El demoledor argumento de los 12 céntimos

Daniel Roig

ASTURIAS

La organización benéfica Mary's Meals asegura que una cantidad de dinero ínfima paga una de sus comidas escolares en los países pobres

15 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Seguramente, la mayoría de las organizaciones humanitarias no gubernamentales comenzó a trabajar en un chamizo o un pequeño local, a veces sobre el terreno o en el garaje de su casa. Esto no es novedoso. Lo que sí tiene más mérito es que más de tres décadas después sigan funcionando y hayan crecido hasta convertirse en uno de los proyectos más exitosos del mundo de la cooperación. 

Hablamos de Mary’s Meals, una iniciativa que comenzaron dos piscicultores de la localidad de Argyll (Escocia, Reino Unido) y que hoy lleva educación y comida a millones de niños de zonas pobres del mundo. Esta es la historia de cómo surgió y cuál ha sido su trayectoria hasta el día de hoy, cuando sus fundadores recogerán el premio Princesa de Asturias de la Concordia.

Hay que remontarse al año 1992, el año de las olimpiadas de Barcelona y esa explosión de modernidad que vivíamos en España. Mientras tanto, Magnus MacFarlane-Barrow y su hermano, dos apacibles criadores de salmones escoceses, veían escenas de la devastadora guerra de Bosnia en un pub de su ciudad. Conocían el lugar porque lo habían visitado unos años antes, y ahora lo veían bajo el fuego. Las imágenes les impactaron. Por eso decidieron intentar hacer algo, querían ayudar a la gente que para ellos era real. 

Se comunicaron con amigos y familiares mediante el boca a boca (faltaban muchos años para la aparición del whatsapp y los móviles aún pesaban un kilo) y comenzaron a recolectar informalmente donativos, ropa y objetos en el cobertizo de la casa de su padre. Cuando hubo suficiente, lo metieron todo como pudieron en un Land Rover destartalado y partieron hacia Bosnia donde, contra pronóstico, consiguieron entregar la ayuda.

El viaje fue tan intenso y productivo que, a su vuelta, Magnus vendió su casa, dejó el negocio de los peces y decidió tomarse un año sabático para seguir organizando las donaciones, que abarrotaban de nuevo el cobertizo de su padre. Continuaron los viajes a Bosnia y el escocés necesitaba crear una pequeña estructura que le ayudara a sistematizar las ayudas. Era consciente de que la única forma de hacerlo era profesionalizando la organización. 

Así nació Scottish International Relief (SIR, Ayuda Internacional Escocesa), que en la siguiente década repartiría 10 millones de libras, unos 11,5 millones de euros -mucho más al cambio actual- para Bosnia, y puso en marcha otros proyectos como clínicas móviles en Liberia, hogares para niños seropositivos en Rumanía o ayudas para los refugiados de Haití.

Rumbo a África

Naturalmente, poco tardaría en introducirse en la ecuación el continente africano. A mediados de 2011 se produjo una intensa crisis alimentaria (una más) en África oriental, la primera del siglo XXI, según Intermon-Oxfam, pese a las numerosas alertas que las organizaciones humanitarias habían emitido para prevenirla. La sequía azotó sobre todo a Kenia, Etiopía y Somalia, donde el ganado moría y condenaba a la desnutrición y la muerte segura a 13 millones de personas. A continuación, sufrirían los efectos Zimbabwe, Zambia, Malawi, Lesoto, Swazilandia y Mozambique. Una catástrofe continental, en realidad.

En este durísimo contexto, era previsible que SIR dirigiera su mirada hacia el sur. De hecho, MacFarlane participó en operaciones de rescate y fue en ese trance donde se produjo la chispa que prendería Mary’s Meals. Según cuenta él mismo, en África conoció a una familia en la que la madre enferma de SIDA sostenía ella sola a seis hijos, el mayor de 14 años. Iban a quedar huérfanos con total certeza. El escocés, conmovido, preguntó al chico, que se llamaba Edward: «¿Qué crees que necesitas?» y el niño le respondió: «Me gustaría tener suficiente comida e ir a la escuela algún día». Eso era todo, ni más ni menos. Lo que en los países desarrollados se da por sentado y que para él era un sueño.

Había que romper el círculo hambre-analfabetismo-pobreza, había que cortar el ciclo maligno del que no se puede escapar. Este era el objetivo último que se plantearon al fundar Mary’s Meals (Almuerzos de María, en alusión a la virgen María, de inspiración cristiana, pero sin afán proselitista). Siempre manos a la obra, Magnus propuso a los habitantes locales el plan de organizar un voluntariado para dar de comer a los niños, una idea que fue muy bien recibida y que ha crecido hasta contar con la colosal cifra de 75.000 voluntarios solo en Malawi, la base de su futura expansión.

Segundo paso, educación

Tras dirigir su esfuerzo a cubrir las necesidades básicas de alimentación, el fundador de Mary’s Meals había observado en Liberia y otros lugares el intento de las poblaciones locales de organizarse y las historias heroicas que día a día se producen, como la de los maestros funcionarios que casi nunca reciben pagos y aún así desempeñan como pueden su trabajo en condiciones paupérrimas. Hacía falta darles apoyo material, por lo que puso en marcha la Backpack Campaing (Campaña de Mochilas) por la que los alumnos del Reino Unido donaban artículos esenciales, tanto para la educación como la higiene: jabón, una cuchara, bolígrafos, cuadernos… Esta mochila se entrega sobre el terreno a los escolares de los países necesitados.

¿Y el dinero?

Contado así, resulta fácil, pero sobre terreno no siempre lo es. A menudo deben enfrentarse a las circunstancias de los países en los que trabajan y que dificulta más la tarea: conflictos bélicos, corrupción, infraestructuras mínimas o inexistentes, gobiernos inestables. Amenazas sobre la finalidad de las ayudas.

