La teoría que sacude la prehistoria: una cueva de Asturias podría tener la primera escritura

ASTURIAS

F. Sotomonte

Un estudio de la Universidad de Cambridge que toma como referencia varias pinturas, entre ellas la de Pindal, propone un giro polémico

11 ene 2023 . Actualizado a las 10:14 h.

Mirar desde el presente al mundo antiguo es ya asomarse a misterios de difícil comprensión, mirar más allá, hasta la prehistoria obliga a tener que aventurarse a interpretaciones muy complejas precisamente porque no existen registros escritos. ¿O sí? La tesis de unos investigadores, publicada la revista científica Cambridge Archeological Journal, y que toma como referencia a varias pinturas rupestres del entorno cantábrico-pirenaica (y entre ellas de Asturias) plantea que determinados símbolos trazados junto a los animales, una serie de puntos y un signo similar a la letra «Y», son en realidad representaciones de números y en concreto de fechas relacionadas con el calendario lunar y con fases de apareamiento de los animales.

El trabajo, elaborado por varios autores, tomó como referencia la coincidencia en numerosas pinturas del oeste europeo estos dos símbolos, recalcando que su análisis indicaba que no se trataba de partes del dibujo de la anatomía de los animales y que las series de puntos nunca pasaban de 13, era la cifra máxima. Esa fue la pista que les llevó a pensar en el calendario lunar (que suma doce meses y medio en año). Estudios anteriores, habían ya tratado de establecer si las pinturas de los animales, desde la representación de la cornamenta al pelaje, daba indicaciones sobre épocas del año (y señalaron que sí). De este modo su hipótesis (contestada por otros autores) es que los puntos sería una referencia para contar desde el inicio de la primavera para dar información sobre apareamiento y desove de los animales que más interesaban a los cazadores recolectores.

Las pinturas del Pindal citadas en el estudio de Cambridge Archaeological Journal
Las pinturas del Pindal citadas en el estudio de Cambridge Archaeological Journal

En el estudio se citan y se reproducen pinturas de la cueva del Pindal, en Ribadedeva: la representación en salmón, con tres puntos o tres señales, y también un mamut y la cabeza de un caballo. «Nuestro punto de partida es que estamos buscando información basada en números sobre animales de presa específicos. Nos parece innecesario tener que transmitir información sobre el número de animales individuales, las veces que han sido avistados o el número de muertes exitosas de estos; parece mucho más probable que la información pertinente para predecir sus movimientos migratorios y períodos de agregación, es decir, el apareamiento y el alumbramiento cuando se encuentran de manera predecible en algún número y son relativamente vulnerables, sería de gran importancia para la supervivencia»; destacan los autores que contrastaron después los números que, en teoría, estarían asociados a cada animal en las pinturas con sus ciclos de migración o apareamiento. Y encajan.

El misterio de «Y»

¿Qué ocurre con el símbolo «Y»? Para los autores hay «una clara correlación, en este caso con el parto, o tanto el parto como el apareamiento», las coincidencias son que se marcan para la puesta de huevos en las aves y, para los animales que no son herbívoros «desde el punto de vista de los cazadores-recolectores del Paleolítico, se experimentarían más como una aparición y desaparición a medida que las migraciones los llevan dentro y fuera de regiones específicas».

Pero, y aún en el caso de que esta hipótesis fuera correcta, ¿podemos considerar a esto escritura? El argumento de los autores es que está sobradamente constatado que los hombres del Paleolítico usaban la numeración (y citan evidencias de muescas en bastones, cuentas), y aseguran que este sistema simbológico asociado a los dibujos de animales específicos está «relacionado con eventos biológicamente significativos informados por el registro etológico, lo que nos permite por primera vez comprender un sistema notacional paleolítico en su totalidad» y que podría ser interpretado por individuos de grupos distintos en un amplio espacio de tiempo.

En este sentido insisten en que «en nuestra tesis, los animales integrales de nuestros módulos analíticos no representan un animal individual específico, sino todos los animales de esa especie, al menos según lo experimentado por los creadores de las imágenes» y también que «la capacidad de asignar signos abstractos a los fenómenos del mundo (animales, números, parto, fases cíclicas de la luna) y, posteriormente, usar estos signos como representaciones de la realidad externa en una forma material que podría usarse para registrar eventos pasados y predecir el futuro» y que, en su hipótesis, podrían representar palabras específicas de manera similar a la que las culturas mesopotámicas ya representaban números en la escritura cuneiforme. «Puede que no estemos convencidos de que las secuencias del Paleolítico Superior y los símbolos asociados puedan describirse como lenguaje escrito, dado que no representan una sintaxis gramatical, pero ciertamente funcionaron de la misma manera», aseguran.

Pindal

La Cueva de El Pindal, en Ribadedeva, está localizada en la desembocadura del Río Cares, Deva, en el extremo oriental de Asturias, en un sector de la rasa costera conocido como Cabo San Emeterio. Se trata de una larga galería de ancha boca que se abre a pocos metros del acantilado en un paisaje de singular belleza.

Cuenta con una única entrada sobre el mar, dominando la línea de costa, y una galería longitudinal de unos 600 metros de la que sólo se visitan los primeros 300. Distribuido en cinco zonas, el conjunto magdaleniense alberga representaciones zoomorfas como cérvidos, caballos, bisontes, y destacan un pez y un mamut. El Pindal sería realizado en distintos momentos magdalenienses, y probablemente más antiguos, a lo largo de un tiempo amplio entre hace 18.000 y 13.000 años.