«Mamá, no quiero vivir, déjame ir»: la carta de una madre cuya hija sufre acoso

La Voz

ASTURIAS

María Pedreda

09 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mamá, no quiero vivir, déjame ir». Estas son las palabras que le escucho a Sara (nombre ficticio, como todos los que saldrán en esta carta) cada poco desde que empezó este calvario. ¡Buenas, soy la madre de Sara! Mi hija tiene 15 años y lleva desde octubre viviendo un infierno. 

Sara venía de unos meses complicados, donde yo ya había solicitado ayuda a salud mental, pero no llegaba. Todo se calma y Sara vuelve a ser la misma de siempre, con ayuda de un profesional privado. Empiezan las clases y Sara empieza a estar triste, a perder el brillo en los ojos y la sonrisa. En octubre empieza el calvario. Ella no quiere ir al instituto, no sabemos el por qué hasta que confiesa que dos de sus «amigas» no hacen más que amenazarla e insultarla.

Acudo al instituto y la primera respuesta que recibo es que casi no vienen a clase. Sara, por miedo, confiesa que en julio recibió audios y amenazas de otras dos alumnas del centro, las cuales, como fueron fuera del centro, no pueden hacer nada. Mi hija empieza a quedar apartada en los recreos, empieza a recibir insultos, burlas y risas por las redes sociales, a no querer salir y a abandonar poco a poco su vida. 

Un día, Sara empieza a recibir audios y mensajes de WhatsApp de un grupo de gente en el que se encuentran la mayoría de alumnas del centro. Ella entra en pánico, con ansiedad y angustia. Todas estas pruebas estás puestas en manos de la Policía y del instituto. Al día siguiente acudo al centro para hablar con la Dirección y exponer lo que estaba pasando. Se comienza la investigación y se llega a la conclusión que una de ellas sí acosa e insulta a mi hija. Se abre el protocolo y mi hija empieza a acudir cada día menos al instituto por miedo y porque se siente sola y apartada. 

La primera medida que se pone es cambiar a mi hija de clase, la víctima es la apartada. Ni el protocolo ni las medidas sirven para nada. La acosadora presume de que no tiene represalias. Dice que mi hija le tiene miedo, que por eso acude tan poco. Un amigo de mi hija graba una conversación donde la acosadora la amenaza y el expulsado es él. En varias ocasiones tuve que sacar a mi hija del centro, por crisis de ansiedad, pánico y angustia. 

Mi hija se autolesiona, se daña en la mano unas cuantas veces, porque por no dar a nadie da golpes a la pared. El día 11 de diciembre mi hija decide que no quiere vivir más e intenta quitarse la vida. Es ingresada en el HUCA en la planta de salud mental infanto-juvenil hasta el 23 de diciembre, donde sale con un trastorno provocado por el acoso escolar

En esta planta solo hay cinco camas para todo Asturias, estando como estamos. Salimos con las citas correspondientes en Mieres, explicando ya que la profesional que nos toca, no son compatibles. Y así es. Pido el cambio y en febrero me conceden otra que está de baja y plaza sin cubrir. Plaza que a día de hoy sigue sin cubrir. Mi hija lleva sin terapia desde el 9 de febrero

El psiquiatra infantil de Mieres no da a basto tampoco. La prueba es que le cambia la medicación a mi hija el 5 de abril y no la vuelve a recibir hasta el 26 de junio. Escribí cientos de mensajes entre las consejerías del Principado y al Presidente del Gobierno. Se puso alguien en contacto conmigo, pero tampoco ella recibe muchas contestaciones ni explicaciones. Sigo esperando respuesta. 

Durante el mes de enero, empezamos un calvario de visitas al Álvarez Buylla, con ingresos incluidos, intentos de suicidio, autolesiones y un montón de crisis de ansiedad. El 9 de febrero acudimos al centro de salud mental y nos dan un volante urgente para ingresar en el HUCA. Nos dicen que no podemos tener psicólogo privado, que si es así la Seguridad Social nos echa. Es incompatible. 

Mi hija acude muy poco al instituto, le da miedo solo ver la puerta. La acosadora, después de una denuncia por amenaza de muerte hacia mi hija, que no se encontraba en el centro, es cambiaba de instituto. Mi hija debe estar acompañada las 24 horas del día. Yo padezco depresión y me quedo con ella en casa, teniendo que sacar la baja de mi trabajo. 

Ahora estamos empezando a levantar cabeza, lentamente y a base de muchas lágrimas. Un día lo tenemos bueno y cuatro no nos movía de la cama. Oír a tu hija, día tras día, hora tras hora, querer quitarse la vida, que te pida las pastillas para tomarlas e irse, porque esta vida es una mierda. Querer tirarse por una ventana, querer morirse, es el dolor más grande para unos padres. Unos padres que llevan pidiendo una solución desde octubre al instituto, a las consejerías, al Principado y al Presidente. 

Por favor, pido que se habiliten más camas en el HUCA, que se cubran las plazas de los profesionales y que estos sean vocacionales, ya que tratan con niños, y que funcionen los protocolos en los institutos, que aquí no funcionó. Los protocolos no funcionan, la salud mental infantil no funciona. Todos los días hay casos nuevos, todos los días pasa algo nuevo. Seguimos sin medios, sin psicólogos y sin psiquiatras bastantes.

Cada día estamos peor y el día que vuelva a ocurrir otra desgracia, se lamentaran: saldrán comunicados, saldrán politicos, pero a nosotros los que estamos sufriendo no nos sirve. Queremos ver a nuestros hijos bien. Queremos tener medios donde poder acudir. Queremos especialistas que los atiendan, que puedan y tengan tiempo para atender a sus pacientes. Y si en Mieres no hay medios, derívenos a otros centros de salud mental. Pero hagan algo.  

Quiero que quede muy claro que mi hija sigue necesitando esos profesionales. Esto es un sin vivir. Nadie se imagina el dolor de unos padres al oír a su hija decir lo que dice o pensar en lo que ella piensa.