Un mundo a bolígrafo BIC: «Es una herramienta tan popular que sorprende que pueda hacer algo tan artístico»

ASTURIAS









Ángelo Morano lleva más de 50 años dibujando su entorno con este común objetivo. Una disciplina artística que le ha ayudado a explicar a sus pacientes las patologías que padecían durante su carrera profesional como traumatólogo
26 jul 2023 . Actualizado a las 17:20 h.Sus retratos firmados bajo el seudónimo de Ángelo Morano y realizados con bolígrafos BIC reflejan el alma de los rostros que quedan indudablemente impregnados de una capa de misterio. Así son los dibujos que Ángel Morán realiza desde hace más de cincuenta años. Comenzó siendo tan solo un niño y con el paso de los años sus ilustraciones han incluso cruzado el charco. Ahora, tras su jubilación la pintura constituye una parte fundamental de su vida.
Desde sus años de facultad «preparaba mis apuntes de medicina con ilustraciones. Lo explicaba todo con dibujos a bolígrafo, aunque cuando era crío ya pintaba». La pintura ocupa un gran lugar en su vida, siendo su principal hobby, aunque lo complementa con la lectura y el deporte. «Por ejemplo, si no tengo nada que hacer en un bar, saco una servilleta y un bolígrafo que siempre lo llevo encima y me pongo a dibujar. Dibujo al señor que tengo al lado que está leyendo el periódico o al camarero que está poniendo las cervezas».
Los retratos pretenden captar, explica Morano, el alma de las personas. «Una de las peculiaridades que tiene el retrato hecho con bolígrafo es que infunde mucho misterio. El efecto que tiene sorprende mucho a la gente. Creo que el boli es una herramienta tan popular que usamos a diario que a la gente le sorprende que pueda hacer algo tan artístico, sobre todo, porque capta el carácter del retratado. Los retratos no pueden ser fotográficos, yo tampoco entro en la caricatura, pero el efecto siempre tiene que estar impregnado de personalidad. Hay que buscar el alma del retratado y tratar de dibujarla; buscar gestos, miradas, formas, fijarse en sus ojos y su boca».
El dibujo también ha ayudado al asturiano a lo largo de su carrera profesional. Durante sus años como traumatólogo utilizó las ilustraciones en consulta para enseñar a los pacientes las patologías que padecían. «Es una manera muy fácil de conectar, mucho más que enseñándoles algo que buscas por internet. El dibujo es intuitivo y la gente lo aprecia». Tanto es así que una de las enfermeras que trabajó junto a Morán durante años le compró una pizarra para realizar sus dibujos, pero «después no me dejaba borrarlos quedaban ahí como si fueran un cuadro».
Los retratos realizados por el asturiano han ido adquiriendo un gran valor. Su afición por dibujar famosos a modo de homenaje despertó el interés de algunas personas, lo que permitió que dichas láminas viajaran hasta Londres e, incluso, hasta San Francisco. Además, en Gijón, en la exposición del refugiado se encuentra una de sus obras.
Ángel Moran dedica todos los días al menos una hora a sus dibujos. «En los periódicos o en las revistas, si veo una cara que me interese la dibujo». Y aunque pueda parecer increíble, asegura que «se consumen muchos menos bolígrafos de los que la gente puede pensar. Soy de las pocas personas que los termina. La gente los pierde, los traspapela o se le secan. Yo los compro de diez en diez y los uso hasta terminarlos».
Hace 15 años, Ángel descubrió su gran pasión: la acuarela. «A través de la acuarela interpreto la realidad. Intento traducir e interpretar paisajes y rostros a mi manera. Hago de ellos un lenguaje que el público debe descifrar».
La acuarela se trata de una técnica artística repleta de secretos que consta de dos partes muy importantes, explica el asturiano. Por un lado, el dibujo y por otro, la aplicación del color. «Para que el cuadro no sea un dibujo plano o infantil debe tener fuerza, ser limpio y crear interés en el espectador. Pero lo más importante es que debe tener misterio», comenta el dibujante.