El «fin de semana del pijama»: así se gestionó uno de los momentos más críticos de la pandemia
ASTURIAS

María José Villanueva, exjefa de rastreadores, destaca cómo la comunicación y la coordinación fueron aspectos clave para hacer frente a las incertidumbres y dificultades que generó el virus SARS-CoV2 en Asturias
13 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando María José Villanueva, la que fuera coordinadora de Programas Covid y jefa de rastreadores de la Consejería de Salud del Principado, echa la vista atrás sobre los tres años de pandemia del virus SARS-CoV2 y, sobre todo, de los primeros meses de circulación del mismo, lo primero que le sale decir es: «¡Fue durísimo! Dediqué tantas horas de mi vida…». En la entonación de la frase refleja el agotamiento que conllevó la tarea de gestionar lo desconocido, la incertidumbre y de crear un equipo de la nada pero flexible capaz de adaptarse a lo que surgiera siempre «con una estructura de gestión jerarquizada y organizada» que mantuviera el contacto de forma constante con todos los profesionales de las ocho áreas sanitarias del Sespa.
El segundo pensamiento de Villanueva es el recuerdo, precisamente, del momento en el que se le encargó crear ese equipo para registrar los casos positivos de Covid y tratar de localizar a los contactos estrechos de cada positivo: «No existía la categoría de rastreador», así que uno de los primeros dilemas fue determinar a qué tipo de profesionales destinaban para esta tarea, decantándose finalmente por el perfil de trabajadores sociales que estuvieran en la bolsa del Sespa y a los que, asegura, se llamó «por riguroso orden». A partir de ahí, la ex jefa de rastreadores señala que se articuló «una estructura de gestión nueva con un diseño jerárquico y organizado» que puso a la comunicación como aspecto clave puesto que «había que hacerlo online, en remoto, usando herramientas informáticas que también estuvieran muy organizadas», comenta María José Villanueva, que considera que los puntos fuertes para hacer frente a las incertidumbres y dificultades que generó el virus SARS-CoV2 en Asturias, desde el punto de vista de la tarea que se le encomendó, fueron «la comunicación y la coordinación», así como mantener «una estructura organizada con todos los profesionales implicados».
Reuniones de Teams enlazadas hasta la madrugada
«Trabajamos todos como sanidad pública», resumen la misma, que añade que eso conllevó «un estrés continúo» porque conllevó llamadas y reuniones telemáticas a través de la plataforma Teams de forma continua durante muchos días y muchos meses, sin descanso ni en fines de semana ni en festivos. «Recuerdo el 31 de diciembre de 2020, el día de fin de año, en el que hubo unos brotes tremendo y era un Teams tras otro». No obstante, para María José Villanueva los días más duros y complicados de toda la pandemia fueron el 13, 14 y 15 de noviembre de 2020, plena segunda ola de contagios y momento más crítico de la pandemia en Asturias, que la ex jefa de rastreadores consideró denominar «el fin de semana del pijama». Según cuenta, aquel viernes, sábado y domingo fueron jornadas en las que asegura que ni siquiera hubo tiempo de quitarse el pijama o ducharse: «Fue el fin de semana del pijama porque doy palabra de que se enlazaba una reunión de Teams tras otra y cuando a la reunión asistía algún directivo de más alto rango, nos poníamos una camiseta o un jersey, pero no daba tiempo a más», relata María José Villanueva, que recuerda estar con su pijama de Hello Kitty conectada en reuniones hasta pasadas las dos de la madrugada. «Y a las siete de la mañana estábamos otra vez conectados analizando los datos de contagios del día anterior», añade la ex jefa de rastreadores que resta mérito a la importante labor de rastreo que se hizo en Asturias «si miras, por ejemplo, a lo que se hizo en las UVIs».
Claves en la gestión de la pandemia
No obstante, considera que «a base de pasarlo mal», una de las enseñanzas que se sacaron de la gestión de la pandemia en la región es que «unos buenos canales de comunicación, una estructura jerarquizada sin protagonistas, herramientas informáticas adecuadas y formación» fueron claves para gestionar una situación de pandemia de la que no había precedentes ni protocolos de cómo gestionar. «La comunicación fue un reto, pero fue una clave del éxito para poder llegar a los más de 19.000 trabajadores de la sanidad pública asturiana», traslada la ahora directora de Coordinación, Resultados en Salud y Comunicación del Sespa, que recuerda «reuniones de Teams de 270 personas».
Y la «flexibilidad», añade Villanueva, que pone de relieve como el equipo de rastreo tuvo que ir adaptándose a los diferentes momentos de la pandemia según las informaciones y protocolos que se iban aprobando, a la incorporación de personal militar al rastreo o a la asunción de nuevos cometidos. Señala que, de mano, fue todo un reto dotar de ordenadores a todos los rastreadores, darles formación y que estuvieran en todo momento en conocimiento de los protocolos y procedimientos que los supervisores colgaban cada día o en función de las cepas del virus que iban apareciendo. «Al principio la información de los rastreos se registraba en un Excel porque no había una herramienta informática para ello. Después la OMS ofreció el Go.Data para recoger la información, pero hubo que hacer la adaptación local», recuerda María José Villanueva, que apostilla que «usar en el protocolo herramientas informáticas como esa fue todo un éxito para registrar los casos y sus contactos y analizar si fallábamos en algo o no».
No resta importancia la ex jefa de rastreadores a la importancia de «ser imaginativos» en momentos tan críticos como los que se vivieron en las primeras olas de la pandemia para buscar alternativas o soluciones a problemas que se iban planteando. Así, por ejemplo, recuerda la «Operación Almendro», denominada así por las medidas que idearon e implementaron al llegar la Navidad de 2020 para controlar la transmisión que podía generar la gente que volviera a Asturias en esas fechas, a la que se recomendaba vigilarse unos días antes por si tenían síntomas y cumplimentar un formulario. «Pues se rellenaron más de 7.000 formularios», recuerda la misma. En Semana Santa fue la «Operación Bollu» la que se puso en marcha.
Otros retos que tuvo por delante el equipo de rastreo, compuesto en algunos momentos por personal civil y militar, fueron contribuir a actualizar la base de datos cuando hubo que citar a la población para vacunarse, a que esa maquinaria de vacunación funcionara, a la organización de hospitales, cuando se hacían llamamientos por brotes en establecimientos determinados o, incluso, a gestionar las bajas y las incapacidades temporales en momentos de altísima incidencia del virus. «Tratamos de ayudar en todo lo que se pudiera», asegura María José Villanueva, que reconoce la gran labor que realizó un equipo que llegó a estar compuesto por 200 rastreadores civiles y 120 militares que se decidió que trabajaran «en igualdad de condiciones». Considera que esa decisión fue bien valorada en tanto en cuanto fue nombrada «Cabo Honorífico del Regimiento Príncipe», señala la misma advirtiendo que fue un nombramiento «que me hizo mucha ilusión».
Pero si algo tuvo siempre muy presente Villanueva para gestionar lo que se le encomendó durante la pandemia fue una frase de su madre, quien fue enfermera: «no hay labor pequeña».
