. Se ha vivido mucho tiempo de un cuento que se generó en los años 90 donde se decía que Asturias tenía un nivel en salud mental impresionante, y la realidad era más bien otra. Por eso es un buen momento para dotar bien los programas preventivos y asistenciales. 

-¿Cómo valora el uso de medicación para tratar los trastornos mentales?

-La medicación sirve para lo que sirve y habitualmente se utiliza bien y se utiliza igual que en el resto de los países, en España no la utilizamos de forma especial. No damos ni más ni menos medicación que en otros países. Los medicamentos más usados son los mismos en España, en Francia, en los países nórdicos o al otro lado del Atlántico. Otra cosa es que haya un cierto consumo de cosas que no están prescritas o que no las prescribe ningún sanitario pero que la gente las usa porque a través de internet se puede conseguir todo. No obstante, yo diría que son casos anecdóticos y lo que no se puede es demonizar la medicina y los medicamentos, ni ponerlos en duda, porque el nivel de demostración que tenemos con los medicamentos es impresionante y por eso lo aprueban las autoridades sanitarias de todo el mundo. Si se usan es porque está demostrado y superdemostrado que son eficaces para lo que están prescritos. Lo que tengo claro es que hacer que la población se apoye en la pseudociencia es un error impresionante, porque no sólo no se mejora, sino que empeora con su uso.

-¿Qué impacto ha tenido la pandemia y el confinamiento a nivel psicológico en la sociedad?

-La pandemia conllevó un montón de variables que generaban incertidumbre, inseguridad, temores… Se generó un disconfort social muy alto no equiparable a ninguna otra situación previa porque no habíamos pasado por una pandemia ninguno de los que estamos en la actualidad vivos y eso da lugar a mucha inseguridad y mucha inestabilidad. La consecuencia es que la gente ha tenido más manifestaciones de ansiedad y de desánimo y, por tanto, aumentaron las solicitudes de consulta pero, volviendo a lo de antes, no se puede hacer más con los recursos que se tienen. Por tanto, las listas de espera se han puesto interminables, pero con la estructura que se tiene, no se puede hacer más. Una consecuencia es que se evitó el acceso de los enfermos mentales más graves a la asistencia real debido a que estaba ocupado el canal de atención por cantidad de gente que lo que tiene es disconfort psicológico o malestar psicológico, no son enfermos tradicionales de los que están en las clasificaciones internacionales. Por tanto, aumentaron las personas con malestar psicológico, no los enfermos.

-El caso es que hemos en proceso de salir de una crisis sanitaria y nos estamos metiendo en una crisis económica por factores varios, como la guerra de Ucrania. ¿Cómo afectan todos estos hechos a nuestra salud mental?

-Los que están con malestar psicológico, todas las cuestiones que generan inseguridad no ayudan nada pero es necesario aprender a convivir con ello, por lo que necesitan que alguien les escuche, les oriente y les ofrezca algún tipo de salida. Pero volvemos a las limitaciones estructurales que comentaba antes, que no se cambian de un mes para otro.

-¿Esas incertidumbres repercuten más en la población mayor o en la población joven?

-Los datos que hemos obtenido en las diferentes olas de pandemia que hemos sufrido concluyen es que las personas mayores se acomodan mejor y reconocen estar menos impactados que los jóvenes. Los ancianos tienen más capacidad para adaptarse a las circunstancias. Otra cosa es las personas que ya padecían enfermedad mental. En esos casos, sí declaran que les ha afectado muchísimo más en relación a cómo estaban. 

-¿Se puede trabajar la salud mental para que los problemas y las preocupaciones no nos desequilibren?

-Eso tratamos de hacer los sanitarios desde los enfermeros hasta los psicólogos clínicos, médicos o psiquiatras. Pero llegamos a donde llegamos y vuelvo a decir que hay que cambiar la estructura y poner las cifras de profesionales según las tasas que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Pero sin eso, todo lo demás puede ser muy teórico, porque hacer educación sanitaria y pensar que así se resuelven los problemas mentales, no deja de ser una fantasía. Por eso, ahora que la salud mental está sobre la mesa de los que deciden, tenemos la oportunidad de poner la salud mental a la altura del resto de problemas de salud que tenemos, porque ha estado en un segundo plano durante muchos años, bien por razones de prejuicio o de insuficiencia de dotaciones asistenciales, por la política de salud mental que se desarrollaba y, sobre todo, porque los factores del entorno que generan malestar y distrés psicológico han aumentado y han empeorado.