Matador, el narco gallego que dirigía el negocio desde su cuartel general en Siero

La Voz REDACCIÓN

ASTURIAS

Carlos García Morales controlaba «una de las más importantes redes de distribución de cocaína de España», según la Policía

12 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Concluía febrero del 2009 cuando a José Manuel Vila Sieiro, o Presidente, se le torcía la suerte con una embarcación llamada paradójicamente Doña Fortuna. De bandera venezolana, el buque se encontraba a 780 millas de Las Palmas cuando fue apresado con cinco toneladas de cocaína a bordo. Sus cinco tripulantes fueron detenidos y otras tres personas cayeron en tierra, entre ellos Vila Sieiro. Considerado entonces presunto cabecilla de la rama gallega de la organización, era un histórico narco barbanzano que se había convertido en uno de los grandes objetivos del juez Garzón a principios de siglo. De aquella operación, que recibió el nombre de Giga, logró zafarse Carlos García Morales, que ya entonces pasaba por ser el hombre de los colombianos, un gallego con base en Xinzo al que se le confiscaron seis Mercedes y un Jaguar.

Poco se conocía entonces de este hombre que, en cambio, se había granjeado discretamente la confianza de los colombianos y el apodo de Matador. Fue precisamente al otro lado del charco, en Medellín, donde se le dio caza casi un año después de la captura del Doña Fortuna. Los mandos policiales colombianos decían entonces de él que formaba parte de la llamada en aquel país Rama Gallega, una organización vinculada con la banda colombiana Los Rastrojos, encargada de proporcionar la cocaína. Estas mismas fuentes relacionaban al gallego con organizaciones rusas e italianas con las que tendría contactos para consolidar el mercado europeo. Morales tenía entonces 35 años, y además del sobrenombre de Matador se había ganado ya el de el hombre de los colombianos. Cuando fue detenido se disponía a viajar a Australia.

Tras cumplir condena se instaló en Siero (Asturias), quizás buscando un lugar discreto y poco marcado por el narcotráfico. Desde allí siguió gestionando sus negocios sin apenas desplazarse. Allí acaba de ser detenido de nuevo por la policía española, que cree que desde su base asturiana dirigía «una de las más importantes redes de distribución de cocaína de España». En Siero encontraron los agentes más de 600 kilos de cocaína y un completísimo arsenal de guerra. Otros 2.000 kilos de droga fueron interceptados en aguas del Caribe cuando comenzaban su travesía hacia España.

Entre los 19 detenidos de esta operación, bautizada Espeto, tres lo fueron al mismo tiempo: el propio Matador, su pareja y un individuo mexicano que, según la policía, actuaba como fedatario de la organización y, a la vez que atestiguaba que se seguían las líneas pactadas, hacía labores de avanzadilla para advertir de la posible presencia policial. La presencia en España de mexicanos relacionados con el narcotráfico no es habitual. La investigación será la encargada de determinar si es casualidad o si la nacionalidad del tercer detenido está relacionada con un nuevo punto de origen de la droga.

Si los juzgados confirman su participación en esta trama «narcoglobalizada», Carlos García Morales cumplirá veinte años trabajando a los más altos niveles del tráfico de estupefacientes. Primero de la mano del Presidente, ahora como persona de referencia en España. Muy pocos tienen la oportunidad de tratar directamente con los responsables de las organizaciones colombianas. Matador fue -presuntamente, sigue siendo- uno de ellos.