Recientemente, por ejemplo, han tenido que luchar por reanudar la alimentación infantil en las regiones de Etiopía devastadas por la guerra, añadida a los efectos del cambio climático y el impacto de la covid-19 que aún se deja notar. En esta zona deprimida del mundo, según UNICEF, más de 3,5 millones de niños no tienen acceso a la escuela, especialmente en la región de Tigray.

«Todavía hay muchos miles de personas en esos campamentos en Mekelle, ya que no todas las áreas de Tigray son seguras para que la gente regrese, y en los casos en que esos campamentos están en escuelas, significa que las escuelas no pueden reabrir mientras las familias comen, duermen y se refugian en los estrechos espacios de las aulas», declaraba hace pocos días a los medios de comunicación Alex Keay, director de afiliados y socios de la ONG. 

Como «blindaje» contra los posibles problemas que todo esto genera (y que la ayuda llegue verdaderamente a quien la necesita), idearon un modelo de financiación en el que los propios afectados toman parte y se implican. A ninguno de los voluntarios locales, muchos de los cuales tienen hijos en esos comedores y colegios, les gusta que nadie les robe. No lo permitirían. 

Conocedores, no obstante, de las dudas que algunas otras organizaciones suscitan, con el pago de sueldos millonarios a sus directivos, subrayan su código ético que intentan seguir escrupulosamente: «Como organización que trabaja en algunos de los países más pobres del mundo, estamos comprometidos a mantener bajos nuestros costos de funcionamiento para maximizar el bien que podemos hacer con las donaciones que se nos confían». Y añaden que «al menos el 93% de todos los fondos que recibimos se gastan en nuestras actividades caritativas».

Esto nos lleva al origen de la supervivencia de la iniciativa. Una ONG no gana dinero, esto se da por supuesto. Por lo tanto, si sólo lo gasta o invierte en favor de sus beneficiarios, ¿de dónde sale esa importante suma que mantiene vivo el proyecto? En su página web, Mary’s Meals explica cómo obtienen sus donativos. «Hay muchas maneras de apoyarnos. Desde establecer una donación periódica hasta dejar un obsequio en su testamento» o dar un obsequio cuando sea capaz de hacerlo. 

Hay cifras que lo dicen todo. «El coste de una comida escolar es de sólo de 10 peniques (12 céntimos de euro). Esto, por sí solo, es un argumento inapelable para la solidaridad. Darla a conocer es facilitar el primer paso para la ayuda. En primer lugar, cuentan con «donantes habituales» que quieran aportar las 19,15 libras (apenas 22,15 €) que cuesta alimentar a un niño durante todo un año escolar. Lo que cuesta un menú de un día en un restaurante medio de Asturias. 

Aún así, explican sus responsables en el Trustees’ anual report and financial statements correspondiente a 2022, a lo largo de ese año han venido sufriendo, al igual que el resto del mundo, los efectos de la guerra de Ucrania y otros factores negativos. Esto ha causado que «los precios de los alimentos y otros costos siguieron aumentando, lo que encareció del desarrollo de nuestros programas.

Como resultado, a principios de 2023, anunciamos que el coste de alimentar a un niño con Mary's Meals durante un año escolar habían aumentado de 15,90 a 19,15 libras», es decir, nada menos que un 20% de incremento. «Este es el mayor aumento en nuestros 20 años de historia», dicen. Parece poco dinero, menos de 4 euros más al año, pero la diferencia supone muchísimas comidas en los escenarios donde operan.

También hay otras formas menos pasivas e igual de importantes a la hora de recaudar, como es organizar actos benéficos: «Si eres un amante de la gastronomía, ¿por qué no organizas una venta benéfica de pasteles en tu escuela o comunidad?». O una proyección de una película, o cualquier otra idea que pueda contribuir, explican. Hasta hace poco operaban en tiendas benéficas, pero este modo de financiarse encuentra demasiada competencia en internet, de modo que tuvieron que tomaron la «difícil decisión» de cerrarlas. En los últimos años, aseguran desde la organización, se produjo un descenso constante de los ingresos, lo que las hacía inviables para el objetivo perseguido.

Sobre el papel

En el Trustees’ anual report and financial statements se ofrecen también las principales cifras que son su aval y su orgullo: 2.538.918 niños alimentados en ese año. Según este mismo informe, durante este último periodo auditado, los ingresos totales de la organización benéfica fueron de 19.137.498 libras esterlinas (Más de 22 millones de euros), lo que supone un aumento del 4% en comparación con el período anterior. 

Los ingresos voluntarios, en forma de donaciones y subvenciones representaron el 95% de este total (el 97% excluyendo los ingresos por ayuda material). El gasto total durante el mismo período fue de 21,13 millones de euros, casi el 94% en actividades benéficas y con un superávit de ingresos netos de 433.000€, que surge de «diferencias temporales asociadas con los ingresos acumulados al final del año y la posterior recepción de efectivo y transferencia de reservas excedentes» como gasto que se producirá en 2023.

También sobre el papel, Magnus MacFarlane-Barrow ha sacado tiempo para escribir dos libros sobre la tarea que llevan a cabo. Se trata de Give: Charity and the art of livinga generously (Dar: caridad y el arte de vivir generosamente) y The Shed that Fed A Million Children (El cobertizo que alimentó a un millón de niños). Aquí cuenta la historia de Mary's Meals e intenta «proteger los valores fundamentales» de la entidad. 

Son cifras, pero, al final, detrás de cada uno de esos números hay muchos seres humanos que obtienen medios de subsistencia y devuelven algo mucho más valioso: dignidad para ellos mismos y para quien dona.