Dos nietas de fusilados tras la Guerra Civil: «Es bueno que haya memoria, es una cuestión de dignidad»

m. RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

ASTURIAS

Graciela y María Josefa Gutiérrez Suárez, con una foto de su abuelo, Abelardo Suárez, uno de los siete asturianos fusilados en Celanova cuyos cadáveres se exhumaron en el cementerio celanovés.
Graciela y María Josefa Gutiérrez Suárez, con una foto de su abuelo, Abelardo Suárez, uno de los siete asturianos fusilados en Celanova cuyos cadáveres se exhumaron en el cementerio celanovés. TERESA CELA

Familiares de uno de los asturianos asesinados en Celanova asisten a la exhumación en el cementerio

06 dic 2022 . Actualizado a las 15:13 h.

Desde Asturias hasta Celanova. No es la primera vez que Gracia y María Josefa Gutiérrez Suárez hacen este viaje, aunque hasta hace un año —cuando contactaron por primera vez con el Comité pola Memoria Histórica da Comarca de Celanova— solo tenían alguna referencia lejana de que allí había muerto su abuelo: Abelardo Suárez, huido tras la caída de Gijón en la Guerra Civil y apresado por la tropas nacionales en el barco Gaviota. En la fosa común del cementerio de Celanova yacen los restos de su abuelo y de otros seis asturianos fusilados en septiembre de 1939, cuya exhumación se está llevando a cabo en las últimas dos semanas.

Las hermanas buscan una reparación para su familia, aunque quienes más directamente sufrieron la pérdida de su abuelo, su madre —tenía tres años cuando lo fusilaron— y su abuela, ya no viven. Graciela quiso buscarle hace diez años, pero no encontró nada. Esa búsqueda dio sus frutos con el tiempo, pues el comité comarcal de Celanova la contactó. Habían investigado la historia de los siete asturianos y llegaron a localizar a dos familias, la de Abelardo y la de Marcelino Fernández, cuya hija todavía vive. «Esto es muy importante para nosotros y para los muchos que están como ellos. Descubrí que mi abuelo no era nada de lo que lo acusaron. Quiero que su nombre esté en algún sitio. Es una cuestión de dignidad. Es bueno que haya memoria, sin rencores», afirma Gracia.