Colesterol, hipertensión, sobrepeso: cómo hay que cuidarse de corazón

Leire Esteban

ASTURIAS

Las cardiopatías, principal causa de muerte por enfermedad en el mundo, pueden combatirse con buenos hábitos

02 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las enfermedades coronarias son la primera causa de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Concretamente, según este organismo, la cardiopatía isquémica es la responsable del 16 por ciento de las muertes en el mundo. Y, lo que es más alarmante, el problema está creciendo. El número de muertes por esta dolencia ha pasado de 2 millones en 2000 a 8,9 millones en 2019. Como siempre que se trata del cuerpo, las causas de las enfermedades son complejas, porque hay un innegable componente genético y factores ambientales que se les escapan a las personas. Sin embargo, los expertos aseguran que muchas de las cardiopatías se pueden evitar mediante la prevención, llevando una vida saludable que haga frente a los grandes enemigos del corazón. Veamos cuáles son.

Hipertensión

La hipertensión (o tensión arterial alta) es un trastorno grave que incrementa de manera significativa el riesgo de sufrir no solo cardiopatías sino otras muchas enfermedades, y uno de los problemas que presenta es que está infradiagnosticada. Según los cálculos de la OMS, el 46 por ciento de los adultos hipertensos desconocen que padecen esta afección, y apenas uno de cada cinco adultos hipertensos tiene controlado el problema.

La hipertensión se puede combatir solo en parte. Hay factores de riesgo difíciles de modificar, como los genéticos —antecedentes familiares—, la edad superior a los sesenta y cinco años, que aumenta sustancialmente la hipertensión, o la presencia de otras enfermedades como las nefropatías.

Existen, por otro lado, factores de riesgo modificables. Su presencia aumenta sustancialmente las posibilidades de sufrir hipertensión. Entre ellos, la mala alimentación —exceso de sal, grasas saturadas y grasas trans— el consumo de tabaco y alcohol y el sedentarismo. También el estrés puede contribuir a elevar la tensión arterial.

La hipertensión se puede prevenir con relativa facilidad si se adoptan hábitos suficientemente saludables. En primer lugar, ha de consumirse menos sal. El ideal estaría en menos de 5 gramos diarios.  La sal que consumimos no es solo la que nosotros añadimos a la comida cuando cocinamos. Todos los productos procesados, ya sean dulces o salados, suelen llevar cantidades considerables de sal, con lo que el abuso de este tipo de comida conllevará, además de otros problemas, un consumo excesivo de sal.

Consumir productos sin procesar, especialmente si son frutas y verduras, contribuirá no solo a dotar al organismo de nutrientes y sustancias más saludables sino también a disminuir el consumo de sal inherente a los procesados. El producto fresco evitará también las grasas saturadas y grasas trans que afectan negativamente a la tensión arterial.

El ejercicio físico regular ayuda también muy poderosamente a reducir la hipertensión. Se hace trabajar al corazón, se mejora la circulación y la tensión arterial suele estar más regulada cuando se hace ejercicio físico moderado. Nunca es aconsejable un ejercicio físico excesivo, especialmente si no es una práctica habitual y sin un chequeo médico que valore los riesgos.

Reducción de consumo de tabaco y alcohol. Estas sustancias provocan hipertensión, y su consumo se desaconseja siempre. El tabaco es una adicción muy fuerte de la que cuesta mucho librarse, pero merece la pena intentarlo porque la mejora para la salud es extraordinaria. En cuanto al alcohol, existen muchas formas de consumirlo, que van de la moderación a la adicción. Obviamente, cuanto más se limite, mejor será para la salud.

Asimismo, es conveniente tratar de reducir el estrés. El propio ejercicio físico ayuda a liberar tensiones, y también se pueden cambiar los hábitos psicológicos reduciendo las preocupaciones o la forma de afrontar los problemas.

Finalmente, se pueden hacer chequeos regulares para medir la tensión arterial y, de este modo, emprender medidas para mejorarla en caso de que esté disparada.

Sobrepeso y obesidad

El sobrepeso y la obesidad son acumulaciones excesivas de grasa perjudiciales para la salud, y están muy relacionados con las enfermedades coronarias, así como con otras afecciones como la diabetes. Este es otro de los grandes problemas de salud que crecen a nivel mundial. La OMS estimaba que, en 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales más de 650 millones eran obesos. Esto significa que el 39 por ciento de la población adulta tenía sobrepeso, y el 13 por ciento, obesidad.

Asimismo, en 2016, también según la OMS, unos 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos, y había más de 340 millones de niños y adolescentes (de 5 a 19 años) con sobrepeso u obesidad. La prevalencia de la obesidad ha aumentado de forma alarmante y no parece que vaya a remitir.

La causa del sobrepeso es un desequilibrio energético entre las calorías que se consumen y las que se gastan. Entonces, el aumento del sobrepeso y la obesidad se debe a un aumento del consumo de alimentos de alto contenido calórico ricos en grasa acompañado de un descenso en la actividad física de buena parte de la población.

Estas condiciones corporales hacen que las personas sean mucho más propensas a las cardiopatías, además de otras enfermedades como las cerebrovasculares, la diabetes o los problemas articulatorios. La obesidad puede llegar a ser muy incapacitante.

El sobrepeso y la obesidad se combaten con buenos hábitos alimenticios y con actividad física. Las personas con peso normal que tienen estos hábitos raramente aumentarán su peso salvo un cambio metabólico inesperado debido a una enfermedad u otros factores.

Al igual que ocurría con la hipertensión —una dolencia muy asociada a la obesidad— para controlar el peso hay que limitar la cantidad de grasa y de sal que se consume. Y también es necesario reducir el consumo de azúcar, aumentando el consumo de frutas y verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos. Y, por otra parte, llevar a cabo una actividad física programada. La OMS recomienda 60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos.

Colesterol LDL

El control de del colesterol LDL, llamado colesterol «malo», es también importante para mantener una buena salud cardiovascular. El problema de esta sustancia llega cuando se consume en cantidades altas y se acumula en las arterias, uniéndose a otras sustancias y formando placas. Es en ese  momento cuando pueden aparecer problemas cardíacos.

La presencia de este colesterol en el flujo sanguíneo está también relacionada con la falta de hábitos saludables. El consumo de grasas saturadas y otros alimentos que lo contienen aumentará irremediablemente su presencia en la sangre. También el sedentarismo contribuye a elevar el nivel del colesterol.

Los buenos hábitos

Todos los enemigos de la salud coronaria mencionados anteriormente están relacionados. La obesidad se asocia con el colesterol malo y la hipertensión, y ésta con el tabaquismo y el consumo de alcohol. Los buenos hábitos ayudan a combatir a un tiempo todos estos problemas de salud que pueden derivar en problemas de corazón. Y se pueden resumir en dos positivos: comer bien y moverse, y dos negativos: no fumar y limitar el consumo de alcohol. Salvo en casos de enfermedades asociadas o de historias familiares de alto riesgo, las personas que apliquen estos hábitos estarán mucho más lejos de sufrir una enfermedad coronaria y tendrán sin duda una vida más dinámica y saludable.